Capitulo. 35

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Despertar en aquella cómoda cama rodeada de almohadones y sabanas pálidas no fue suficiente para aliviar el molesto dolor de cabeza que el alcohol y el desvelo me había dejado. Ciertamente, beber, aunque fuese solo un vaso, no era lo mío.

La luz iluminó la habitación y pude descubrir que no me encontraba precisamente en la mía; sin embargo, era gracioso como se encontraba decorada, pues sin duda parecía ser la habitación para una chica. El dosel de encaje azulado y las flores que adornaban el lugar la hacía ver como un verdadero paraíso, el ligero aroma de tostadas y mantequilla llamó mi atención y descubrí una pequeña charola de plata con un magnífico desayuno en la mesilla junto a mí.

— El jugo de naranja y miel te ayudará. Tan solo espero que tus acciones de la noche anterior no hayan sido producto de tu primera borrachera. — Leí sin poder evitar que una sonrisa se formase en mis labios.

Andrew... Recordar sus besos, sus brazos alrededor de mi cuerpo, sus palabras y sus caricias, lograba desequilibrarme completamente, mi corazón latía tan fuerte que parecía querer escapar de mi pecho, mis manos temblaban y mi mente dejaba de funcionar. Aunque por supuesto tenía miedo, tanto miedo de equivocarme y salir lastimada... Apenas le conocía y sabía que incluso un corazón que juraba amor eterno, podía mentir. No dejaba de pensar en lo que podría suceder a un futuro, él era un Stephen y yo una Lane, pertenecíamos a mundos totalmente opuestos. Pero al mismo tiempo quería creer que el destino estaba intercediendo por nosotros y que de algún modo las cosas saldrían bien.

Desayunar en silencio y tranquilidad me permitió pensar muchas cosas que la noche anterior tan solo obvie, la bola de nieve estaba creciendo muy rápido y a ese paso amenazaría con aplastarme. Nuestros sentimientos se encontraban sobre la mesa, ambos sabíamos lo que sentía el otro; sin embargo, no éramos una pareja normal y aunque deseaba con todo mi corazón que nuestra extraña relación siguiese avanzando, sabía que había muchos problemas en el camino. Amarnos sin mirar alrededor no era prudente, mis hermanos jamás aceptarían algo tan indecente y por supuesto, aunque habían madurado, no podía dejarles solos; una boda con Andrew era algo impensable y probablemente lo seguiría siendo, aunque nuestro amor así lo desease. La familia Stephen era otro enorme problema ¿Aceptarían que una simple campirana fuese novia de su hijo? La sociedad podía ser muy cruel...

De un modo u otro sabía que lo mejor era enfrentar mis temores a nuestro enamoramiento y ver quien ganaba al final, así que decidida a calmar mi corazón, me bajé de la cama y cuidadosamente me encaminé a mi habitación, pues como pensé, me encontraba en la habitación de Andrew. Por suerte la hora del reloj de pared me indicaba que era hora de almorzar y mis hermanos seguramente se encontraban en el comedor. Aun así, me interné con sumo cuidado en mi habitación, pero nada más cerrar la puerta, una silueta captó mi atención.

— ¿Elizabeth? — Dudé al ver a mi hermana sentada en la cama como si fuese una más de las estatuas del jardín. Mi voz pareció despertarla de su letargo y rápidamente se levantó.

— Gracias al cielo, pensé que te había ocurrido algo. — Chilló lanzándose a mis brazos. — Te esperé toda la noche y cuando no apareciste me asusté mucho. — Explicó aceleradamente mientras me aferraba en un abrazo desesperado y tembloroso. — Pero no le dije a nadie, creí que quizás tú también necesitabas espacio.

— Estoy bien... — Susurré acariciando su cabello como solía hacer nuestra madre en el intento de calmarla. Como le decía que mientras ella se preocupaba por mí, yo vivía una noche de ensueño con Andrew. No pude sentirme más culpable, sin duda no podía seguir ocultando la situación, aunque temía enormemente su reacción. — Yo... Estaba con Andrew.

— Naomi...

— No. — La detuve antes de que la situación escalase, necesitaba que me escuchara. — Tenías razón, supongo que te diste cuenta de mis sentimientos incluso antes que yo. Lo quiero y quiero creer que él siente lo mismo por mí. Y te pido perdón por haberte tratado como lo hice... — Mi hermanita finalmente se separó de mí y vi su rostro relajarse lentamente. — Sigo pensando que tengo razón — Recalqué, pues si de algo estaba segura era de que Abraham era peligroso, independientemente de mis sentimientos por Andrew. — Pero no era la forma de hacerte ver lo que yo opino.

Jeune fille indomptableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora