veintinueve: zona gris

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Los siguientes días el viento y la lluvia azotaron Bayview

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Los siguientes días el viento y la lluvia azotaron Bayview. No había nada que odiara más que los días lluviosos, así que decidí tomarme el resto de la semana para mí. Papá no dijo nada al respecto, porque sabía que tenía que guardar reposo por mi tobillo e incluso llamó a la escuela para justificar mi ausencia.

Durante ese tiempo me dediqué a pensar lo que había aprendido desde que decidí darle una oportunidad a Jordan para saber lo que siente y así descubrir la verdad.

Ahora sabía que él realmente me quería... pero no de la misma manera en la que yo lo hacía y por eso no podía corresponder mis sentimientos.

Él se preocupaba por mí y había tratado de protegerme... aunque lo había hecho amenazando y golpeado a las personas.

Nuestra amistad era real y le gustaba pasar tiempo conmigo... aunque también dijo que su vida era mejor sin mí.

Cuando pienso que las cosas van bien... peleamos.

Fue frustrante darme que cuenta que no estaba segura de nada. Las cosas no eran blanco y negro con él, si no que eran gris, todo indecisión e incertidumbre.

Aunque había algo de lo que estaba segura. Estaba enamorado de él. Podía soportar que él no sintiera lo mismo que yo, pero no sabía si mi corazón podía aguantar más altibajos en nuestra amistad.

Por ahora, lo mejor era que pasáramos un tiempo separados. Sólo el tiempo me haría darme cuenta de lo que era mejor para mí y entonces tomaría una decisión.

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Regresar a la escuela la semana siguiente fue más difícil de lo que me imaginaba. No sólo por Jordan, sino por todos los trabajos escolares que se me habían acumulado y por si eso no fuera poco, en la mayoría de las clases me dieron trabajo extra, sin el cual reprobaría por todas mis ausencias y malas calificaciones.

—No creo que lo consiga, tal vez debería rendirme de una vez —le dije a Mathew de camino a la cafetería.

Mathew me había invitado a almorzar ese día. Sabía que Madison le había dicho que lo hiciera, porque ella iba a estar muy ocupada preparando a las animadoras para un torneo. Así que intenté convencerlo de que no tenía que acompañarme, pero él me aseguró que quería hacerlo.

—No, no deberías —replicó Mathew—. Entonces, ¿con quién voy a comer mañana?

Sonreí. —Hay doscientos cincuenta estudiantes, tienes muchas opciones.

En ese momento entramos a la cafetería. Estaba más ruidosa que de costumbre y por alguna razón, la gente nos miraba con ojos curiosos.

—Oye Alison, ¿no quieres comer afuera?

—Buena idea.

Seguí a Mathew hasta las gradas del campo de fútbol. Jordan también estaba allí, fumando detrás de las gradas. Quería que pasáramos desapercibidos, pero Jordan nos notó enseguida cuando pasamos a su lado.

Reparando Corazones RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora