106.- SHERLOCK

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Dafne conocía a la señora Hudson desde que era muy pequeña. La mujer la consideraba más una hija que una conocida, así que la invitaba a su casa muy a menudo.

- Buenos días- Saludó a la mujer cuando la vio en la calle.- Déjame, yo llevo la bolsa - Se ofreció cogiéndosela de las manos.

-Gracias, querida. Vengo de comprar - Explicó mientras ambas entraban en la casa. En las escaleras se cruzaron con un hombre que bajaba con cara de enfado. Cuando llegaron arriba, la mujer dio varios golpes en la puerta. - Déjalo en la cocina, cariño - Le indicó a la chica. Ella entró al lugar, que parecía más un laboratorio de química que una cocina. No supo que hacer con la compra, así que simplemente dejó la bolsa sobre la mesa y volvió al salón.

-Debería haberse abrigado un poco más- Estaba diciendo la señora Hudson. Dafne supuso que se refería a John, el hombre que acababa de marcharse.

-Mire eso, señora Hudson. Silencio. Calma. Paz. ¿No es horrible?- La chica escondió una sonrisa. El inquilino de su madrina, Sherlock Holmes, era un tipo bastante extraño. Un sociópata con aires de grandeza que resolvía casos de la policía por pura diversión.

-Seguro que aparece algo, Sherlock. Un buen homicidio, eso te animará - Aserguró la mujer dandose la vuelta para volver a bajar, pero entonces se fijó en que Dafne miraba a la pared, y ella también lo vio.- ¡Sherlock! ¿Qué le has hecho a mi maldita pared?- Le gritó escandalizada. Dicha pared tenía un papel decorativo blanco y negro. En una esquina alguien, Sherlock, había dibujado una carita con spray amarillo y ahora tenía agujeros de bala  por todas partes. - ¡Te lo cobraré en el alquiler, jovencito!- Aseguró bajando. Dafne iba a seguirla riendo cuando una explosión la derribó contra el suelo, a centímetros del borde de la escalera.

Cuando pudo levantarse de nuevo, bajó a ver si la señora Hudson estaba bien. Sabía que Sherlock lo estaba porque le había visto recogiendo un par de objetos, que no había podido identificar por el polvo, y encerrarse en su habitación. Cuando estaba apunto de salir de la casa se cruzó con Mycroft Holmes, quien le asintió con la cabeza y subió las escaleras.

Tras pasar por su casa para ducharse y cambiarse de ropa, Dafne regresó a Baker Street. Nada más entrar escuchó a Sherlock llamando a su madrina, le pedía las llaves del 221C. La chica se dirigió hacia la puerta de dicho apartamento.

-¿Qué ocurre?- Preguntó con curiosidad.

-Investigación policial- Le dijo Lestrade, poniendo su brazo para que no pudiera pasar.

-Bueno, es mi llave, así que si Dafne quiere estar aquí, no va a impedírselo, ¿Entendido?- Ordenó la señora Hudson llegando justo después. Lestrade tuvo que aceptar.

Cuando Sherlock abrió la puerta, Dafne se coló entre él y John a la casa para que el policía no pudiera dejarla fuera. El ex-militar le explicó todo lo ocurrido hasta entonces: Que en la casa que había explotado solo quedaba una caja fuerte, en cuyo interior había un sobre dirigido a Sherlock. Dentro de este alguien había había puesto un móvil exactamente igual al de uno de sus casos. El teléfono en cuestión tenía un mensaje con una foto. Una foto del salón en el que se encontraban.

Dafne observó el lugar, estaba completamente vacío a excepción de la chimenea, un espejo y un par de deportivas abandonadas en el centro de la estancia.

-No olvidemos que es un terrorista- Les recordó el detective cuando Sherlock se acercó a las zapatillas.

Todos se asustaron al escuchar el sonido de un teléfono. El castaño se sacó un móvil con funda rosa y descolgó la llamada. Dafne comprendió que ese era el aparato del sobre. Contestó una mujer, que entre lágrimas les dijo que tenían doce horas para resolver el puzzle o ella moriría.

Imaginas MultifandomsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora