Me detuve un segundo a pensar en lo que contestaría y al fin dije:
-Nada que te importe, Drake. Pero si estas tan desesperado por saber... Félix me llamó y me dijo que me fijara en su cuarto a ver si tenía unos papeles que necesitaba.-
-¿Los encontraste?- preguntó con inquietud.
-No. Le llamaré para avisarle.-
Salí desesperada de la habitación y me encerré en la mia. Simulé que nada de esto habia pasado y comencé a darle golpes al almohadón. ¿Por qué habia hecho eso? Intenté alejar ese suceso de mi mente, cuando oí la puerta de entrada.
Salí de mi habitación y vi a Félix. Había llegado.
Traía una bolsa con Él. Me sonrió a lo lejos. Me acerqué para saludarlo.
-Para tí, me dijo.-
-¿Qué es?- respondí intrigada.
-Ábrelo y lo descubrirás.-
La bolsa era blanca. No decía nada en especial. Solo era de madera. Metí la mano dentro de ella. Saqué un perfume Channel.
-¡Ay, gracias Félix!- exclamé.
-Es un pequeño regalo-
-¿Pequeño? Debió haberte costado una fortuna. Muchas gracias, en serio.-
-Lo mejor para ti-
Casi nos besamos pero Drake nos interrumpió.
Carraspeó con su garganta y siguió:
-Miranda, quisiera mostrarte algo.- dijo Drake
-¿A mi?-
-Sí, acompáñame.-
Lo seguí. Atras mio estaba Félix. Drake lo miro con una cara no muy agradable como prohibiéndole seguirnos.
Me llevó hasta la planta alta.
-Cierra los ojos- dijo Él.
Me condujo hasta doblar en una esquina a la derecha.
-Ábrelos.-
Grande fue mi sorpresa al descubrir mi antiguo caballete, pinturas, pinceles, óleos...
-No lo puedo creer- Tu hiciste esto Drake?-
-Sí, así es.-
-Esto, es muy hermoso.-
Comencé a tocar los pinceles. Sus suaves hebras de pelos parecían caricias sobre mis manos. Los óleos pedían a gritos ser usados. El caballete se conservaba en perfecto estado.
Le dí un gran abrazo a Drake. Se acercó bastante a mi y me aparté.
-Drake, todo esto es muy lindo, pero no confundamos las cosas.-
-Lo siento- dijo avergonzado.
-No tengo manera de agradecertelo.-
-No tienes por qué-
-Sí, si tengo.-
-No, no tienes- ¿Y? ¿Qué esperas? Pinta algo.
-¿Ahora?.-
-Está bien... cuando quieras. Sabes que tienes esto aqui para ti. Y espero que no te haya molestado que me tomara el atrevimiento de revisar en parte tu casa para armar esto.-
Me ruborizé. Yo había hecho algo similar con Félix.
-No, todo está bien. Fué por una buena causa. Yo no me atrevía a hacerlo, y ahora, gracias a ti puedo volver a pintar.-