Que hermoso día, vuelvo del trabajo que amo. Me dedico a animar fiestas para los niños, amo a los niños; tan puros e inocentes.
También, la mayor parte de mi tiempo soy un empresario un poco involucrado en la política.
De niño me sentía muy presionado por mis padres, era el único hijo varón, pero está bien, ahora tengo un buen trabajo y dos hijos que no viven conmigo lamentablemente.
Regresé a mi casa, hogar dulce hogar, me siento en el sillón pero, al escuchar el teléfono sonar, me tuve que levantar. Querían que fuera "Polo", el payaso, a animar la fiesta de un nene; que emoción, amo a los niños.
Me dirijo a la casa de la señora, al pasar, veo a un par de niños jugando en la plaza. Me dan ganas de... de... ¿de qué? Bueno, no importa, dicen que los sentimientos más puros no se pueden describir con palabras.
Llego a la casa de la señora, que me recibe con un cálido abrazo, desesperada porque no consiguió a nadie más. Está bien, amo mi trabajo.
Una vez finalizada la fiesta, recibo mi pago y me retiro. Camino a casa diviso a un niño de nueve o duez años solo. Le ofreceré ayuda.
Me acerqué a hablarle, estaba llorando. Lo tranquilicé y le dije que lo ayudaría pero que tendría que venir a mi casa.
Ya llegamos, nos encontramos con una puerta de pino elegante pero sencilla en una casa de ladrillo y un gran ventanal con un marbo blanco.
Lo invito a que pase y se siente para que me cuente lo que le pasó, parece que se fue a jugar y se perdió de camimo a casa, una pena.
Ya es tarde, lo invito a dormir para mañana buscar a los padres. Acepta. Me alegra que confíe en mi.
Le presté un pijama que tenía de casualidad y lo llevé a mi habitación conmigo. Lo arropé con cuidado y me quedé observándolo un rato, que niño tan hermoso. Amo a los niños.
Comence a sacrme la ropa, de repente sentía calor. Uan montaña sobresalía de mi entrepierna. Oh, amo a los niños.
El niño se despertó llorando por las caricias que le daba, solté una risilla, se veía tan tierno en esa posición. Comenzó a gritar pero fui rápido y le tapé la boca con una mano para con la otra buscar una venda en la mesilla de luz. Yo se que lo iba a disfrutar tal y como yo hice a los nueve años, un momento que me dejó marcado de por vida.
Dí una última estocada y terminé, el seguía llorando, que tristeza.
Al rato vi que se desmayó del cansancio, daba ternura. Me quité el maquillaje de payaso y comencé a cavar.
Un hoyo de 1,45 metros por 50 centmetros se encontraba en el jardín, tenía dos metros de profundidad. Era una pena, pero me tendría que deshacer del niño para que no hablara.
Entré a casa nuevamente para luego ir a mi habitación, que estaba cerrada con llave, el niño todavía dormía, pacífico, pleno.
Agarré la almohada que se encontraba a su derecha y la coloqué lentamente en su rostro. Lloro, lo lamento. Se resiste pero mantengo la fuerza, sollozando hasta que deja de moverse. Me siento triste.
Coloco al nene en el hoyo que cavé, con cuidado. Todavía las lágrimas descienden por mis mejillas. Rezé un Padrenuestro como un buen cristiano y al terminar, procedo a colocar la tierra sobre el cuerpo sin vida.
Eran las 3 A.M. y yo me iba a dormir para mañana empezar un nuevo día. Un nuevo día para alegrar a los niños y ayudarlos con lo que pueda a menos que surja un pequeño inconveniente.
Ay dios, cómo amo a los niños.
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Polo El Payaso
HorrorQue lindos niños, jugando en la plaza. Me dan ganas de... de... ¿de qué? Bueno, no importa, dicen que los sentimientos más puros no se pueden describir con palabras.