CAPITULO 10

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Nada más entrar a la casa de Oliver, este salió corriendo hacia el cuarto de baño mientras Juan se quedaba en el salón observando todo, el lugar estaba limpio y muy ordenado, todo cuidadosamente en su sitio. La casa se veía grande, en un lado una puerta que llevaba a una gran cocina con comedor, también tan ordenada y limpia que parecía que nadie la usaba, pero tras probar la comida del omega, sabía que ese no era el caso, regresó al salón y se sentó a esperar tranquilamente.


El fuerte olor del omega llenaba la casa y salía del baño, Juan respiraba intentando mantenerse sereno con la llamada que hacía el omega, su alfa se revolvía en su interior de ganas y deseos de hacer suyo al hombre. Sabiendo lo sufrido que era para Oliver, se concentró en serenarse y en repetirse que él no haría nada, que permitiría al omega llevar las riendas de todo lo que deseara y hasta donde quisiera llegar, mantendría al alfa atado.

—Me hacía falta la ducha, me siento más cómodo, ¿te apetece tomar algo? —Oliver trataba de mostrarse sereno como si su omega no estuviera luchando para tirarse sobre el joven que le miraba con sorpresa, sabía que el celo estaba ahí duro y haciendo que su cuerpo estuviera lubricando, manchando poco a poco todo lo que acababa de limpiar de sí mismo.

—No, no me apetece tomar nada, pero ¿podría besarte? Llevo deseando hacerlo desde que te vi la primera vez.

Oliver se acercó al alfa nervioso, sería su primer beso, bueno sería su primer todo, tras ducharse se había puesto una camiseta y un pantalón corto, sentía como el lubricante empezaba a mojar la tela, no le quedaba mucho más tiempo de raciocinio antes de que el omega saliera totalmente.

—Claro que puedes, lo estoy deseando. —Se sentía tan nervioso.

El alfa se aproximó e intentando no asustarlo le rodeo con sus brazos, le alzó con delicadeza la cara y lentamente fue acercando sus labios a los del omega, sus ojos no perdían ninguna de las expresiones de la cara del omega, sentía al pequeño hombre temblar entre sus brazos y como sus pequeñas manos se aferraban agarrando su camiseta por la espalda, con suavidad acarició esos anhelantes labios con los suyos, sintió como un suspiro de alivio salía del omega y como su cuerpo se amoldaba al suyo, dejándose llevar poco a poco.

Para sorpresa de Oliver, no sintió asco ni ganas de vomitar, el olor del alfa le atraía y deseaba sentirle más cerca, bañarse en su olor, sumergirse en él. El alfa comenzó a besarle con más pasión, se sintió desfallecer entre sus fuertes brazos mientras el joven profanaba e invadía su boca. Aquel joven estudiante era realmente bueno besando. Las manos del alfa se fueron perdiendo entre sus ropas y sintió la caricia de sus ardientes manos por su torso, mientras sus labios descendían por su cuello dejando un camino que ardía. Sentía su lubricante deslizarse por sus piernas, ya había perdido la batalla y el omega se hacía cargo de toda la situación.

—Omega, vamos a tu cuarto, dime dónde está, si es que quiere continuar.

—No puedo moverme, las piernas no me sujetan.

—No te preocupes, yo te llevo. —Le alzó como si no pesara nada y se encaminó al dormitorio que el tembloroso omega le indicó.

Para el joven era más que obvió que Oliver no tenía ninguna experiencia, su beso había sido algo torpe, pero le había intentado seguir y parecía que realmente disfrutaba de lo que le iba haciendo. Lo más importante, el joven se veía excitado y con ganas de tocarle y ser tocado, no parecía que fuera a enfermarse.

Se sentó en la cama con el omega sobre sus piernas, para seguir besando y jugueteando con su cuerpo, que fuera acostumbrándose, no quería asustarlo así que la parte de desnudar a ambos sería más lenta, a no ser que el omega lo acelerará.

No deseo amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora