Capítulo cincuenta.

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–Yo le pedí que viniera a recogerme –expliqué mientras miraba el auto de Jimin detenerse a un par de metros de nosotros y di un paso alejándome de Bloo, pero él me detuvo.

–No te vayas con ese idiota –gruñó con sus dientes apretados mientras me sujetaba por el brazo.

–Tengo algunas cosas que hacer –me solté del agarre–. Te enviaré un mensaje más tarde avisando la hora a la que vendré. No quiero volver a interrumpir tus asuntos.

–No tengo ningún asunto. Iré contigo a hacer lo que sea que tengas que hacer, dile que se vaya –miró fijamente al auto de Jimin.

–Tú estás ocupado –sonreí y le di la espalda.

–Voy a echarla de inmediato si me lo pides –jaló mi mano deteniendo una vez más mi andar.

–No es necesario y deja de agarrarme –sacudí la mano soltándome.

–¿Danbi, todo bien? –Cuestionó Jimin al bajar del auto.

–Si –le sonreí a Jimin y caminé rápidamente hacia su auto para evitar una confrontación–. Gracias por venir.

–¡Danbi! –gritó Bloo desde su lugar mientras me miraba subir al auto.

–Por favor da vuelta y vámonos –supliqué mientras me abrochaba el cinturón y evitaba mirar a Bloo.

Sin decir una palabra Jimin dio marcha atrás y le bastó un rápido giro para encaminarnos, levanté mi mirada hacia el retrovisor y vi en el reflejo como Bloo se quedaba allí de pie en medio del camino.

–¿Quieres contarme que pasó? –cuestionó Jimin con su voz teñida de recelo.

Tome airé profundamente y solté un suspiro para luego empezar a reír, tomé aire una vez más intentando calmarme.

–Hice el ridículo, eso pasó –expliqué.

–¿Qué? –él me miró momentáneamente y regresó su atención hacia el camino.

–No me hagas caso... –reí por lo bajo sumiéndome por un momento en mis propios pensamientos.

–Dijiste que necesitabas un gran favor...

–Lo acabas de hacer. Me sacaste de ahí. Te estaré agradecida por el resto de mi vida –sonreí.

–¿Y porque querías huir de ahí?

–Eso no es importante –lo miré–. No tardaste casi nada, ¿Dónde estabas cuando te llamé?

–Fui al karaoke, ¿recuerdas que te invité? pero me rechazaste como por millonésima vez.

–Lo siento... debí aceptar tu invitación...

–No hay problema. ¿Y ahora a dónde quieres ir?

–Puedes dejarme en alguna parte por el centro y regresar con tus amigos.

–No quiero regresar. Estaba aburriéndome como una ostra antes de que llamaras.

–Bien... entonces... –puse mi mano ligeramente en su brazo–. Talvez sea abusar de tu amabilidad, pero... ¿crees que puedas ayudarme con una cosa más?

–Por supuesto, pídeme lo que quieras.

–Tengo que ir a la residencia a recoger mis cosas –suspiré y empecé a explicarle todo lo del problema con mi hospedaje.

–Que mal... –comentó él–. Pero quien hace esas reglas estúpidas, debieron darte un primer aviso de advertencia, no pueden echarte de un momento al otro.

–¡Exacto! –de pronto estaba molesta–. No estaba enterada de ese maldito reglamento, si lo hubiera sabido no me habría ido a la casa de mi bro.

–¿Bro?

RUDEWhere stories live. Discover now