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Narra Lou

— Quiero preguntarte una cosa —los labios de Ayno dejan de mordisquear mis pezones, encontrándose mis ojos con los suyos.

Desde que hemos llegado a su casa no ha dejado de besarme, quitándome mi camisa en el trayecto a su habitación, el resto de ropa, de la de ambos, de la misma forma, poniéndome nervioso, atacando incluso mi cuerpo con sus labios y dientes.

— ¿Qu..qué cosa? —no puedo evitar sentirme nervioso —¿he hecho algo mal?

— No has hecho nada mal, no —sus dientes rozan de nuevo mis ya sensibles pezones —¿eres virgen Lou?

Su pregunta me sorprende tanto que no puedo detener el aumento de mis nervios como tampoco el gemido que se me escapa, resonando entre las paredes de su habitación.

— No soy virgen.

Sus ojos se clavan en los míos, sintiendo mis mejillas arder.

— ¿Bromeas? ¿No estabas enamorado de mi? ¿Me has mentido? —arqueo mi espalda cuando presiona un dedo en mi entrada —si estás enamorado de mi no puede ser que te hayas entregado a otro.

— ¿Qué tiene que ver? —reprimo un gemido cuando introduce el dedo —p..para por favor. Que est.. esté enamorado de ti n.. no significa que no pu.. pueda hacerlo con otro. Tu y yo no eramos nada igualmente en ese momento.

Introduce otro dedo, haciéndome gritar del placer y el dolor.

— Eres un mentiroso —sonríe sin dejar de mover sus dedos —tu eres virgen cariño.

Niego con la cabeza, intentando cerrar mis piernas, siendo separadas de nuevo con su mano.

— Si no lo eres no te importara que juguemos un poco ¿no?

Levanto la cabeza, mirándole confuso, viéndole hurgar en uno de sus cajones con su mano libre, la que sostenía mi pierna manteniéndolas abiertas, observando el pequeño vibrador que saca de el, escuchando el zumbido que dirige hasta mi trasero, rozando mi entrada con el mismo cuando saca los dedos de mi interior.

Mi cuerpo tiembla, tensándose mis piernas contra sus caderas cuando está por introducirlo.

— ¡Para! —grito cuando siento que va a introducirlo un centímetro mas —vale, si que soy virgen.

Respiro aliviado cuando aleja el juguete de la cama, volviendo a dejarlo donde estaba.

— Ya decía yo.

Quiero protestar, decirle que es un idiota por hacerme sufrir de esta forma pero me lo impide, besándome con cierta posesividad los labios, aceptando su lengua y la unión de la misma con la mia, gimiendo cuando se mueve entre mis piernas, frunciendo los labios, apretando las sabanas entre mis dedos cuando le noto, erecto, caliente, frotrandose contra mi propio miembro.

— Lo haré despacio —asiento, apretando más las sabanas entre mis dedos.

Mi cuerpo se empieza a tensar, sintiendo como se desliza lentamente, penetrándome sin forzar, sin usar la fuerza que se que está conteniendo, notando en todo momento como su miembro va cada vez empujando más profundo, abriéndose paso por entre mis músculos internos, deteniéndose cuando la unión de nuestros cuerpos es completa, relajándome por un momento.

Solo por un momento.

— No voy a romperte cariño —golpeo su espalda, incorporándome lo suficiente para poder besarle.

Se mueve sin perder más tiempo.

El dolor que siento al principio, con las primeras embestidas, es reemplazado por placer, gemidos que intento retener, saliendo finalmente de entre mis labios. Sus labios besan mi cuello, sus caderas se mueven, gimo, gime, muerde la piel sensible de mi cuello, arqueo mi espalda cuando me penetra de forma que entra más profundo, presionando con fuerza mi próstata, en ese punto que me hace gritar de placer, subiendo mis piernas a su hombro, quejándome cuando me siento vacio, volviendo a gemir cuando me penetra, pegando su pecho a mi espalda cuando me da la vuelta quedando arrodillado, apoyando en mis manos, entrelazando nuestros dedos sobre nuestras cabezas, presionando la almohada, besándole, separando mis labios de los suyos incapaz de continuar con la unión gimiendo, llegando al intenso orgasmo varias embestidas después, duras, cuidadosas, cargadas de un fuego que me hace arder, explotar, manchando las sabanas, sintiéndome lleno por su propio semen, y su peso sobre mi cuerpo sin romper nuestra unión, intentando controlar mi respiración.

— Ha sido increíble —me hace girar de nuevo, sin poder poner resistencia —quiero más.

— Estás loco —intento normalizar aún mi respiración, abrazándome a su cuerpo —acabo de perder mi virginidad contigo y ya quieres explotarme.

Gruño cuando vuelve a moverse, penetrándome primero suave, subiendo mis piernas a sus hombros, después moviéndose más rápido, embistiendo con más fuerza, gritando cuando toca ese punto en mi interior, abrazándome bien a su cuerpo, besando sus labios con algo de dificultad. Nuestro cuerpos chocando crean una melodía que me encanta, nuestros gemidos siendo el mejor compás, sus labios lo mejor que siento marcando mi cuello, hinchando mis labios cada vez que me besa, sus caricias volviéndome loco, su miembro en mi interior haciéndome vibrar, agotándome, satisfaciéndome como nunca creí que sucedería, al menos no lejos de mis sueños. El segundo orgasmo de la mañana no se hace de rogar, sintiendo su pene siendo apretado aún más en mi interior, llenándome con su semen por segunda vez, su cuerpo pegándose al mio cuando cae rendido, enredando mis dedos en su sudado cabello, sintiéndome vacio y su esencia escurriéndose por entre mis muslos sin importarme demasiado.

— Estoy loco por ti —deja un pequeño beso en mis labios —¿aún sigues enamorado de mi?

Pero si somos novios..

Frunzo el ceño ante su estúpida pregunta, asintiendo porque es más que evidente, más que nada porque yo no me acuesto con alguien si no me gusta. Abrazo su cuerpo con mis brazos y piernas, moviéndome un poco bajo su cuerpo, acomodándome sobre el colchón de forma más cómoda, sonriendo cuando gime por el roce de nuestros miembros.

— Ayno —emite un gruñido dándome a entender que me escucha, a pesar de estar con los ojos cerrados —¿pensabas de verdad usar eso conmigo?

— Puede —sonríe abrazándose mejor a mi cuerpo —seria divertido ver como un virgen descubre su sexualidad con el pequeño vibrador. Nunca lo he usado. Me lo regalo Ace diciendo que podría usarlo.

— ¿Ace te ha regalado eso? —asiente —dudo que tu seas de los que hacen esas cosas. Seguro que has tenido relaciones con muchos a estas alturas.

— ¿Quieres saber un secreto? —asiento porque realmente me interesa —tuve un intento de ello con un chico, pero íbamos borrachos y me insulto de tal forma que me negué a dejarle hacérmelo. Mi primera vez eres tu Lou. No me mires con esa cara por favor. Bastante mal lo pasé ese día cuando intento forzarme en el callejón ese. Si no fuese por tu hermano lo habría logrado y tu y yo no estaríamos aquí.

— ¿Cuál de mis hermanos?

— El que me odia —acaricio despacio su espalda, relajando poco a poco la tensión que se le esta acumulando —Tu hermano Baron me odia desde hace mucho. Se piensa que le voy a robar a su novio y a mi Ace no me atrae en ese sentido. Es mi mejor amigo. Nada más.

— Por eso no quería que me acercase a ti. Entre otras razones —asiente —lo siento.. hablaré con él y le haré ver que no eres como cree.

— Me da igual lo que crea si tu no me abandonas —roza sus labios con los míos —¿te quedas a dormir?

Asiento, sonriendo cuando vuelve a acurrucarse entre mis brazos, durmiéndose a los pocos minutos, dejando un beso sobre su cabello rosado, durmiéndome al poco también.

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