Todo pasa por algo, el lazo rojo del destino no se puede cortar, no podemos evitar conocer a una persona que debía conocer y aprender de ella. El tiempo nos da sorpresas y estoy seguro que hoy puedo llevarme una; decidí salir a dar un paseo por la enorme ciudad en una tarde de Sábado. Es estresante el hecho de llevar la rutina diaria, no va mal de vez en cuando salir un poco.
Me dispuse a visitar el centro comercial, ubicado a veinte minutos de casa, habías cosas de aseo personal que debía comprar, por lo tanto mataba dos pájaros de un tiro, los centros comerciales repletos de mucha gente, desconcertado paseo por los pasillos de la gran plaza comercial, llevaba encima la chaqueta de piel que mi gran tío de Shibuya me había regalado, se me venía elegante de la manera que yo la usaba, en mis oídos los audífonos pues no espero toparme con nadie así que no le prestó atención al exterior, claro que soy precavido pues al cruzar las calles debo estar muy atento o no quiero imaginar que podía suceder.
El celular dónde tengo conectado los audífonos suena ahora Norwegian Wood de los Beattles, me gusta mucho esa canción y me ayuda a pronunciar más el inglés.
Se dice que esa canción tiene una historia, una historia creada en alguna parte de Kanto por algún buen escritor.
Mientras paseaba sin destino me detengo en una tienda de electrodomésticos, en ella pantallas enormes a disposición de los clientes, la principal de todas, la céntrica reproducía un PV de la diva virtual Hatsune Miku, estrenando su más reciente sencillo. Mire por de fuera del vidrio, me percaté de muchos aparatos electrónicos pero no vi ningunos audífonos que pudiesen interesarme, seguí mi camino rumbo a la tienda donde encontraría las cosas de aseo personal que necesito, pensaba en porque la gente toma enserio andar a la moda, tener lo mejor del momento y lo tienen lo desechan sin pensar que, así como ahora consiguen lo más nuevo alguna vez lo que tienen lo fue y que ese nuevo producto en cierta fecha formará parte del pasado de moda.
En fin, muchas preguntas que no me llevarán a ningún lado, seguí mi camino, las tiendas seguía y seguían muchas chicas salían y entraban de ellas, reían con sus acompañantes o las que iban solas, iban a lo que iban.
Por fin llegue a mi destino, al llegar a donde quería suelo buscar lo que voy a comprar, no me agrada perder el tiempo en mirar cosas que quizá no compre o solo por perder el tiempo.
Tome las cosas que compraría, elegí las marcas de preferencia y las que salían a precio justo a lo que llevaba para ellas, empaque en una bolsa de plástico para su traslado cómodo, tome las bolsas y me retire, sin embargo justo al dar media vuelta tope de frente con una chica que enseguida pedí disculpas por el choque que ambos provocamos, ella portaba una hermosa chalina en sus hombros, así mismo una cazadora de color marrón, unas gafas con acabado metálico y en ella un bolso del mismo color que la cazadora, su mirada mostraba la edad inocente de aquella chica, sus ojos café claro que al verlos vi la sinceridad de una disculpa, sus zapatillas hacían juego con toda esa vestimenta, no debo admitirlo, me enamore a primera vista de aquella chica que en el aire soltaba el dulce aroma de la fragancia corporal que ella usaba.
Quería saber su nombre, quería saber su número de celular para saber si tan solo un día ella y yo podíamos salir, agite la cabeza para alejar esos pensamientos de mi mente y continuar mis compras; me aleje de dicho lugar, ahora con la meta de conseguí algo para cenar, algo rápido, un ramen quizá estaría bien para hoy, no quería llegar a cocinar nada así que uno instantáneo estaría muy bien, la pereza era descomunal "caso perdido" -repetí-
el centro comercial plagado de familias, de novios, de amigos, cada uno con el sonar de sus zapatillas, cada uno con el aroma de su fragancia, cada uno con el estilo de moda, pero ninguno con el estilo de aquella mujer que choque hace unos instantes, por más que deseaba alejar su mirada, olvidar su olor, olvidar el color de sus ojos y de esa cazadora...no podía hacerlo, que rayos sucedía, nunca me había sucedido tal cosa, ni en aquellas salidas nocturnas en donde una copa acompañaba la velada, cientos de mujeres bailando al ritmo de la música, cientos de caballeros dejándose coquetear por dichosas mujeres para obtener un trago más o quizá solo quizá algo más aparte del trago, el humo del cigarrillo que yacía en el cenicero, un cigarrillo a medio fumar, se hacía a cada minuto más y más pequeño y yo, solo miraba la copa y me dejaba llevar por los recuerdos, dejaba que mis sentimientos se hicieran ceniza igual que el cigarro, alguien no los consumió, alguien simplemente los dejo al olvido como el dueño del cigarrillo, alguien tuvo un interés más en otra cosa y los dejo consumirse al punto de desaparecer.
En esa ocasión, no deje que mis palabras me llevaran algún lugar, solo deje que mi instinto llevase a mi cuerpo a ese lugar, un lugar que en la penumbra de la madrugada mi cuerpo y el cuerpo de una de las tantas mujeres de esa noche se hicieran uno solo, la noche no sería fría en ese momento, la noche no sería la misma a la rutina, los recuerdos se irían por un instante y el amor, el poco amor que esa persona dejo, lo consumiría una desconocida, y yo el amor de esa desconocida lo usaría para levantar la mirada. Escuche los fuertes gemidos de esa mujer, hacían eco en la habitación que solo contenía una cama, un pequeño taburete y un espejo, la puerta del bañador entre abierta y su luz apagada, en el pequeño taburete yacía una lámpara que desplegaba una luz tenue, dándome la capacidad de ver entre la densa oscuridad los pequeños senos de la desconocida, en el acto, no pensaba nada, mi mente en blanco, solo sentía el roce de sus piernas que apretándome me pedía un poco más. La mini falda, las pantimedias, las zapatillas de tacón de la desconocida se encontraban olvidadas en la alfombra, las demás prendas dispersas sobre la cama, mi camisa, el pantalón los zapatos le hacían compañía a los de ella en la alfombra.
Devore su cuerpo como solía hacerlo con la chica a la que le entregue mis sentimientos, no me importo ni siquiera saber su apellido de la mujer que estaba tendida sobre la cama y yo encima de ella, con saber su nombre y pocos datos me daba igual; ella se llamaba Yoko su edad veintitrés años, mayor que yo, si, su rostro no tenía marcas parecía el de una pequeña estudiante de bachillerato, sus piernas tan delicadas y bien cuidadas no eran el de una de veinte años, sus manos de una suavidad tan agradable, sentía su tacto en mi espalda cuando ella pedía un beso en los labios. por lo poco que hable con ella al tomarnos los tragos, supe que solo venía a estos lugares a desesterarse de la universidad, la compañera de cuarto también la estresaba, una chica loca por la historia universal y de gustos musicales instrumentales, a ella no le iba eso, en su propia habitación era atormentada por el estrés. ¿cómo fue que llegamos a esta habitación por unos cuantos yenes? no lo sé, lo único que sé que ella disfruta de sentirme dentro al igual que yo sentir la humedad de su parte y la humedad de sus labios.
Recordé todo eso para quitar los pensamientos de la chica de cazadora marrón, aún así no funciono pues seguía en mis pensamientos, llegue a la tienda de ramen instantáneo y pedí el mejor complementado, una botella de agua natural y tome asiento a disfrutar de mi pequeña cena, una cena inesperada al igual que la inesperada aparición de esa chica en la tienda.
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Ai Kotoba [Palabras de Amor]
RomanceLa historia inspirada por la canción Ai Kotoba de Hatsune Miku. Mikuro es una chica de gustos especiales pero que ha perdido la fe del amor, al ver como las personas fallaban a otras; ella decide disfrutar de la soledad en un mundo llenos de sonrisa...