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Narra Ayno

Cuando he llegado al punto donde dejé escondido mi proyecto he podido escuchar a varias personas hablando sobre la extraña forma de regresar las estrellas al cielo puesto que nadie ha comentado la solución en contra de la contaminación.

De los hombres del gobierno no he visto absolutamente a nadie, sintiéndome en cierto modo aliviado. Alivio que se fue cuando otro grupo de gente comentaba algo que notó en el cielo, lo cual estoy buscando ahora, porque si de verdad hay un fallo tengo que arreglarlo antes de que algo malo pase.

— ¿Dónde se supone que está la falla? —sigo buscándola, observando concienzudamente.

Minutos que acaban siendo una hora y no encuentro nada, sentándome cansado de tanto buscar, sintiendo de pronto algo crujir bajo mi cuerpo, incorporándome un poco, tomándolo entre mis manos.

— Esto..

Lo miro, analizo, pensando de que puede tratarse. Me acerco con cuidado al proyector oculto, inspeccionándolo, notando que nada le falta, volviendo a mirar la pieza y al cielo, escuchando un chasquido cercano, tensándome, levantándome, girándome hacia donde escuche la dicho sonido.

— No puede ser..

Me alejo lo más rápido que mis tensas piernas me lo permiten, tropezando, cayendo de espaldas sobre el césped reseco, cortándome con la pieza que me encontré, mirando la sangre que brota de mi mano y muñeca, alejándome lo más rápido posible cuando chispas frente a mis ojos empiezan a estallar.

En el momento en que piso con fuerza el suelo, impulsándome hacia arriba para levantarme es cuando me sorprende, rodeándome una intensa capa de humo que me ciega, impactando como si se tratase de una bomba explotando. Un incomodo y doloroso pitido se escucha en mis oídos, cayendo al suelo, tapándome, tosiendo, sintiéndome mareado de pronto, con el dolor en mi cabeza volviéndose más serio, impactando contra la fría superficie del suelo.

La sangre en mi mano sigue brotando al igual que en mis oídos, limpiándola como puedo, escuchando solo un pitido ensordecedor, arrastrándome a ciegas por el suelo, sintiendo mi cuerpo cada vez más pesado, algo fuerte presionando mi mano, gritando sin escucharme siquiera, perdiendo la consciencia en cuestión de segundos.

Narra Lou

La alarma en toda la ciudad es ensordecedora desde hace dos horas, momentos después de recibir esa llamada de alerta para desalojar, hablándole a Baron de lo que ocurre.

Aún intento contactar con Ayno, sin éxito, preocupándome cada vez más porque no responde, frunciendo el ceño.

— Seguro que está en un lugar seguro —Jacob intenta calmarme pero eso solo me pone más nervioso —no van a dejarle sin avisar a pesar de ser su idea.

— Tenemos que ir a donde lo puso —gruño, cada vez más tenso —estoy seguro de que está aún allí. Me ha dicho que se dirigiría allí y han pasado más de tres horas. ¿Y si le ha afectado más por estar cerca?

— Deja de pensar en eso Lou —Baron se gira hacia mi —estamos casi llegando.

Ace, que es quien conduce, aparca a los pocos minutos. Sin esperar a los demás bajo, cubriendo mi rostro con el cuello de mi jersey, sintiendo el picor del humo en mis ojos.

Prácticamente no veo nada por el humo extraño que me rodea pero si lo suficiente para poder buscar a Ayno, tanteando por el suelo, desesperándome cuando no le encuentro, chocando mi pie contra algo duro.

— ¿Qué es eso? —lo tomo entre mis manos —¿un misil?

— Es un cañón de humo que ha explotado —lo miro, señalando el temporizador —y podría asegurar que es cosa del gobierno porque Ayno no esta aquí.

— Acabará apareciendo —dejo el cañón el suelo, volviendo al coche —vamos a las zonas que hayan puesto como punto seguro. Tengo que encontrarle. A lo mejor está herido.. y no me lo perdonaría.

Los cuatro subimos al coche, poniendo rumbo hacia la zona segura más cercana, repitiendo la misma acción, esta vez de forma más segura, sin encontrar a Ayno, perdiendo hora tras hora las esperanzas de encontrarle cuando llegamos al último punto.

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