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Narra Lou

"Ocho meses después"

Ayno duerme profundamente a mi lado, en la cama de matrimonio que instalamos en su casa cuando me mudé a vivir con él después de recibir el alta, dejando a Baron toda la casa para él y su prometido Ace.

Además de nuestra habitación también tenemos decorada la de nuestro futuro bebe, que no sabemos que será porque ambos decidimos saberlo cuando naciese.

Lo cual estoy seguro que será ahora porque no para de moverse en mi interior, sintiendo el movimiento en mi enorme barriga, incapaz siquiera de levantarme o sentarme siquiera.

— Ayno —le muevo, zarandeándole un poco más fuerte —creo que ya está llegando.

— ¿Quién está llegando? —hablando en medio del sueño —si es uno de tus hermanos no son horas de visitas.

— Viene tu hijo —grito, sintiendo de nuevo esa molestia —y no puedo levantarme.

Ayno pega tal salto en la cama que, de no ser porque es lo suficientemente grande, podría asegurar que me habría caído, peligrando la vida de nuestro hijo. Sus manos sostienen las mías, ayudándome a levantarme, vistiéndome, saliendo cuando estoy listo, andando hasta la casa de mi hermano, que por suerte está aquí cerca, agradeciéndolo mi cuerpo que a penas puede moverse ya, llamando Ayno al timbre, siendo recibidos por un adormilado Baron.

— ¿Puedes llevarnos al hospital? —intento controlar mi respiración —ya no puedo más..

Me arden los ojos por el dolor, dejando libres las lágrimas incluso cuando los cuatro estamos en el coche, apoyando mi cabeza en el hombro de mi novio, casi cayendo en el sueño, aguantando despierto para entrar en el hospital por mi propio pie, lo cual hago una hora después cuando entrando de la mano de mi novio, siguiéndonos mi hermano y mi cuñado, sentándome en una silla, agradecido porque ya no podía más, siendo llevado directamente al quirófano cuando el doctor ginecólogo advierte algo que no comprendo bien.

— ¿Qué le pasa a nuestro hijo? —le pregunto a Ayno, quien sostiene mi mano con fuerza —¿no morirá verdad?

— No va a morir cariño —sus labios presionan los míos.

Por unos minutos solo siento los labios de Ayno, sus manos acariciando mis mejillas, limpiando mis lágrimas, respirando aliviado unos minutos después cuando al final lo escucho.

— Ya está aquí.. nuestro hijo —abrazo con fuerza a mi novio, que también me abraza.

— Aquí tienen a su pequeño —una enfermera deja al pequeño bebe, nuestro bebe, sobre mi.

— Parezco un idiota llorando —acaricio las regordetas mejillas —se va a parecer a ti.

— Tiene todo de mi precioso novio —besa la cabecita de nuestro bebe.

Niego con la cabeza, siguiendo con mi dedo perfilando el pequeño rostro, su manita, sintiéndome vacio cuando la enfermera se lo lleva para las pruebas habituales, unicamente volviendo a sentirme completo una hora después, abrazado a Ayno en mi habitación del hospital, cogiendo a nuestro pequeño entre los dos, dándole su primer biberón sintiéndonos al fin, después de todo lo ocurrido en el último año, que somos una familia real, unida.

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