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Era una mañana fresca y hermosa, el sol aún no salía. Un hombre tan alto como un poste de luz pero tan feo como la chingada, se levantó para comenzar su día, eran exactamente las 4 de la mañana. Se dirigió al baño para peinarse y ponerse su ropa deportiva. Salió, como todas las mañanas a correr por los caminos de su montaña, la cual era la más alta existente en la tierra.

Regresó a su casa después de toda la caminata y se preparó para ir a trabajar.

Después de horas de viaje, llegó a las instalaciones educativas en donde trabajaba y entró, o eso hubiera logrado de no haber caído de cara contra el piso ya que se tropezó con algo... O con alguien.

Se levantó y miró el camino encontrándose con la mujer más pinches diminuta del mundo.

-A chinga! Un pitufo! - dijó sin pensar

-Haber dilo otra vez, hijo de tu puta madre - lo retó el pituf... Es decir, la señorita.

El hombre, muy apenado se disculpó y le ofreció su ayuda para levantarse. Esta lo rechazó y se fue a la verga a dar clases y el contrario hizo lo mismo.

Y ahí estaba otra vez, diciendo lo mismo de siempre a sus alumnos, que eran unos tontos, idiotas y que según su mamá, el fue un niño superdotado y estaba harto de ellos.

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⏰ Última actualización: Nov 06, 2019 ⏰

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