ice cream

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richie adoraba los helados. más de lo que se adoraba a sí mismo y eso es decir mucho. sus dieciséis años no fueron realmente difíciles.

pero no adoraba el helado más de lo que adoraba a eddie. y si había algo que adoraba de eddie era quitarle su helado. claro que no era fácil. al parecer beberly le había enseñado a dar buenos puñetazos y siempre le sacudía uno en el brazo cuando le intentaba quitar el helado.

pero eh, conocía a eddie mejor de lo que se conocía a sí mismo. y eso es increíble.

así que encontró la forma de conseguir su helado. su querido helado, pagado por el dinero de la querida sonia kaspbrak que pensaba que era para sus medicamentos. los perdedores guardaban el secreto y el heladero despreciaba a sonia tanto como la enfermera que atendió a eddie cuando le rompieron el brazo.

—tienes la boca tan grande— dijo eddie, mirando con asco como él comía su helado. lo terminó en poco.

—eso le dije a tu madre anoche— beverly dejó escapar una risa, suave y pequeña. ben y bill la miraron con cariño. mike rió también.

stanley lo miró de reojo, antes de gorjear con su voz grave y temible. richie la adoraba. para ser sinceros adoraba también a stan. sólo qué de forma diferente a eddie.

—seguro que ella contestó: “desearía tenerla más pequeña, apenas siento nada”— entonces las carcajadas de Beverly rompieron el aire. se sujetó el vientre mientras todos reían, menos eddie y richie. uno estaba demasiado ocupado comiendo su helado (aunque le sonrió a stan) y el otro sintió como sus orejas se calentaban.

—a veces te odio, rarito de los pájaros— beverly y mike reían de forma ruidosa, en carcajadas. cada vez que se calmaban, luego se miraban por el rabillo del ojo y empezaban a reír otra vez.

—¿vamos a los barrens?— preguntó beverly, bill asintió. beverly sacó su paquete de cigarrillos y se puso uno en la boca.

—eds, dame de tu helado, he terminado el mío— el chico negó con la cabeza, apartándose del de gafas.

—¡no, es mío! ¡y no me llames eds, es idiota!— richie sonrió y aprovechando que era más alto que él, le quitó el helado, llevándoselo a la boca.

querría decirte que fue sexy pero no lo fue. eddie se imaginó todo eso. todas las rosas. richie no lamió el helado, literalmente lo mordió. y aún así, eddie tuvo problemas esa noche.

adolescentes hormonados, qué puedo decir.

los dientes de richie gritaron de dolor ante el puro frío y masticó. le costó un congelamiento de cerebro.

—¡te odio tanto, bocasucia!— exclamó eddie, dándole el helado.— ¡tómalo, no quiero que me contagies tu miopía!

—l-la— el jefe del grupo tomó aire.— l-la m-m-m-mi-miopía n-no se con-contagia, idiota.

—siendo richie, seguro que lo hace— murmuró enfadado eddie, cruzándose de brazos. beverly miró a richie por el rabillo del ojo. el chico estaba totalmente sonrojado, mirando el helado como si fuera oro.

beverly sonrió. ben sonrió al verla sonreír.

años después, quizás cuatro, eddie le compraría dos helados a richie para que no le quitara el suyo.

dentro de esos cuatro años, richie por fin tendría el valor de decirle lo que siempre se callaba.

—ey, eddie.

—¿hm? ¡hm!— y un beso con sabor a menta y chocolate se coló en los labios del chico. richie se prometió dejar que lo invitara a más helados si todas las citas terminaban así.

ice cream | reddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora