/Narra Astrid/
Luego de aquel viaje hacia el nido de los dragones, volví a mi casa y me acosté a dormir algo nerviosa. Tenía muchas cosas en mi cabeza y no sabía como reaccionar o que hacer. Estaba en un debate conmigo misma entre decirle o no a mi padre lo que habíamos descubierto, pero sabía que si lo hacía, Tormenta sufriría.
Cuando abrí los ojos, noté que era ya de día. Mi padre me despertó, me animó y me dió algunos consejos para el combate. Me despidió con una sonrisa y se fue a cumplir con sus deberes de jefe. Salí hacia el ruedo y allí me esperaba cierto chico con cabello castaño y ojos tan preciosos como esmeraldas.
Hipo: Al fin llegaste ¿Nerviosa?
Astrid: Si.
Hipo: Igual yo. Más bien, estoy aterrado.
Astrid: Todo va a salir bien. Lo sé. Les mostraré a todos de lo que los dragones son capaces. Les mostraré la verdad.
Hipo. Ojala funcione.
Astrid: Yo también.
...
...
...
Hipo: Ahora que estamos solos quiero preguntarte algo.
Astrid: *Nerviosa* ¿Si?
Hipo: ¿Era necesario raptarme para llevarme a dar un paseo? Me asustaste tanto que pensé que el corazón se me salía.
Astrid: *Decepcionada* Perdón, *Con una sonrisa* pero algo dentro mío me decía que debía hacerlo para quedar a mano. Como si se tratara de una venganza.
Hipo: Yo nunca te rapté en medio del bosque, te dejé en un árbol y te llevé a un paseo violento.
Poco a poco, la gente comenzó a reunirse para ver el evento principal. Se escucharon los murmullos de todo el pueblo y antes de que nos diéramos cuenta, mi padre inició su esperado discurso de lo orgulloso que siempre se sintió de mi, de todo lo que espera y otras cosas que fueron un poco vergonzosas.
Hipo: Suerte.
Antes de entrar, le dí un golpe en el hombro y este se quejó del dolor.
Astrid: Esto es por ilusionarme - No terminó de quejarse porque le di un pequeño beso en sus labios y luego me retiré - Y eso... por todo lo demás.
En cuanto llegó Bocón, abrió la puerta que me separaba de mi destino. Una vez abierta por completo, me adentré y allí ví a toda la multitud exaltada por mi combate. Una vez cerca de las armas, la reja de hierro se cerró mientras que yo, solamente, agarraba un escudo y un hacha para prepararme.
Desde una distancia segura, abrieron la jaula del Pesadilla Monstruosa y esta salió con su cuerpo envuelto en llamas. Se arrastró y "caminó" por todo el ruedo. Cuando volteó a verme, se acercó a mi preparado para asesinarme. Bajé mi escudo y mi hacha y traté de acercarme a él completamente desarmada.
Astrid: Tranquilo muchacho, no soy mala.
La bestia no dudó en intentar morderme la mano. Ya incapaz de defenderme, me persiguió por todo el lugar mientras corría un poco asustada, creo que grité un poco. Mi padre golpeó con su martillo una barra de metal, lo que asustó más a la bestia. Mientras corría, pude notar como Hipo tomó una de las hachas que estaban en la entrada del ruedo y lo utilizó para hacer un hueco para pasar y ayudarme.
Una vez que Hipo logró entrar, llamó la atención del dragón y luego corrió por todo el lugar esperando no ser capturado. Estoy segura que lo hizo para darme tiempo para descansar y huir.
El chico corrió por todas parte escapando de las llamas del reptil, mientras que yo pensaba en una forma de tranquilizarlo. No tuve mucho tiempo ya que presencie como la Pesadilla, de un coletazo, mandó a volar a Hipo, haciendo que se estrellara con uno de los muros de piedra. Me acerqué a él y vi como una linea de sangre salía desde donde su pelo le cubría la frente hasta llegar cerca de sus ojos. Intenté ayudarlo pero el dragón volvió a escupir fuego.
Estábamos acorralado sin opciones y sin armas. Estábamos indefensos y a punto de morir. Cerré mis ojos y abracé a mi amigo esperando protegerlo del siguiente ataque de nuestro adversario.
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CEATD (Otra Realidad)
Hayran KurguTodos sabemos quién fue la primera persona en montar un dragón. La primera persona en cambiarlo todo. Esta persona cambio el rumbo y una tradición de más de 300 años. Esta persona era Astrid Haddock. Ella y sus amigos cambiarán la historia y salvará...