Mi mirada se cruza con la de ese sujeto durante un minuto entero. Él está mirándome con auténtico odio aunque parece tranquilo, apacible, indiferente como si realmente no le importara que yo esté aquí.
El Jefe de la Elite es un hombre bastante maduro, debe estar pasando por los cuarenta o algo así. Viste un elegante traje de color negro y luce recién afeitado. Sus pequeños ojos me escudriñan haciéndome sentir incomoda.
Me parece increíble cómo pasé de adorar el aire que respiraba este sujeto, a odiarlo con toda mi alma.
—Siéntate, Cobby.
No pienso obedecerle.
Estoy plenamente consciente de lo que este hombre ha hecho. Sé que él ordenó que se hiriera a esos Pokemon inocentes, sé que él le dio una paliza a Skyler cuando ella intentó ayudarnos, sé que él envió a Onyx a atacarnos, sé que fue él quien le autorizó a Jay Jason que asesinara a Skyler…
Y sé que él es el único culpable de que ese hotel estallara con Sheryl dentro.
—Tú… ¡¡Eres un maldito!!
Dejo que la furia invada cada poro de mi cuerpo y de pronto ya estoy corriendo hacia él para golpearlo. Pero no lo consigo, pues un Espeon aparece y de alguna forma me detiene. Ese Espeon hace que mi cuerpo deje de moverse por un breve instante en el que me quedo sin aliento y no puedo respirar. Caigo de rodillas y me presiono con fuerza el pecho con una mano, pues mi corazón ha lanzado una fuerte punzada de dolor.
¿Qué ha sido eso?
¿Qué clase de poder tiene ese Pokemon?
El Jefe me mira sin inmutarse.
—No me gustan los héroes, Cobby —dice con su voz grave, fría y aterradora, no la ha distorsionado esta vez—. En mi mundo no deben existir los héroes.
—Este no es su mundo —le respondo, mi voz se escucha ahogada por la falta de aire.
—Aún no lo es, Cobby. Pero lo será pronto, y todo es gracias a ti.
—Yo no he hecho nada para ayudarle.
—Tú misma has traído aquí a los Dioses Legendarios, eso es todo lo que necesito. Has sido muy útil a pesar de ser tan impertinente.
—Diamond y los demás nunca le obedecerán. ¡Ellos no seguirán las órdenes de un sujeto tan despiadado como usted!
Esa desagradable sensación se repite en cuanto levanto la voz. Me quedo sin aliento y mi corazón vuelve a doler.
—Cobby, estoy cansado de tu boca tan soez. ¿No decías que tú podías acabar conmigo? ¿Por qué no lo intentas?
—Porque no tengo a mis Pokemon.
—Aunque los tuvieras contigo, alguien tan débil como tú no tiene oportunidades contra un Maestro Pokemon como yo.
— ¿Por qué no deja de alardear? Estoy aquí porque usted no tiene el valor de enfrentarse a mí como es debido.
—Explícate.
—Usted tiene miedo de mí, usted no tiene las agallas como para batirse en una pelea contra nosotros porque sabe que sus poderes no se comparan a los nuestros.
—Repítelo.
— ¿Qué cosa?
—Que no tengo agallas.
—Pues lo haré hasta que le quede bien claro. ¡Usted es un cobarde!
Todo ocurre en un parpadeo.
Esa desagradable sensación me congela por un breve instante y al recuperar la consciencia, siento las ásperas manos de ese sujeto cerrándose sobre mi cuello. Me estrella contra el suelo y se coloca a horcajadas encima de mí. Su peso es demasiado como para sacármelo de encima, ni siquiera puedo retorcerme debajo de él. Me toma por los cabellos y estrella mi cabeza contra el suelo. Un golpe, dos golpes, tres golpes. La sangre comienza a brotar y quedo tan aturdida que no puedo pensar siquiera en moverme.
—Necesitas un buen correctivo —sisea ese hombre, su voz se escucha demasiado lejana—. Tengo que disciplinare, y ya luego me encargaré de tus amigos. Muero por ver tu expresión cuando los veas morir frente a tus ojos. Y luego, cuando ya no te quede nada ni nadie, serás tú quien perezca. Así entenderás que nadie puede oponerse a mi autoridad.
Estrella mi cabeza una vez más contra el suelo para aturdirme aún más. Sus ásperas manos me levantan del suelo para trasladarme a su escritorio, ese Espeon no deja de mirarme. Mis ojos comienzan a cerrarse cuando la inconsciencia me llama, pero ese sujeto me abofetea un par de veces para hacerme reaccionar. Sus sucias manos se colocan en mis caderas e intenta propasarse, pasando sus dedos por esa zona entre mis piernas para luego intentar desabotonar mis pantalones.
¡Eso no lo voy a permitir, maldito pervertido!
Buscando a tientas consigo tomar un bolígrafo de entre las cosas que hay en el escritorio. Él pasa sus manos sobre mis muslos y entonces, entierro el bolígrafo en su cuello. Él retrocede soltando maldiciones en voz alta y yo me incorporo para golpear al Espeon en la cabeza con una lámpara. Espeon consigue lanzar de nuevo esa técnica que me hace quedarme sin aliento, antes de caer inconsciente junto a su Entrenador. Es tan potente su ataque esta vez que incluso los cristales de las ventanas se quiebran un poco. El Jefe se recupera, aún con la sangre brotando de la herida, y yo tomo una decisión desesperada.
Salto por la ventana sintiendo cómo los cristales cortan mi piel.
Cierro los ojos para no mirar hacia abajo y entonces caigo... ¿Sobre algo que va volando y tiene alas?
Abro los ojos y me encuentro con que Pidgeot me ha atrapado. Sé que es el Pokemon de James pues parece que incluso me guiña un ojo.
— ¡Pidgeot, estás bien!
Él asiente y suelta un silbido.
— ¿A dónde me llevas? ¿Iremos con los demás?
Pidgeot asiente de nuevo y nos alejamos de ese edificio.
¡Que el Jefe se prepare! ¡No perderé el segundo asalto!
Tengo que salir de aquí…
¡Tengo que ayudar a Perla!
No puedo quedarme en esta celda por más tiempo, me niego a que así sea.
— ¿Por qué Mawson tarda tanto? —Me quejo—. Ya debió habernos sacado de aquí.
Pero David sólo puede separar los labios sin decir una sola palabra, pues escuchamos cómo las puertas sueltan un rechinido. Vemos llegar a alguien que camina lentamente hacia nosotros.
No, no puede ser…
¿Qué hace ella aquí?
— ¿Jamie?
La mirada de mi hermana menor luce muerta, apagada y vacía. Esboza una maligna sonrisa y entonces, una potente explosión nos ensordece antes de que todo su apague.
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Pokemon V: La Batalla Contra la Elite
Fanfiction¿Por qué tuve que ver los ojos de Skyler antes de morir? Él lo dijo, Él lo repitió mil veces. Él me advirtió que si veo los ojos de alguien antes de darle muerte, esa última mirada me perseguiría el resto de mi vida. Y los ojos azules de Skyler no m...