-ahí estaba yo en la cocina, acorralándola contra una esquina de la cocina. Su desnudez delataba su cuerpo extrañamente formado considerando su edad y aun así no me importo cuando la tome con fuerza de los brazos, los eleve, coloque mi rodilla entre su piernas, contra su pelvi; Acerque mi nariz a su cuello en un movimiento tan fluido y natural, lamí su cuello y manos se cerraron uniendo nuestros dedos en el agarre. Era mi víctima, agarraba sus manos con fuerza causándole dolor y forzándolas contra la pared para que ni siquiera intentara escaparse.-
- la casa se escuchaba en completo silencio de muerte. Solo dos almas en la habitación, una en shot a punto de comprender la gravedad la situación y una tornándose en un clima de desesperación, deseo lujuria, mi corazón se aceleraba, mi respiración comenzaba a actuar de manera extraña rompiendo el ritmo por ocasiones, creo que ella podía escucharla pues muchas veces como una bestia hambrienta jadiaba en su cuello mientras miraba con morbo su cuerpo de pie a cabeza. No desperdicie mi oportunidad y en cuanto pude me separe de ella, corrí directo hacia le mesón y tome los trapos más largos que encontré, unos trapos largos hechos de seda china que solíamos usar para decorar la mesa principal o mi antebrazo cuando se me daba de hacer de mesero ingles en la casa. Lo particular de la seda de Asia es aunque se vea delicada, y sea muy suave es bastante resistente, estas fueron las que utilice para atarla de pies, piernas y boca como un total agresor sexual el cual ni siquiera se dignaba a mirarle a los dado que lo que estaba haciendo era totalmente descarado. La subí a mi hombro y esta vez de una manera más calmada la llevaba hacia mi habitación mientras mi corazón aun bombeaba sangre con violencia y el pánico, quizás así podría llamarla a esa sensación tan ávida, me invadía.-
-Al llegar a la habitación no perdí tiempo, la puse en la cama con delicadeza digna de una princesa. Cerré las cortinas, pase seguro a la puerta y desconecte el único celular de la habitación, la volví a tomar de los brazos con fuerza subiendo sobre la cama y abriendo las piernas dejándola a ella debajo, ataba sus brazos a la cabecera de la cama cuando apenas me di cuenta que mi cintura jamás había estado tan cerca de…su suaves labios rojos carmesí, de sus delicados, redondos y pequeños pechos. Miles de ideas pervertidas saltaban a mi mente, tantos juegos que podría intentar en ese momento, pero me rehusé a ser simplemente una bestia sexual. Me baje de la cama y dándole la espalda pero pudiendo verla en el espejo de mi closet el cual estaba frente a mí, comencé a desvestirme; me quite la camiseta revelando mis fuertes brazos, mi marcada espalda, mi abdomen esculpido y por supuesto mi pecho prominente. De un tirón retire mi correa y mis pantalones cayeron la piso junto a mi ropa interior.-
-La mire en espejo, aquella figura desnuda con las piernas cerradas por las mordazas, en sus ojos se notaba el miedo, su pecho subía y bajaba en señal de una respiración de pánico. No la culpaba, la habitación era oscura pero tenía tantos muebles como para dudar si solo la habitaba una persona y ese olor a perfume francés de mujer era enfermizo. Abrí el closet y de este saque tan solo tres objetos: un vibrador de color rosa con pinta de que podía ser controlado a distancia, una caja celada y un frasco con lubricante. Los lleve hasta la mesa al lado de la cama.-
-Me volví a fijar en ella, tome sus piernas y las ate de manera separada a cada esquina de la cama, entonces le quite la venda de la boca y susurre a su oído [cierra los ojos y quizás llegues a disfrutarlo tanto como yo]- tapa sus ojos con la venda y entonces deje caer del frasco un aceite para lubricar a lo largo de todo su pequeño cuerpo, las gotas se deslizaban por su pecho, subían levemente en sus senos y volvían a bajar a través de su pelvi hasta llegar en ocasiones a sus piernas. Coloque mis manos en sus costillas y comencé a masajear su cuerpo lentamente, apenas acariciándolo con las puntas de mis dedos, mientras sádicamente mordía cuello y lo besaba tan lentamente que mis labios rosaban con su cuello, mis manos llegaron a centrarse en sus senos de proporciones tan perfectas llegando a atrapar la circunferencias de estos con mis manos completas, masajeándolos y llegando a estirar sus erectos pezones hacia arriba, saque mi lengua, tome sus mejillas con unas de mis manos mientras con la otra acariciaba su vientre; entonces me atreví a lamer sus labios, su rostro en general con el propósito de disfrutar su belleza como si un dulce se tratara. Le di una pequeña bofetada por haber demostrado resistencia y entonces con mis manos termine de regar los lubricantes hasta el final de sus piernas y sobre todo en su intimidad. Me senté al final de cama, con sus piernas ya separadas no fue problema separar sus labios vaginales y entre estos más exactamente en clítoris el vibrador que se adaptaba perfectamente a su forma, siendo así la parte más protuberante y la que vibra quedando afuera y la otra parte más larga metiéndose en su vagina, mi mirada se elevó hacia su rostro y con una mirada determinada tome el mando y lo encendí a toda potencia. Ella se comenzó a retorcerse, tiraba de las cuerdas halándolas intentando liberarse pero sin mucho éxito mientras mordía con violencia la mordaza de su boca que ahoga sus gritos y quejidos en el licencio de la lúgubre habitación.-
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Mi esclava masoquista (segunda parte)
RomancePues eso, segunda parte de mi primera historia