Capítulo cincuenta y dos.

202 18 7
                                    


–¡¿La puta madre... haces aquí?! –grité debido al tremendo susto.

–Vaya, que vocabulario tan refinado –comentó irónico.

–Me diste un susto –le hice una mueca mientras caminaba hacia él–. Y cuando me asusto digo palabrotas –levanté mis hombros.

–A mí se me salen palabrotas cuando me enojo, cuando me divierto, cuando respiro –subió un lado de la comisura de su boca en una sonrisa retorcida.

–¿Puedes salir? –ignoré sus palabras–. Quiero dormir.

–¿A dónde fuiste? ¿Qué hiciste todo el día?

–Bahg... –solté una clase de quejido por el cansancio–. Aquí y allí, nada importante –gateé por la cama hasta que llegué a la almohada a espaldas de Bloo y hundí mi rostro en esta.

–Ponme atención –exigió mientras me movía por el hombro levemente.

Giré mi rostro sin retirarlo de la almohada para mirarlo, pero mi cabello cubría mi visión, él pacientemente retiró mi cabello mientras se acostaba mi lado.

–En serio estoy muuuy agotada, solo quiero dormir –musité con el puchero que me obligaba a hacer la almohada contra mi mejilla y mis ojos entre cerrados.

–¿Por qué huiste? –insistió con sus preguntas a pesar de que ya había evadido varias.

–No hui, me fui para no molestarte –expliqué con mis ojos cerrados.

–Lamento que vieras... eso...

–Como sea –mi voz estaba tan ronca que casi era irreconocible–. No importa.

–¿Estás enfadada?

–No.

–¿Y porque no me miras?

–Porque estoy muy cansada, tuve un día agotador –seguí sin abrir mis ojos.

–¿El imbécil cari-bonito te dejó agotada? –rio con ironía.

–Si –abrí los ojos encontrándome su rostro muy cerca del mío–. ¿Algún problema con eso? –levanté mi ceja desafiante.

–No me agrada ese sujeto. No quiero que pases tanto tiempo con él.

–Vamos a aclarar algo, Bloo –aunque no tenía fuerzas me obligué a sentarme en posición de indio y él hizo lo mismo. Fijé mi mirada en sus ojos–. No puedes decirme con quien debo o no, pasar tiempo. Tú y yo no somos nada.

–¿No lo somos? –él levantó su ceja mientras me miraba con seriedad.

–¿Acaso estaba demasiado drogada o ebria cuando me pediste que lo fuéramos?

–No lo pedí, pero tú y yo... –posó su mano en mi muslo.

–Tú y yo nos besamos y tuvimos sexo –retiré su mano–, eso es todo.

–Si eso es todo ¿Por qué huiste de esa forma hoy?

–Que no hui –aclaré una vez más–. Me fui porque me sentí como una tonta al irrumpir así en tu habitación, fui infantil e imprudente.

–Fue por celos.

–Claro que no –sonreí.

–Incluso dijiste que vendrías a recoger tus cosas, estabas demasiado enfadada. Esos eran celos, pero en lugar de gritarme o insultarla a ella –sonrió irónico–. Saliste corriendo.

–Escucha –fruncí levemente mi rostro–. Yo tenía varias cosas en la cabeza en ese momento y reaccioné de esa forma. Puedes pensar que fueron celos si eso te hace feliz –puse mis manos en mi rostro para poder bostezar y después lo miré vagamente–. Fin de la conversación. ¿Ahora te vas para que yo pueda dormir?

RUDEWhere stories live. Discover now