—¿Está usted lista alteza?—Jacinta pregunta entrando a mis aposentos.
Yo asiento con la cabeza.
Esto es peor de lo que pensé.
Desde la discusión con Felipe no hemos dirigido palabra alguna; en ocasiones llega a mí una vibra extraña... ¿Y si dice que no en el altar? ¿Será capaz de hacerlo?
No. No lo creo.
—Alteza, no se puede seguir pensando en ello, es poco probable que suceda.
Lo pienso.
Por un lado Jacinta tiene razón. Felipe perdería su trono al rechazarme.
—Si me acepta solo será rey de nombre, aún quedan sus padres vivos, y con ello esperanza de encontrar otra esposa.—Respondo levantándome de mi cama y caminando por todos lados.
Tengo cosas en mi cabeza, situaciones que me atormentan.
Ya me libré de una.
Morgana.
Escucho que la puerta se abre y por ella cruza quien menos espero ahora mismo.
—Largo—Le habla a Jacinta.
Lo miro fulminante.
—Me enteré que Morgana apreció muerta a las afueras de la aldea—Camina de un lado a otro como yo lo hacía hace un momento.
—Ojalá pueda descansar en paz.
Felipe ríe.
—Tú lo hiciste.—Me acusa.
Ahora río de vuelta.
—Claro que lo hice, yo nunca intento hacer nada, yo lo hago.
Su semblante cambia de inmediato.
—Si su padre...—No dejo que continúe.
—Te espero en la boda—Es lo último que digo y me marcho del aposento.
(...)
Ya estoy caminando hacia el altar.
Mi vestido blanco un poco grande resalta mi hermoso velo.
Felipe se encuentra en el altar y cuando me ve me sorprende su expresión.
Está asombrado.
La ceremonia empieza; justo como sucedió con Carlos no presto atención.
Soy católica, desde pequeña lo soy, pero esto se ha convertido solo en alianzas, en tratados; así que una boda más... Ya me la sé de memoria.
Matrimonios arreglados.
Oh. Luciano.
Me sorprende que no me importe en este justo momento que responderá Felipe cuando se le pregunte si quiere ser mi esposo.
Mi mente está en Luciano, en todo lo que podría estar sucediendo con él ahora mismo.
—Acepto—Respondo con desdén.
Yo lo miro, pero él solo tiene su mirada puesta en el padre.
—Acepto—Responde seco sin siquiera mirarme.
Tan pronto la boda se termina vamos directo al gran salón.
—¿Baila usted conmigo?—Felipe me toma la mano.
Solo asiento.
Parece que algo sucede con el.
—¿Sabes que escuché?—Me pregunta.
—Como saberlo.
Ríe.
—Si tienes la consumación conmigo, puede que el bebé que esperas muera.—Piensa un poco—Debes arrancar las amenazas con maleza.
Me deja sin habla.
—Francia no es tu amenaza.
—Carlos sí.—Reprocha.
—Carlos es Francia.
—Tu también.—Me mira con cólera y responde apretando sus dientes.
¿Por qué le afectó tanto esta noticia?
Sabía que podía pasar.
Tengo que sacar mi arma más grande...
—¿Lo dices porque Irlanda pensará que eres un jovencito estéril?
Tragó grueso.
No contestó.
Así que insistí.
—¿Es eso?
Me apretó junto a su cuerpo y susurró en mi oído:
—Si vas a ser reina debes entender bien que el rey no le responde a su esposa, te veo en la consumación.
Al llegar a la consumación todo resultó favorable.
Hasta que... Sangré.
Quería que el parara, pero no lo iba a hacer, no se detendría.
No se cuántos minutos duró, solo sé que necesitaba saber si mi bebé estaba bien.
Luego de salir de allí ordené a Jacinta que la partera más confiable revisara mi estado.
Y eso hizo.
—Al parecer todo está bien madame, solo le recomiendo no mantener más relaciones sexuales hasta que el bebé esté un poco más grande.
Agradecí con la mirada.
Le di monedas de oro y me dirigí a mis aposentos.
Allí estaba Felipe.
—Dormiremos juntos—Me dijo.
No podía más.
Mi padre no había criado a una mujer que dejase que un alguien con menos naciones pasara por encima suyo.
—¡Tienes a la reina como tú arma!. ¿Qué más puedes pedir?—Grité cerrando la puerta a mis espaldas.
—¡A ti!—Se derrumbó al ver mi estado—¡Un heredero antes de que mi madre muera!
No lo pensé antes.
Ese era su miedo.
Su madre era algo vieja, Felipe sabía que no quedaban muchos años de vida, así que quería un hijo por esta razón.
—Te daré un hijo en cuanto tenga este, es mi obligación.
Felipe cayó al piso.
Jamás pensé verlo de esta forma, derrotado y mostrando su parte débil.
—A veces no te entiendo—Confesé.
Él suspiró.
—Solo te quería tener para mí.
No respondí así que me alejé un poco de él tratando de procesar lo extraño que podía llegar a ser.
—Ven por favor—Me dijo ya que notó que no me acercaría a él—Tiene mucho que no uso esa frase.
Así, poco a poco me acerqué a él.
Desde esa noche, una conexión irrompible haría que jamás pudiese alejarme de la persona más parecida a mí en el universo.
Felipe Tudorwher.
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AnyiLi 🌻
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Dos Reyes Una Reina ©️
Ficção HistóricaTranscurre el siglo XVl ; época en la cual Ariadna Bvalua Lafaurie gobernará dos naciones (España e Inglaterra) sus creencias y culturas hacen que obligadamente despose a dos futuros gobernantes. En esta travesía tendrá que elegir no por amor, tendr...