EPILOGO

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Hoy es el aniversario de nuestra Independencia, mil años después todos celebran a lo grande, nadie va a trabajar ni a la escuela, me tuvieron que llevar a varios eventos a lo largo del día pero realmente no me sentía con muchas ganas de celebrar, así que después de mi ajetreado itinerario me fui directo a casa. Me cambie de ropa, algo cómodo para estar en casa, me senté en el sofá y prendí la laptop, mi jaguar se acercó y lo acaricie, luego revise algunas cosas de mi empresa y parecía que quería ver que había en la laptop

-¿Quieres ver? -dije mientras inclinaba la laptop hacia el.- Es sorprendente ¿verdad?, mira aquí puedes encontrar todo

Le puse varias imágenes y él estaba totalmente hipnotizado, trate de despejar mi mente pero no pude los recuerdos se apoderaron de mí y me deprimí horriblemente

-¿Oye amigo me acompañas al santuario?, tengo que alejarme de todo este bullicio -le dije mientras me levantaba

Salí y le abrí la puerta de atrás a mi jaguar y me subí al auto, conduje hasta aquel viejo bosque y lo estacione, bajamos del auto y empezamos a caminar al santuario, al llegar me inundo más la tristeza, todo estaba deshabitado, era como un pueblo fantasma, no había estado ahí desde hace mil años por mis viajes y el mantenerme alejada de todo no había regresado, hasta hoy.

Caminamos hasta el santuario y mi jaguar se fue a jugar con otros dos jaguares que estaban ahí, los deje jugando y entre al santuario, al entrar note que había un cuadro, intacto pero lleno de polvo lo limpie bien y me quede paralizada al ver que era una pintura del día de mi boda, no entendía como ni cuando habían hecho esa pintura y desde cuando estaba ahí, caí al piso y ahí me quede por largo rato mirando el retrato, recordando, tratando de ser fuerte y buscando algo que le diera sentido a mi vida, después de tantos años tenía que buscar en que más ocupar mi mente o los recuerdos se encargarían de atormentarme, entonces una voz me saco de mis pensamientos.

-¿Qué haces aquí?, deberías estar celebrando

Volteé y vi a Quetzalcóatl, me levante rápidamente e incline mi cabeza en forma de respeto

-Ya te dije que no es necesario que hagas eso, ¿porque mejor no me das un abrazo? -dijo y me estiro los brazos

Lo abrece y pude sentir las plumas de su traje eran muy suaves, a pesar de ser un Dios, Quetzalcóatl siempre había sido bueno con los humanos y en lo personal lo consideraba un gran amigo, lo quería mucho

-Me alegra mucho verte -le dije mientras nos separábamos

-A mí también me da gusto verte, ¿Cuánto tiene que no nos veíamos, unos mil años?

-Exactamente, mil años -sonreí levemente

-Pero veo que has llevado por muy buen camino al país, has creado un sistema sano e inquebrantable, ningún tirano podrá corromperlo

-Sí, he tratado de hacer lo mejor que puedo

-Lo he visto -sonrió-, pero no has respondido a mi pregunta

-¿Cuál?

-La de porque no estas celebrando, hoy es el aniversario de la independencia y tu más que nadie debería celebrar

-No tengo muchas ganas de celebrar -suspire-, de hecho no tengo ánimos para nada

-¿Enserio?

-Si, vine aquí para tratar de meditar un poco y buscar algo que le dé sentido a mi vida

-Hermosa pintura -dijo ignorando lo que acaba de decir

-Si -me voltee a verla de nuevo-, de saber que estaba aquí hubiera venido por ella, así podría seguirlo viendo aunque sea en pintura -dije con tristeza

La última princesa azteca Donde viven las historias. Descúbrelo ahora