🌃 O1 🌃

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Ahora que estaba solo, Giyuu tenía un poco de tiempo para conectar con sí mismo y pensar. Trataba de concentrarse, pero con la respiración no era suficiente, ya que su mente se encontraba hecha un manojo de pensamientos y recuerdos.

Por alguna razón, ahora le era imposible sacar al chico que tanta felicidad le trajo y tanto dolor le causó. Era cierto que siempre estaba en su mente, pero aquel día no podía lidiar bien con su simple recuerdo.

Después de hablar con Tanjiro aquella tarde, su mente había perdido todo orden que existiera.

Tal vez no debía haber hecho aquello, para no estar de esa forma en ese momento. Por alguna razón, el deseo de tener al chaval junto a él en ese mismo instante era más fuerte que nunca. Tenía una gran necesidad de tenerlo a su lado, y de disculparse miles de veces por lo sucedido.

Y de abrazarlo. Volver a tener contacto físico con él era lo que más quería en ese momento.

Aunque ya era imposible.

El de cabello azul cerró sus ojos. Puso una mano sobre su lado izquierdo, donde se encontraba usando como haori la antigua ropa del chico. Cerró sus ojos y se echó sobre el suelo.

Su katana estaba a un lado. Por lo demás, estaba algo desprotegido.

Y allí, completamente solo, y bajo la tenue luz de la luna, entre recuerdos de aquel chaval, cayó rendido ante el sueño, sintiendo una extraña y agradable calidez envolviendo su pecho.

Pasaron varias horas, cuando Kocho Shinobu hizo su presencia en aquel lugar.

Sus suaves pasos hacían eco, pero no era un sonido muy fuerte ni molesto. Es más, hasta podría decirse que era algo relajante.

En su mano derecha llevaba un papel. Su semblante, como siempre, era tranquilo y transmitía confianza.

La de cabello bicolor iba en busca de Giyuu. Debía darle un informe, pero al igual que los cuervos, no daba con él. Lo había buscado y buscado por todo el lugar y no había encontrado ni una sola pista de dónde se podría encontrar.

Había ido a preguntar a Tanjiro, pero este estaba dormido junto a su hermana y amigos, así que decidió dejarlos.

La chica había revisado cada habitación del lugar, y realmente tenía la esperanza de tener éxito, porque si su compañero pilar seguía en ese plan, iba a matarlo. Siempre solía ser ella la que iba en busca de él y no había ocasión en la que lo encontrara en el mismo lugar que la vez anterior. Por lo visto a su compañero le gustaba mucho renovar escondites.

Se sintió aliviada cuando al fin pudo notar su presencia. Fue corriendo de puntillas hacía aquella habitación y abrió la puerta con cuidado encontrándose con su compañero dormido en el suelo y sujetando una parte de su haori.

Algo extrañada, se acercó a él y dejó la hoja a su lado, bajo la katana. Estaba de rodillas en el suelo, por lo que se permitió observar un poco a Tomioka.

¿Acaso estaba sonriendo?

La chica sonrió inconscientemente antes de levantarse con cuidado y retirarse del lugar. Sabía que podía confiar en el chico y que no pasaba nada por dejarlo solo.

Tras eso, se fue de allí, dejando en completo silencio el lugar en el que Tomioka descansaba junto a sus más queridos recuerdos.

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