Mirar Atrás ➳ SabiGiyuu

🌃 O3 🌃

Tomioka no detuvo su paso, pero aquel recuerdo le pegó realmente fuerte. Aquella promesa era dolorosa e irónica, porque al final Sabito no había sobrevivido a la selección final.

Había roto su palabra, pero no lo culpaba. En el fondo, se figuraba que aquello iba a pasar, ya que pese a su fuerza, siempre había un problema que se interponía.

Y en aquel entonces, si tan solo hubiera sido más fuerte...

Tal vez habría podido evitar su muerte si hubieran esperado al menos un año más, en el que podría haber mejorado. Sabito tal vez seguiría vivos, ya que los dos hubieran mejorado, y juntos, estaba seguro de que hubieran podido.

Pero por lástima, no fue así.

Segundos después, Giyuu fue consciente de que se hallaba nuevamente divagando, y haciendo aquella cosa tan molesta del “si hubiera”.

No merecía la pena pensar en aquello, porque ya todo había pasado, y el pensar en aquel  “hubiera” solo le dañaba aún más.

Suspiró y sacudió la cabeza, tratando de alejar todo pensamiento de ese estilo de su mente. Si era sincero, prefería mantener recuerdos tan hermosos (que ahora dolían) en su mente a pensar en lo que pudo haber hecho.

Porque pensar en aquello no iba a cambiar nada.

Suspiró y siguió su camino a su próxima misión. El cuervo iba volando sobre él, solo esperaba que no se le cargara encima.

Y, durante un rato, pudo despejar su mente, y no pensar en aquel chaval que de cierto modo, le cambió la vida.

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Ambos se encontraban caminando por la ciudad. Makomo se había quedado entrenando junto a Urokodaki, mientras ellos iban a comprar las cosas que le hacían falta.

— Urokodaki-san dijo que necesitábamos comida.— Comentó Sabito mientras observaba a sus alrededores.— ¿Qué era lo que había pedido...?— Observó a Tomioka con la esperanza de que este supiera al menos algo.

— Yo solo recuerdo que pidió arroz.— Dijo. Tras eso, sacó una nota del antiguo kimono de su hermana, el cual ahora portaba él, utilizándolo como haori y la observó.— Mira, aquí viene todo.— Le acercó la pequeña hoja a su acompañante, quien quedó atónito por varios segundos.

— ¡Haber dicho antes que la tenías!— Tomioka sonrió un poco y observó al contrario agarrarla de golpe. Tras eso, Sabito, con su mano derecha atrapó la izquierda del contrario y entrelazó sus dedos.— Vamos, debemos estar allí antes de que anochezca. Estamos desarmados y lejos de la cabaña.— Giyuu había quedado algo atónito ante aquel gesto por parte de Sabito, pero decidió no preguntar. Simplemente, se dedicó a andar en silencio tras él.

🎏🎐🎭☄️

Tomioka no podía ocultar el bochorno que se mostraba a través de sus sonrojadas mejillas.

Sabito apenas le había soltado la mano, y comenzaba a sentirse nervioso.

Desde un principio, se sentía así, pero ahora el sentimiento era más fuerte. Su corazón latía a mil, mientras caminaba en silencio tras el chico.

— Bien, ahora debemos apresurarnos y llegar en cuanto antes. Pronto será de noche. Además, debemos entrenar un poco antes de ir a ducharnos.— Giyuu asintió en silencio, pero como es obvio, Sabito no lo vio. Este, extrañado giró su cabeza y lo observó.— ¿Por qué no hablas? Llevas un buen rato en silencio.— Tras eso se percató de que el rostro del contrario se encontraba algo rojo. El chico rio y volvió a dirigir su mirada al frente.— Oye, si te encuentras mal dímelo.

— ¿Qué? ¡No! Me encuentro bien...— Dijo algo avergonzado.

Sabito rio nuevamente y siguió caminando.

— ¿Sí? Pues cuando te he mirado estabas rojo.— Aquello causó que el contrario se sonrojara aún más, y gracias al claro color de su piel era mucho más notable.— Puede ser por eso o...— Sonrió.— por esto.— Apretó sus manos. El contrario trató de no ponerse nervioso, pero es que le era imposible, no con Sabito. Y eso que había sido un simple apretón en su mano, pero con eso había logrado algo.

Sentía que su corazón iba a salir de su pecho. No comprendía lo que había sucedido. Y, estaba tan desconcertado que no notó que el contrario se había detenido y acortado la distancia entre ambos.

Fue cuando este rio y le dio un beso en la frente, que se dio cuenta.— Vamos, se está haciendo de noche. No quiero que ningún demonio te haga daño.

Y tras eso, siguieron caminando tranquilamente, dados de la mano y con un agradable y cálido ambiente envolviendo a ambos.