Prólogo

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1874

Elena se sentó al lado de su madre y le tendió el vaso de agua, luego de acomodarla se fue a la ventana y observó París. Habían viajado con toda la familia luego de que le diagnosticaran la enfermedad a su madre, cinco meses atrás.

— Estas asustada. — Le dijo su madre.

Lena se dio vuelta y la miro, bella y delicada.

— ¿Tu no? — Le pregunto ella sentándose enfrente.

— Demasiado. — Le confió Florence. — Me asusta irme sin hablar con mis hijos… Hay tantas cosas que me gustaría que sepan, tantas cosas que me gustaría decirles...Oksana solo tiene ocho años, y no estaré aquí cuando se convierta en una joven en su primavera.

— No digas eso.— Elena se sentó a su lado y le tomo la mano. — Papá encontrará la cura.

— Mi otoño ha llegado antes de lo previsto. — Florence paso la mano por el sedoso cabello de su primogénita. — Pronto comenzará mi invierno — Dijo la mujer pensativa. — Y cuando mi invierno acabe, yo cerrare mis ojos para no volver a abrirlos nunca mas.

— Mamá… — Dijo Elena con los ojos llenos de lágrimas.

— Me preocupan mis frutos. No me mal intérpretes. — Susurró ella con una sonrisa. — No me asusta morir, es el cause natural del río, de los arboles, la vida misma. Me asusta saber que no estaré ahí para mis hijos, cuando lloren por un muchacho,cuando lloren por las peleas con su padre, no podre sostenerles la mano cuando se casen o cuando sean madres… no conoceré mis nietos.

Una lágrima tenaz se escapo de sus ojos y Florence las limpio rápidamente.

— Fui inmensamente feliz, tu padre fue todo lo que soñaba y mas. Me amó, y Esa es la única verdad que puedo asegurar,me encargue de ser la única mujer que el ame, que necesite y que lo haga feliz. Lo que el haga después de que yo no este… eso ya no importara, porque fui la única que le dio más de lo que su corazón frágil y vulnerable pudo pedir. En la primavera de mi vida lo conocí y me enamore apenas lo vi, frágil, inseguro, como un animalito maltratado y golpeado. — Florence se sumergió en los recuerdos. — Deseaba tanto ser feliz… pero tenia tanto miedo de ello. Yo pelee por el ¿sabes? Pelee por él, lo busque y lo convencí de que yo era la mujer correcta para él, aunque el no lo sabia todavía.

Ambas rieron y su madre le acarició la mejilla como las alas de una mariposa.

— He ganado varias batallas y he perdido algunas… ustedes son medallas de honor en mi pelea. La vida ha sido misecordiosa conmigo al haberme regalado a mis cuatro hijos. He parido cinco hijos de los cuales tres han sobrevivido, mis tres ángeles, mis niñas. Mi cuerpo no me permitió ser madre de un niño, por eso la vida me regalo a Sergei. Ustedes son mi orgullo y devoción. Pero al parecer mi pelea ha llegado a su fin, y se que no podre ganar esta guerra. Me imagine otro final para mi historia, una en donde llegaría a viejita rodeada de mis nietos y mi esposo. Pero se que el día que llegue mi partida me iré acompañada de lo mejor de mi, de mis hijos, un marido que me ama. Me siento satisfecha… no tengo cuentas pendientes, cumplí sueños que no sabia que tenia y eso me da la tranquilidad de partir en paz. He criado buenos hijos, mujeres inteligentes, fuertes e independientes. Quiero que me prometas algo.

— Dime.

— Jurame que cuidaras a Sergei. De todos mis hijos es el mas vulnerable, tiene un buen corazón, es amable y esplendoroso. Tiene luz propia Elena, lo vi desde el primer momento, cuando lo tuve en mis brazos, vi su alma pura y excelsa.

— Lo haré.

— Él se ha hecho preguntas, lo sabes. — Dijo Florence triste.

— El solo quería conocer su historia mamá. — Lo defendió ella.

— Lo se, pero eso lo ha llevado a lugares oscuros, Lena. Hemos hecho todo lo que ha pedido, incluso excluirlo del fideicomiso.

Elena la miro y su madre supo que lo sabia.

— Sabes que eso no es cierto.

Florence le sonrió cómplice.

— Jamas apartaría a uno de mis hijos de lo que le corresponde, pero no quise contradecirlo, solo le mostré lo que quería ver. Su dinero esta intacto y nadie podrá jamas tocar, tienes el nombre de cuenta, todos sus papeles. Sergei es mi heredero y eso no se lo quitara nadie, nadie me va a quitar la tranquilidad antes de morir.

— La seguridad económica de Sergei esta cubierta, nadie, ni siquiera nosotros podemos arrebatársela y jamas lo haríamos.

— Lo se. Pero ya ves… hay gente mala en el mundo cariño. Pero no es eso lo que quiero de ti, yo ya me ocupe del tema financiero, no deje nada al azar. Lo que quiero que me prometas es que jamas dudaras de el.

— Jamas lo haría, mamá. — Elena la miro ofendida.

— Lo se, pero prometeme que si un día dudas… una mínima duda, recuerdes esta conversación, jamas dudaras de él, y lo apoyarás en todo. Se que Lara a veces prejuzga, y Oksana es de armas tomar sin pensar en las consecuencias, pero tu… tu sabes todo de todos, y si no lo sabe lo averiguaras. Jamas le des la espalda… incluso cuando se lo merezca.

— Te lo prometo mamá. — Le dijo solemnemente.

— Promete otra cosa.

— Dime.

— Promete que cuando encuentres el amor no permitas que nadie te lo quite, pelea por él y demuéstrale que tu eres la mejor opción.

— Lo haré.

— Se que puedo confiar en ti, se que cuando yo no este, tu seras la base donde todos, incluso tu padre se sostendrá.

Florence paso una mano por su mejilla.

— Tu eres una base importante, encuentra un marido que entienda eso, que acepte eso. Dedicale tiempo al amor Elena. Se que tienes el navío, tus hermanos, pero tu eres importante, mereces encontrar un marido que te ame, no solo que te respete o te deje hacer lo que tu quieras, no permitas jamas eso, busca a alguien con tu misma pasión, no aceptes menos que eso. Valorate, valora tu amor por encima de todo. Debes entender que tu deber es ser feliz y ser amada, no es el navío ni tus hermanos, ellos son importantes, pero tu también lo eres, y si tu no te preocupas por tu propia felicidad, nadie lo hará. Pelea tus propias batallas, no dejes a nadie ganar o que te avasallen. Y recuerda, tu puedes ayudar a tus hermanos, acompañarlos en lo que necesiten pero ellos viven su vida, ellos deberán cargar con sus errores no tu.

— Basta mami. — Elena la abrazo y su madre apoyo su cabeza en el hombro de su hija. — No recordaré todo eso.

Ambas observaron el sol ponerse a través de la ventana y Elena beso los cabellos sedosos de su madre, aspirando su dulce perfume.

Pareja de tres (Saga Kuznetsov 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora