Capitulo. 39

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Un nuevo día nos recibió con gran ánimo mientras escuchaba a Elizabeth parlotear sin cesar sobre todas las emociones vividas; Eleonor finalmente tenía una leve sonrisa en su rostro, y aunque sabía que lo sucedido no desaparecería de su mente, al menos tenía la certeza de que ese horrible peso disminuiría con el tiempo. Era mi hermanita y sabía que si lo necesitaba ella misma buscaría nuestro apoyo.

La visión de ambas en el carruaje me regresó a muchos años en el pasado, cuando mi madre decidió que debíamos mudarnos, aquel día una simple carreta de vegetales nos llevó a New Hope, Eleonor tenía cinco años y Elizabeth cuatro, tan pequeñas y asustadas, ataviadas en sus vestidos blancos de encaje, aún no se acostumbraban a tener una familia y no dijeron ni una palabra en todo el camino, pero sus manitas nunca se soltaron.

Tal vez ellas no lo recordaban, pero el observar sus manos unidas nuevamente me enterneció. Ambas habían cambiado mucho desde aquellos días, mis Tomatitos llorones y berrinchudos se habían trasformado en señoritas de gran belleza que brillaban con luz propia. Y no era la única que lo notaba, pues a mi lado el señor Carter seguía con gusto la conversación de Elizabeth.

— Es una lástima que el señor Archer debiera desviarse, me hubiese gustado invitarle a cenar. — Comentó Elizabeth observando el paisaje a nuestro alrededor. — El señor Andrew tenía razón después de todo.

Las palabras de mi hermana retumbaron en mi cabeza como un trueno. A decir verdad, los hermanos mayores no parecían muy asiduos a quedarse en casa y generalmente los Stephen se reunían únicamente para cenar; pero los últimos eventos me habían impedido incluso verle en algún rincón de la mansión, supuse entonces que mis hermanas se habrían reunido con él en la cena... Pensar en el caballero inglés hacía saltar mi corazón y al mismo tiempo me llenaba de ansiedad.

— Parece agradable. — Se unió Eleonor. — Y por lo que vi no dudó en apoyar a Naomi con su loca idea.

— Es que el señor Archer ha sido designado como guardián de Naomi. — Se burló Elizabeth atrayendo la atención de ambas.

Mi hermana abrió la boca con claras intenciones de preguntar, pero antes de que la situación pudiese arrinconarme, me removí inquieta y tomé la mano de Eleonor con cuidado.

—¿Aún te duele? — Pregunté soplando aire frío sobre la rojez de sus nudillos. El señor Carter le había envuelto la mano en una toalla húmeda con la esperanza de que no se hinchara. Por fortuna mi gesto logró disipar las palabras de Elizabeth.

— Vaya golpe se llevó... — Rio ahogadamente el viejo doctor. — Hubiese deseado poder fotografiar el rostro magullado de ese bastardo.

Y entre comentarios que buscaban aligerar la tensa situación que habíamos vivido, el viaje pasó rápidamente y para cuando nos dimos cuenta Andrew y Harry nos esperaban de pie junto a la lujosa puerta de la mansión. Nuestro hermano estaba pálido y por un minuto temí que Elizabeth le hubiese contado la verdad sobre mi ausencia. Pero en cuanto sus oscuros ojos dieron con el carruaje, no dudó en correr a nuestro encuentro y en un arrebato envolvió a mis hermanas en un abrazo nada más bajar. Vi a Andrew caminar con poca paciencia hacia nosotros; sin embargo, el caballero inglés disimulo perfectamente en el momento en que mi hermano saltó a mis brazos, la intensa mirada de Andrew me quemó el alma y supe que él también deseaba envolverme en sus brazos.

— ¿Se puede saber donde estaban, trío de imprudentes? — Se quejó nuestro hermano visiblemente preocupado.

— ¿Acaso Charly esta vez no te contó nada? — Se burló Eleonor y supe que nuestra hermana había tomado la decisión de ocultar sus verdaderos sentimientos.

No era correcto, no era justo. Pero no podía interferir en sus decisiones y, a decir verdad, en su lugar no sabría cómo lidiar con ello... El que nuestros hermanos se enterasen de una situación que tanto avergonzaba a nuestra hermana, a pesar de todo; probablemente tan solo perjudicaría la paz de Eleonor.

Harry no tardó en volver a escudar sus propios sentimientos y una nueva disputa amigable se dio entre ambos, me tranquilizaba saber que, aunque le quedaba una larga lucha por delante, mi hermanita no se rompería tan fácilmente.

— Señorita Naomi. — Me llamó de pronto el señor Carter antes de que pudiera siquiera dar un paso. — Quiero pedirle disculpas por todo esto, usted tenía razón, como el más viejo aquí era mi responsabilidad hacer algo más que solo dar una advertencia banal. Ni Eleonor ni ninguna otra chica debió haber pasado por algo tan horrible. — Aprovechó el hombre que mis hermanos se hubiesen alejado. — Pienso ayudar en todo lo que me pida la señora Graham, pero con su familia tengo una deuda mayor.

— No se torture por ello, señor Carter, hizo lo correcto al darme la oportunidad de vengar a mi hermana. Ahora ese hombre no tocará a ninguna más.

— Aun así, quiero que tenga esto.

Confundida observé el trozo blanquecino de papel que el doctor extendió hacia mí, se trataba de un fino sobre con estampilla de New York, al darle la vuelta descubrí un extraño dibujo que nunca antes había visto.

— ¿Qué es esto?

— Es una carta de recomendación para la escuela de enfermería, le puedo asegurar que es de las mejores del país. Eleonor tiene un gran futuro y si esto puede impulsarla, entonces no dudaré en darle mi apoyo. — El papel se sitió gélido en mis manos al escuchar sus palabras, New York estaba casi al otro lado del país... — Pensé en dársela a ella, pero sé que una niña de corazón tan noble lo hubiese declinado al instante.

Como le decía que aquella oferta también afectaba a mi corazón...

— Muchas gracias, señor Carter.

Y sin más el agradable señor se marchó con algún destino incierto, dejándome con un cúmulo de sentimientos que revolvían mi estómago.

— ¿Estás bien? — La dulce voz de Andrew impregnó entonces mis oídos, sus manos sujetaron mis hombros dándome la fuerza que necesitaba para volver a respirar.

Mis hermanos se habían internado en la mansión y finalmente era libre de expresar los sentimientos que me carcomían desde el momento en que nos alejamos de la mansión Graham. Permití entonces que Andrew me guiase hasta las escaleras de la entrada y con las piernas tan temblorosas como una ramita, finalmente me permití flaquear ante el peso de mi cuerpo y me desvanecí sobre los escalones. Andrew se acomodó a mi lado y silenciosamente esperó a que yo dijera la primera palabra.

— Creo que necesito ir nuevamente a ese circo. — Intenté bromear mientras observaba la dichosa carta de New York. — Nunca pensé que hacer de mamá sería tan complejo.

— Charly le contó a Aiden algo de lo que sucedió, pero supongo que ninguno sabe la historia completa. — Comentó él, acariciando suavemente mi cabello. — ¿Por qué no me lo dijiste? Pude haberte ayudado... Tus manos tiemblan Naomi y estoy seguro de que no has comido ni dormido.

Lo sabía, pues mientras más nos alejábamos del caos Graham, más hambre y sueño sentía. Sin embargo, la carta tenía toda mi atención en esos momentos. Mis propios pensamientos se convertían en heridas lacerantes que me aterrorizaban y consciente de ello, extendí el sobre para que Andrew pudiese verlo.

— Es para Eleonor... — Le expliqué y al instante su perpleja mirada me buscó. — El señor Carter cree que puede tener un gran futuro como enfermera... Está al otro lado del país, Andrew. — Me lamenté consciente de lo que estaba a punto de decir. — Es una oportunidad de uno en un millón. Mi hermana se lo merece, pero sé que no la tomara solo por quedarse con nosotros... Conmigo. Ella jamás se marcharía dejándome toda la carga de nuestra familia. No a menos que yo la empuje a ello.

— Naomi...

— ¿Cómo lo hago? ¿Cómo puedo hacerle ver que debe tomar la mejor decisión para ella? Si a mí se me rompe el corazón de solo pensar en verla marchar...

Desde el momento en que la carta estuvo en mis manos supe que cortar las alas de mi hermana sería un pecado que no estaba dispuesta a cometer.

— La extrañaré tanto... Es mi hermanita.

Los cálidos brazos de Andrew envolvieron mi cuerpo y como una niña pequeña me permití desahogar toda la tristeza y rabia que había estado reteniendo esos días. Solos en la entrada principal, él fue mi único consuelo cuando mi mundo volvió a tambalearse.

Jeune fille indomptableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora