14. KKK

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     Esa mañana Duncan había tomado una decisión importante:

     Después de la cena del lunes, y de todo un día cargado de drama, meditó un poco sobre su colchón mientras cerraba sus ojos para perderse en sus pensamientos y en el ritmo de Linkin Park, pese a su concentración, había algo abajo de él que lograba martillarle tanto la espalda que el algún momento sintió que se le abriría... El delgado sobre misterioso.

     Tenía dos opciones: dejarle allí abajo e ignorar todo lo que le dijeron en el mercado, o seguir las órdenes, realizarse una prueba de ADN y esperar los resultados.

     Si hubiese sucedido hace dos meses atrás tal vez hubiese escogido la opción más fácil, e ignorarlo todo, pero ahora andaba en búsqueda de respuestas, quería saber qué era todo eso, y sobre quién era el ADN que tenía en la pequeña bolsita de plástico negra, pero sobre todo quería saber quién era él, cuál era su pasado, y cuál sería su futuro.

     Ese viernes por la mañana tenía la primera hora libre, así que tomó una ducha un poco rápida, y se colocó el uniforme, mientras tomaba su bolso con los cuadernos del día dentro, y procurando guardar con sumo cuidado el pequeño paquetito color negro que estaba junto al sobre.

     Bajó, pero decidió ignorar el plato con omelette que estaba servido sobre la mesa para él. No podía comer nada si estaba a punto de hacerse unos exámenes de sangre. Para su mala suerte, quién si se encontraba sentado sobre el comedor, tomando un poco de jugo de naranja era Ibrahim, quien con el ceño fruncido y los lentes puestos, se disponía a leer el periódico de la mañana.

     —¿A dónde vas tan temprano, Orson? —cuestionó el hombre. Sus sentidos estaban tan desarrollados que ni siquiera debía girar su cabeza para saber que se trataba de Duncan.

     —Tengo que hacer un par de diligencias en Londres antes de ir al instituto.

     —¿Sin desayunar? —despegó la mirada de la prensa, para colocarla sobre el pelinegro con total recelo.

     Desde la cena, la situación entre ambos se sentía cada vez más tensa. Duncan jamás supo que él había sido capaz de distinguirle, o si acaso de sospechar que pudo haber escuchado absolutamente todo de su conversación. Pero lo que sí consideraba un hecho era que su actitud se había tornado mucho más rígida después de esa noche. Y terminó en concluir en qué nunca podría tener una buena relación con Ibrahim.

     —No tengo hambre. Eso es todo.

     —Imogen te ha servido la comida, despreciarla no es más que un pecado, así que ven y come.

     —¿Es una orden? —cuestionó Duncan, por supuesto, Ibrahim no le respondería esa pregunta. Solo apartó su mirada y continúo la lectura—. Porque no voy a cumplirla, Ibrahim. Ya te he dicho que no tengo hambre.

     Volvió a mirarle con rapidez, mientras hacía su silla hacia atrás para colocarse de pie, amenazante y decidido, para su mala suerte Duncan fue más ágil, y con una extrema velocidad salió corriendo de casa, apenas y logrando escuchar los regaños que Ibrahim tenía por decir... Se ganaría otro llamado de atención como el de hace dos semanas, pero la verdad era que ya no le importaba en absoluto.

     Debía ir a Londres para poder sacarse la sangre, no quería hacerlo en Acton, porque sabía la cantidad de contactos que su padre tenía allí, cualquier persona le iría con el chisme, y mientas más lejos estuviese de los problemas , todo estaría mucho mejor aún.

     Camino por las calles de su pequeña ciudad, mientras en su mente divagaban todos los posibles escenarios que tendría una vez le entragasen los exámenes en sus manos... ¿Qué era realmente todo aquello? Durante al menos un par de veces en la mañana se dio unos cuantos golpes mentales por hacerle caso a un desconocido el cual no le había dado ni una escasa pizca de información acerca de quién era, qué quería, y para qué buscaba a Duncan, más allá de plantarle en la cabeza la interrogante con más peso de toda su vida: ¿quién era realmente?

DUNCAN © #2 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora