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Eleanor

Ya había pasado un año desde que me mudé a Nueva York, estaba estudiando economía en la universidad St. Jonh's, Lucy estaba en su último año de preparatoria, mi madre estaba mejor después de la muerte de mi padre.
Yo no había tenido suerte con el ballet, me sentía una fracasada, de vez en cuando asistía a clases en academias o me invitaban a grabar videos, había conseguido un empleo en Sony Pictures como secretaria, no era un mal empleo pero no me llenaba, simplemente nada llenaría ese vacío que había llenado ese fracaso.
Había salido en algunas citas pero nadie era él, a pesar de que los meses habían pasado no podía sacar de mi cabeza a aquel castaño.

Estudiaba en la mañana y cuando salía de la escuela debía ir a mi empleo, era esclavizante, pero si quería salir adelante debía hacer algunos sacrificios.

—¿Estás pensando en tu exnovio otra vez?— preguntó Chloe, una chica que trabajaba conmigo, habíamos entablado algo como una amistad.

—¿Qué? ¡No!— respondí saliendo de mi trance, no sabia cuanto tiempo había pasado en lo que pensaba en Thomas.

—Sí tú lo dices, Dani— se burló.

—No quiero volver a saber nada de él— pensé en voz alta. Cierta parte de mí quería estar con él de nuevo pero aún me sentía sensible después de todo lo que había pasado.

—Si Tom Holland me hubiera engañado no me hubiera importado, él es un bombón— suspiró. Vaya que a veces Chloe solía ser muy tonta.

—No sabes lo que dices— rodeé los ojos debido a ese comentario, volví la vista a mi computadora y continué con mi trabajo.

Cuando llegó mi hora de salida apagué la computadora, tomé mi bolso y me dirigí al ascensor, la puerta se iba cerrando y alguien lo detuvo para poder subirse, sentí ganas de matarme cuando vi a mi jefe, Joshua Buchancow, un hombre tal vez diez años mayor que yo, castaño, con barba, buen cuerpo y millonario, el sueño de cualquier pasante.

—Buenas noches, Danielle— saludó seductor. De verdad quería hacer un hoyo en el suelo y esconderme por el resto de mi vida de este hombre.

—Buenas noches, señor Buchancow— respondí sin mirarlo, el trayecto me pareció eterno, cuando por fin se detuvo en planta baja salí a toda prisa del elevador.

—Espera— llamó mi jefe detrás de mí, volteé intentando parecer amable.

—Dígame, señor— sonreí tan falsamente que pude notar debido a su rostro que se había dado cuenta.

—Te pedí que me llamaras Josh— rió— quería saber si estabas disponible mañana e ir a cenar.

—Me halaga mucho, pero debo estudiar para mis exámenes además no creo que sea correcto, señor—me disculpé.

—Está bien, al menos permíteme llevarte a casa— tomó mi mano, me solté de su agarre y sólo reí.

—Traje auto, pero será otra ocasión, nos vemos— me despedí y caminé al estacionamiento para irme lo más veloz posible.

El trayecto a casa fue un poco pesado, estaba nevando y había algo de tráfico.
Al llegar a mi apartamento entré y me sentí sola, de nuevo.
La soledad había sido mi compañera durante ese año lleno de incógnitas, mi vida había cambiado y ya no era esa niña inmadura con problemas de autoestima, algo en mí era diferente pero no podía deducir con certeza si era para bien o para mal.

Admiré aquel lugar, me dirigí a mi habitación y me acosté, mañana mis compañeros querían mañana ir a algún club pero no me sentía con ánimos de nada, había dejado el alcohol con un poco de esfuerzo y súplicas de mi madre, ninguna de las dos la había tenido fácil.

Clean// Tom Holland Donde viven las historias. Descúbrelo ahora