Había pasado poco más de un año desde que había tomado la decisión de huir de casa a un lugar que no pudieran encontrarla. Corea pareció una gran idea, estaba al otro lado del mundo y no creía que alguien gastara una suma de dinero tan grande como para ir a molestarla.
Un día cualquiera, después de terminar su clase diaria de coreano en el instituto, fue a trabajar a la cafetería como lo haría cualquier otro día. Tal vez no era el lugar en el que prefiriera trabajar, pues no era agradable para ella el tener que mostrar
una sonrisa falsa a cada cliente que atendía... no era lo suyo, pero realmente necesitaba algo para ganarse la vida, por lo que se guardaba para si misma las ganas de tirarlo todo por la borda y golpear a cada cliente indolente que hacía su pedido con ella.
Luego de estrangularlos y tirarles el café encima en su mente, procedió a comenzar a cerrar la caja, ya muy aliviada de terminar su jornada de cierre. Cuando, de repente, un escuálido chico de blanca tes entró al recinto.
— Ya estamos cerrando –se quejó la chica, que solo quería irse a casa y odiar a todos en la comodidad de su cama.
— Sé que es tarde, pero realmente realmente necesito un café –dijo con mirada suplicante.
La chica, ya harta y a punto de desquitarse con su siguiente víctima, procedió a subir la mirada para encontrarse con la mirada gatuna del chico pálido... quedándose casi hipnotizada por su mirada. En su interior pensaba en lo guapo que era, podría incluso hacer lo que él pidiera.
— ¿Por favor?
— ¿Ah? Oh, bien –aceptó.
La chica no sabía cómo había accedido tan rápidamente, pues en otra circunstancia habría recriminado al chico que no debió haber llegado tarde, incluso habría lanzado algún insulto en su idioma materno que ningún coreano entendería.
El chico incógnito se mostraba muy aliviado, con una sonrisa que hizo que se distrajera botando un poco de agua caliente en su mano.
— ¡Maldición! –gritó al sentir el caliente líquido en su mano.
— ¡Aigoo! ¿Estás bien? –dijo el gatuno mirando la delicada y roja mano de la chica.
— Sí, solo me quemé –dijo soplando su propia mano.
— Deberías tener más cuidado –dijo el chico entrando a la cocina.
El chico tomó la mano afectada de la chica y a tirones la llevó a la llave para abrir la llave de agua fría en su mano. Estaba a punto de derretirse ahí mismo, parecía que el agua fría no estaba haciendo mucho efecto. Agradecía completamente que ese día no había ido ninguno de sus odiosos compañeros.
— ¿Cuál es tu nombre, capuchino? –preguntó el cara pálida.
— ¿Capuchino? –repite con extrañeza.
— Te ves como alguien muy suave como la vainilla, pero eres de carácter fuerte como el café. Por eso capuchino.
Cuando pensaba que el momento era demasiado perfecto, se puso a toser debido a aquel comentario que la tomó por sorpresa. ¿Es este chico real? pensaba para sus adentros.
— ¿Me dirás tu nombre, Capuchino?
— Aylin, Aylin es mi nombre – dijo tímidamente.
— ¿Aylin? Aylin es un lindo nombre. Muchos chicos deben repetir mucho tu nombre... seguiré diciéndote Capuchino igualmente –sentenció– me gusta llamarte Capuchino, nadie más aparte de mí debe usar ese apodo.
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ᴄᴀᴘᴜᴄʜɪɴᴏ (ᴏɴᴇ-ꜱʜᴏᴛ)ᴍɪɴ ʏᴏᴏɴɢɪ ; Imchildmoon
Fanfiction➝¿Quién lo iba a decir?. El café si te lleva a algo y eso lo tiene muy en claro Min Yoongi