Día 01

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El jugueteo de las luces que bailoteaban tras sus párpados cerrados, por un momento fue tanto que lo obligó a despertar. Abrió los ojos cargados de sueño, desconcertado en primera instancia, por los muebles que, a pesar de las sombras, su mirada delineaba en primer lugar.

El espacio, amarillento, gracias a las luces tenues de las lámparas, se le antojaba de pronto desconocido. Hasta la suavidad de las mantas que lo rodeaban era extraño, se hallaba tibio y... ¿desnudo? Hasta donde sabía no era una de esas personas con costumbres extravagantes antes de irse a dormir, siempre usaba una camiseta y algún short.... Pero en esa ocasión podía sentir la suavidad de las sedas envolviendo sus piernas y la parte superior de su cuerpo. Pero... había algo más... Advertía un calor extra del lado derecho, algo suave y tibio. Y que de hecho, olía a primavera.

Se giró sorprendido, y apenas lo hizo se quedó helado.

El hermoso rostro dormido de la subcomandante de KOB le recibió como si se tratara de una burla cruel de su subconsciente. Pero no, sus ojos no se equivocaron, por más que se los talló una y otra vez. La chica mas famosa de Aincrad estaba durmiendo a su lado y... como Dios la trajo al mundo. Sintió una quemazón subiendo por su estómago y explayándose por su pecho hasta incendiarle las mejillas. Asuna estaba desnuda. Gloriosamente desnuda. Nada ocultaba su nívea piel.

Kirito parpadeó conteniendo la respiración. ¿Qué diablos significaba eso?

Como si fuera una película, recordó algunos detalles sueltos del día anterior; la expedición con Godfrey y su consecuente desaparición, la traición de Kuradeel, la decisión de la preciosa subcomandante de separarse de él, y luego... luego su ardorosa confesión, y el pedido de pasar la noche junto a ella.

No era lo que había planeado en un primer momento, pero no iba a negarse a sí mismo que disfrutó plenamente de los secretos que escondía aquella pelirroja. La forma en la que se sintió morir de placer al hallarse unido a ella era algo que jamás podría describirlo con palabras.

Sin embargo, allí viéndola dormir, la magnitud de sus acciones le abofeteó duramente, y el impacto fue tanto que se movió hacia la esquina del lecho e invocando su menú, se vistió con toda la rapidez posible. Salió de la comodidad del colchón, y ya con la seguridad que le daba el hallarse vestido, contempló una vez más el agraciado rostro dormido de quien fuera su tormento por dos años enteros. Acababan de acostarse juntos luego de que se confesaran de una manera un tanto extraña lo que ambos sentían por el otro. ¿Realmente era así? ¿Y qué se suponía que debía hacer ahora? ¿Despertarla? ¿Hablar de lo que acababan de hacer? ¿Y qué le podía decir...?

Kirito extendió la mano temblorosa hacia ella, pero a ultima instancia se detuvo. No, no se sentía capaz de enfrentarla. De pronto sintió pánico por lo que acababa de hacer. No sería capaz de sostener sus ojos de miel... ¿Y si esperaba algo que él no podía darle?

Ni siquiera lo pensó, ni siquiera trató de ser silencioso. Recorrió el pequeño espacio que conocía de la residencia de Asuna en Selmburg, y sin mirar atrás, abrió la puerta y se perdió en esa noche sin estrellas para nunca regresar.

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#Kiriasuweek2019

Día 1: (Fecha 30 de septiembre)

Tema: ~16.5

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El Texto.

Era una de esas mañanas que generalmente comenzaba igual: el sol saliendo temprano, la alarma molesta sonando al amanecer, y el desayuno en solitario: café frío sin azúcar mientras leía las últimas noticias del periódico de Aincrad, que según sabía, regenteaba su amiga la rata informante... Pero muy pronto, aquella mañana se convertiría en ese tipo de día, diferente, donde suele suceder algo extraño y bochornoso. Pero Asuna, en su opinión, había sufrido una parte más que suficiente de ese tipo de eventos; el ejemplo más palpable fue aquella mañana donde aquel muchacho vestido de negro la salvó de morir en una mazmorra del primer piso... De eso hacía ya tres años atrás. 

El TextoWhere stories live. Discover now