#2 El Despertar de un mal presentimiento

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Las mañanas para mí siempre eran lo peor.
Significaba el inicio de un nuevo día igual a todos los demás días en El Fuerte. Estaba extremadamente cansada y aburrida de todo aquello.  Y solo de pensar en que está era una guerra dónde no se podía descansar hacía que mi humor matutino empeorará. Sinceramente no había un solo día dónde no despertará deseando otro tipo de vida. Deseando otra realidad.

Suspire pesadamente cuándo ya no podía alargar más mi tiempo en cama. Mi pequeña habitación era pálida pero acogedora. Poco a poco había ido mejorando mi apartamento con las cosas que había ido comprando. Era bien pagada en mi trabajo, sin embargo hasta el dinero había perdido su total valor en éste nuevo mundo, no habían muchas cosas que comprar, la decadencia del mundo no tenía precedentes. Pero ¿Quién se animaría a perder su tiempo elaborando muebles de madera cuándo necesitábamos eran armas, mas poderosas armas? Definitivamente nadie. En todo el mundo que significaba el Fuerte, nadie se atrevería a desobedecer cualquier indicación de los altos líderes. No había ningún tipo de obligación impuesta con fuerza por parte de ellos, sin embargo, ¿Para que la usarían si tenían un arma tan poderosa como la manipulación?
Por que sí, eso era lo que yo pensaba. Estábamos siendo cruelmente manipulados, pero era imposible darse cuenta, y sí lo hacíamos, el hecho de que estábamos vivos y protegidos "gracias" al Fuerte nos reprimía en nuestro intento de buscar una manera de liberarnos de esto.
Una prisión sin cadenas. Un compromiso sin fin. Un trabajo por obligación más que por vocación.
Así me siento yo. Enjaulada.
Pero aunque quiera ¿que podría hacer?
Si me llegase a escapar y atravesara los muros del fuerte no lograría sobrevivir ni una semana. Eso nos habían advertidos desde que teníamos uso de razón y no había base para no creerlo. Aun así, yo en mi terquedad intentaba no creer en eso, con todas mis fuerzas. Añoraba pensar, que detrás de los muros había algo más, un mundo mejor... aún cuándo mantenía la salvaje certeza de que no es así.

Me levante de la cama estirando mi cuerpo y girando mi cuello en ángulos casi imposibles hasta hacerlo sonar. Hoy era mi supuesto día libre pero si se llegase a presentar una emergencia, la primera en ser solicitada sería yo. Muchas veces sucedía, pero a veces tenía suficiente suerte y el día pasaba tranquilo.
Me acerque a la ventana y corrí la cortina. La vista desde el 5to piso en el edificio residencial dónde vivía era, a su manera, un buena vista. La mirada daba justo frente a la entrada/salida principal del fuerte. Claro que estaba a mas 900 metros de distancia, pero los muros del Fuerte eran tan imponentes como terriblemente asfixiantes, y desde dónde estaba podía ver con facilidad todo lo imponente que eran.
Suspire.
22 años viviendo la misma vida. Estaba muy, pero muy cansada de todo, pero me sentía egoísta por ello. Yo era considerada entre todos como una privilegiada.  No entendía porqué, pero así me consideraban. Soy consciente que soy de las pocas personas del Fuerte que tienen un coeficiente por encima de la media. Y eso me ha válido para llevar una vida más o menos estable dentro del mismo. Desde que mostré habilidades especiales para resolver problemas aún siendo una niña, los coordinadores se enfocaron en mi entrenamiento y en mi desarrollo en  el campo de la medicina.  No tuve un desarrollo normal como los demás niños del Fuerte. Mientras ellos jugaban correteando entre los parques improvisados creados para su distracción, yo era molida a golpes en un entrenamiento militar especializado. No entendía porque aquello, pero era necesario para cualquier persona que trabaja directamente en los campos ofensivos y defensivos del Fuerte. Nunca se me podría olvidar que aquello era un campo de batalla, sin tregua ni descanso. Afortunadamente mostré que era mucho mas inteligente que fuerte, y en ese aspecto fue que mas se enfocaron, por eso era una las médicos imprescindibles del Fuerte. 
Mi trabajo para ellos era indispensable.
Yo era una esclava de este lugar. Pero entendía también que la vida de las personas dentro del fuerte y de aquellas que arriesgaban su vida fuera de el, dependían de mis manos y mi esfuerzo.   Simplemente yo no tenía opción.

Eclipse de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora