Manasés
Quise incorporarme para hablar con ella, pero dio un paso atrás, dando media vuelta y saliendo de allí. Tuve el impulso de ir y darle alcance, sin embargo, cuando me dispuse a hacerlo Liliana se percató y no me dejó.
—¿Adónde vas? —me preguntó obviamente muy extrañada. No pude responderle al instante—. Oh, mi dispiace en serio, pero luego vas al baño; tengo que terminar de contar lo que pasó ese día con la mensa de Doris. ¿Pues quién sabe si tendremos otra opportunitá para dialogar? ¡Así que aprovechemos mientras estoy inspirada! —exclamó y parloteó alegremente, ensimismada en su propio mundo.
Inconscientemente, Liliana había logrado lo que creía que tal vez nunca conseguiría: El que pasáramos un momento agradable sin discutir, descubriendo así que no era una mala persona como yo la tuve estereotipada; latosa sí, pero no maliciosa. Además si me iba ella recordaría su preocupación por Valeria y mi tío nos había recomendado que eso no sucediera.
De todas formas Grettel ya se había ido. Entonces, resignado me senté nuevamente, inmerso en mis pensamientos, ausente. Y decidiendo en medio de ese parloteo incansable de Liliana que aquel mismo día buscaría a Grettel y me retractaría por todo lo dicho. Me disculparía con ella y con su padre, dándole asimismo las gracias a este último por el buen gesto que tuvo conmigo esa noche.
***
En cuanto acabamos los helados volvimos al hospital. Liliana se veía mucho más relajada y contenta, hasta parecía haberse olvidado de la descompensación de su hermana; daba brinquitos entusiastas mientras me contaba cosas totalmente banales a los cuales yo no prestaba verdadera atención, por más que lo intentara para despejarme aunque fuera un poco.
Parecía que la preocupación hubiese salido de Liliana para instalarse en mí. No podía parar de preguntarme cómo estaría Grettel en esos momentos. ¿Qué hubiera pasado si sin importar nada me levantaba y hablaba con ella? Empezaba a reprocharme el haber sido tan lento. En fin, lo hecho hecho estaba. Entre tanto devaneo mental concluí que necesitaba a alguien con quien hablar al respecto, ¿y quién mejor que mi hermano? Él mayormente tenía un consejo acertado.
En ese momento actuaba por inercia, mientras era prácticamente arrastrado por una entusiasta Liliana que insistía en que la acompañase a ver su hermana; yo no había aceptado ni rechazado el ir con ella, mis pies solo obedecían al mando. Diego iba tras nosotros diciéndonos que esperáramos a que mi tío autorizara la visita, pero Liliana hizo oídos sordos. No me di cuenta en qué momento ya habíamos llegado a la habitación de Valeria, pues Liliana se detuvo.
La puerta estaba entreabierta, así que ingresamos directamente. Yo estaba con la cabeza gacha y la vista baja, pero oí de repente unos grititos jubilosos. Eran de Liliana. La miré entonces y luego dirigí la mirada a donde ella la tenía fija. Y no me lo pude creer:
Emiliano y Valeria estaban besándose con ahínco. Empero, al escuchar los chillidos de Liliana él se separó inmediatamente y levantó la vista hacia nosotros. Empalideció al instante y de seguro buscaba alguna forma de excusarse. Crucé internamente los dedos para que no hubiera decidido volver con Valeria, aunque aún estaba estupefacto, puesto que pensé que al conocer a Diana todo con Valeria había quedado atrás.
—Ups, mi dispiace si os interrumpí —Liliana se llevó la mano a la boca por un efímero momento, apenada—. ¡Pero no saben lo mucho que me alegra que ustedes hayan vuelto, par de tortolitos! Los felicito di tutto cuore, ¡ustedes son la pareja perfetta! —los felicitó dichosa mientras se acercaba a saludar con un beso en la mejilla a Emiliano, seguido de un abrazo. Luego rodeó con sus brazos a su hermana, reiterando sus genuinas felicitaciones.
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Génova, punto de partida [LIBRO I] Saga EBDMP
Fiksi UmumLo absolutamente perfecto es surreal y las burbujas son por completo frágiles, nada duraderas... Ojalá Manasés Coppola y su familia lo hubiesen sabido a tiempo. Él era un niño de once años que vivía en Génova - Italia cuando arrestaron a su padre po...