Carta número 16.

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Cartas para una flor, fragmento 

Lo que hace el tiempo, a parte de envejecer cura y hace olvidar. 

Cura heridas abiertas, y no hable literalmente de las heridas físicas sino de las internas, de esas que duelen en el alma.  Hablo de esa que se reabrió cuando te vi con ella, esa que se reabrió al saber que jamás iba a poder tener nada contigo, ni si quiera amistad, esa que dolió como la más mismísima mierda. 

Pero ya sea porque me hizo curar o me hizo olvidar esa herida casi ha cicatrizado, si no fuera por el hecho de que se reabre cada vez que te veo, si no fuera porque cada vez que veo una foto tuya siento una punzadita en el corazón, si no fuera porque haberte visto de lejos no me hubiera hecho temblar las piernas y mis manos se recubran de sudor frío. Si no fuera porque volví a sentir en cuestión de segundos aquel vértigo que siempre sentí a tu lado... 

Vamos que sí, que el tiempo cura y hace olvidar pero aunque estando lejos no te recuerdo demasiado, tu simple recuerdo que emerge a veces me hace sentir como si te tuviera delante, pero me doy cuenta de que tú no estás aquí, conmigo. 

A veces me pregunto si tú también me recuerdas en algún momento de tu vida, no sé, he sido parte de tu vida durante dos años, creo que no se olvida a alguien tan rápido cuando te gustase o no ha hecho acto de presencia tanto tiempo....  

A veces me siento en la cama en frente de nuestra foto pegada en la pared de mi piso de estudiante y pienso en cada uno de los miles de recuerdos que tengo de ti... A veces lo hago porque simplemente necesito algo que me haga recobrar fuerzas; y es gracioso que recurra a ti cuando realmente has sido la persona por la que peor he estado, o por lo menos eso creo... Lo mismo mis amigas al leer esto me digan que estuve peor por otra persona..

El suspiro de aire frío que me recorría cada vez que te veía es el mismo que siento al ver tu foto pegada en mi pared y, por estúpido que parezca, es lo que muchas veces me hace feliz. 

Pero otras muchas me hace venirme abajo, pienso en que no fui ni si quiera suficiente para poder tenerte como alguien cercano, ya fuera una buena flor amiga o siquiera como una simple conocida, ni si quiera fui capaz de hacer que me vieras así... 

Te echo tanto de menos... y me alegro tanto de no tener que lidiar contigo y con tú dura y fría forma de ser... 

Ojalá todas estas sensaciones no se me volvieran a repetir, pero te veo en todos putos lados, no paras de salir en mi cabeza, e incluso a veces tu nombre se escapa entre mis labios cuando te recuerdo... 

Te compararía con una rosa, porque eres una flor preciosa pero peligrosa... Pero no una rosa de estas rojas o rosas preciosas, sino una rosa blanca, pura como su color indica, que da la sensación de paz y tranquilidad, esas que a todo el mundo le gustaría ver y tener, aquella llega a combinar con cualquier cosa, con cualquier otra flor, pero que es completamente un engaño y duele al cogerla, porque sus espinas se clavan en tu piel para quedarse ahí, incapaz de quitarlas, doliendo como el peor de los venenos. 

Cartas para él.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora