La maldición del astrólogo.
Yoongi caminaba resueltamente por las mojadas calles de Seoul. A la señorita Taeyeon no había querido preguntarle nada. No le parecía posible que ella ignorara que en la habitación que alquilaba ocurría algo. Y, sin embargo, callaba. Cada vez le inspiraba más desconfianza.
El estudiante iba en busca de una persona determinada. Le parecía él más adecuado para salir de dudas. Aunque iba a ser difícil hablar con él a aquellas horas.
En casa de Jimin se veía luz en la planta baja. La familia entera debía de estar reunida en torno a la mesa. Era el momento de la cena. Tenía que esperar.
Yoongi sabía cuál era la ventana de la habitación de Jimin. Estaba en la segunda planta. Permaneció en las inmediaciones del edificio, atento y al acecho. Había llovido, mas por suerte ya escampaba.
Pasado un buen rato, vio movimiento de luces en aquella ventana. La ocasión propicia se acercaba. Enseguida los resplandores se aquietaron. Más tarde, desaparecieron. Jimin se disponía a acostarse.
Yoongi lanzó varias piedritas a los cristales emplomados. Como no le diera resultado a la primera, repitió la operación dos veces más, rogando que nadie pasara por allí en aquellos instantes. Jimin, receloso, entreabrió la ventana. Yoongi se apresuró a hacer oír su voz, pues, con la oscuridad que había en la calle, era imposible que le reconociera.
—Soy yo, Min Yoongi.
—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Pasa algo? —preguntó él, muy sorprendido.
Hablando en susurros, por temor a ser oído por las restantes personas de la casa, el joven dijo:
—Necesito preguntarte algo.
—Habla un poco más alto; no te oigo.
Yoongi se arriesgó a elevar la voz:
—Quiero que me expliques algo. A ser posible, ahora. ¿Puedes bajar?
—¿Tanta prisa te corre?
—Sí, por favor. Será poco rato.
Jimin, aún sorprendida, dudaba. Yoongi vigilaba las otras ventanas de la casa. Temía que todas se abriesen de pronto, dando paso a un coro de familiares indignados.
—De acuerdo —accedió él al fin—. Ve por la puerta trasera. Lo intentaré. Pero tendré que volver enseguida. Es muy tarde y no quiero que mis padres se den cuenta.
—Gracias. Te espero.
Yoongi fue hacia la parte posterior del edificio. Como un merodeador, medio escondido, esperó. Él no se hizo esperar demasiado. Se había vestido muy deprisa. Una manta cubría sus hombros por frío. Salió sigilosamente, como si él también temiera el súbito sonido de la voz paterna, y le susurró al estudiante:
—Nunca me habían sacado así de casa. ¿Qué es lo que te ocurre?
—Háblame del palazzo Kim. Todo lo que sepas; lo más importante.
—Estás muy raro. ¿A qué viene tanto interés de pronto?
—Luego te lo diré. Pero quisiera oírte antes.
—Caminemos un poco. Tan cerca de casa, acabaremos por llamar la atención.
Se alejaron calle abajo. Lena ordenaba sus ideas. Como preámbulo, dijo:
—¡Son tantas las cosas que se han rumoreado del palazzo Kim y de Taehyung, el que nunca murió.
—¿El que nunca murió? —repitió Yoongi, con voz algo preocupada.
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datsuzoko. yoonmin
Fanfictiondatsuzoko; un escape de la rutina diria. Min Yoongi llegó a Seoul en 1792, desde Venecia. En esa época la universidad de Seoul alcanzó su máximo esplendor. En la Edad Media las universidades eran centros abiertos formativos a los que acudían los est...