Veinticuatro.

141 15 19
                                    


Cuando ese jodido pensamiento apareció como un enorme cartel en mi cerebro con letras neón que se prendían y apagaban, sabía que tenía que parar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando ese jodido pensamiento apareció como un enorme cartel en mi cerebro con letras neón que se prendían y apagaban, sabía que tenía que parar. Y pensar.

Las cosas estaban así, Kade era una persona horrible. No es que yo fuera una blanca paloma con él. Cada insulto y golpe que me había soltado en los meses que llevábamos viéndonos se lo había regresado. Cada. Maldita. Vez. Por eso era simplemente ridículo pensar que estaba teniendo un flechazo por él. Inconcebible.

Pero nunca había sido una persona que ignorara los hechos. Así como no pude ignorar la vez que intento besarme. O cuando me propuso el trato sexual. Simplemente no me gustaba ignorar y quedarme con las ganas. De lo que fuera. Y me conocía lo suficiente para saber que tenía que parar, parar el mundo por cinco minutos y pensar y aclarar mi cabeza.

Sí, Kade era una persona horrible. Grosero. Arrogante. Mandon. Dominante. Egoísta. Y mil defectos con los que podía seguir la lista, una lista en la que en la parte superior decía con letras mayúsculas y subrayado: "NO ENAMORARTE DE UN TIPO:" .

Ni siquiera podía creer que estuviera considerando esto.

Pero, nuevamente no era una persona que ignoraba. Y no podía ignorar el hecho que Kade era detallista. Y atento.

Empezó como una pelea sin sentido. Del porque yo pensaba que el picante era mejor que el dulce. Y que lo prefería antes que al chocolate. Bien podría haberle dado una bofetada, porque Kade pareció ofenderse y nos sumergimos en una interminable discusión donde cada quien defendió sus gustos. Termino en sexo, como siempre. Pero lo diferente fue dos días después, cuando Kade llego con una gomita de mango enchilado, y lo aventó en mi cara. Dijo que había llegado a la tienda y lo vio. No entro en más detalles. No dijo nada como "me acordé de ti" o "lo compré porque sé que te gustan". Nada, solo lo arrojo.

Y no podía no hablar acerca de que él se quedo conmigo ayer, que me dejo llorar como niñita y no dijo nada. Hasta después de un tiempo que le dio hambre y tuvo que abrir su bocota, pero aún así fue un lindo gesto. O de nuestras platicas y/o discusiones sin sentido post sexo, donde lo pasaba realmente bien.

Ahora, bien. Dos o tres cosas buenas no podían opacar una lista de defectos. ¿Verdad? ¿Verdad?

»»»

—¿Éire? —fruncí el ceño hacia Lenz cuando me empujo, e hizo que chocara con la ventana de la camioneta—. Te fuiste.

—¿Mm? No. —contesté, medio ida.

—Has estado inquietamente callada durante el día para ser tú. —comentó Milan desde su lugar en el volante.

Los chicos se ofrecieron a acompañarme a la casa de Cady, para recoger las pertenecías de mi padre, y tal vez darle un poco de mi mente. Habían llegado todos apenas diez minutos después que Kade se fuera de mi casa, era de lo que le hablaba al idiota, ni siquiera quería pensar en lo que podía llegar a pasar si lo vieran ahí. Y a mis chicos les había extrañado profundamente no verme en el estadio.

Barrabrava.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora