II: One Way Ticket.

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-No.

Rode los ojos por enésima vez en el día. El doctor se río disimuladamente de nosotros, haciéndome sonrojar se vergüenza. Mi mirada buscó la de Parker, quien se encontraba de brazos cruzados recostado de la puerta con Gwen a su lado. Él me sonrió con dulzura, encogiendose levemente de hombros. Yo solo lo mire ácida mente. Traía una camiseta a cuadros roja y negra, unos jeans algo gastados azul oscuro y las ya viejas converses negras, y desgraciadamente para mi, se veía demasiado bien con ese maldito conjunto.

Lo odiaba. Odiaba no poder superarlo. Simplemente era patético el pensar que lo perdonaría, y era aún más patético que yo me sintiera tan miserable y pequeña con él cerca.

-Papá, me quemaron el brazo. No las piernas.-Argumente algo molesta, viendo con desprecio la silla de ruedas que la enfermera estacionó frente a mi camilla.-Puedo caminar.-Puntualice.

Pero Tony seguía negándose. Alegando que no quería que me pasara otra cosa en mi camino a la salida del hospital.

En busca de apoyo en contra de mi sobreprotector padre, mire a Rogers. El rubio estaba junto al doctor, hablando sobre cuántas y a qué horas tendrá que tomar los medicamentos recetados.

-Steve~-Chille el nombre de mi padrastro, llamando su atención.-Dile a papá que puedo caminar, y no me va a pasar nada camino a la salida.-Hable haciendo puchero cual niña de 7 años. Sí, muy maduro. Lo sé. Pero mis métodos de manipulación eran realmente escasos.

El oji azul fulmino con la mirada al castaño, y ahí vi mi victoria. O bueno, mi casi victoria.

-Entonces que el mocoso te cargue.-Solto como si nada. Causando que Steve se riera junto a Gwen, mientras que Peter y yo nos ahogamos con nuestra saliva.

-¡¿Qué?! ¡No!-Proteste aún ahogada, tosiendo cortamente.-Tony, no creo que sea una buena idea...-Se unió la araña, no tan convencido por la idea de mi padre. No porque no pudiera conmigo, sino porque sería realmente incómodo. A penas y lo soportaba en mi habitación, no quería pensar en cómo seria de tenerlo cargandome.

No, no y no.

Ahora prefería la estúpida silla de ruedas de la enfermera.

La risita de mi mejor amiga, me hizo voltear a fulminarla con la vista, haciendola callar al instante. Suspiré con fastidio, rodando (de nuevo) los ojos.

-Bien.-Cedí yo.-Pero no creas que esto arregla algo.-Amenace al arácnido, quien se acercó a mí para tomarme en brazos al estilo nupcial. Peter asintió rascando su nuca con un leve sonrojo en sus mejillas, para luego cargarme.

'Anthony Eduard Stark, estas me las pagas.' Rugio la vocecilla de mi cabeza. La cual aparecía ciertas veces, cuando me molestaba.

Parker pasó con cuidado una de sus manos por mi cuello, y la otra por debajo de mis rodilla, levantándome con una facilidad que me hacia parecer una pluma. Hace unos años, aquello me hubiera asombrado, pero al saber de los poderes del chico, era cosa diaria.

Quedé entonces con la cabeza pegada al pecho del castaño, dándome total escucha de su respiración y latidos, los cuales eran algo más rápidos y fuertes de lo usual.

-Quita esa sonrisa, Parker.-Bufaron Rogers y Stacy al ver una minúscula mueca en los labios del chico.-No me hagas romperte los dientes.-Gruñe la menor, haciendo que él tiemble ligeramente antes de comenzar a andar conmigo en brazos.

Eran 21 pisos, 15 pasillos y 3 ascensores los que debíamos de atravesar para llegar a la salida. En total deberíamos tardar 30 minutos o menos.

Mis padres y la rubia se quedaron a guardar las cosas, mientras que Peter y yo nos adelantabamos, con un silencio incomodo de por medio. Lo único que oia era el tamborileo del corazón del castaño contra su pecho.

One last chance. -Tadashi Hamada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora