Entraron de nuevo en la sala de descanso, malheridas. Goldmi tenía una fea herida en el costado, y la lince en el lomo. Ambas corrían el peligro de morir desangradas en unas horas. Una babosa las había pillado justo al salir, sin darles tiempo a reaccionar, alcanzándolas con sus Babas.
La felina había cubierto a su hermana, sacrificándose para salvarle la vida a costa de sufrir graves daños. Y la elfa no había quedado indemne.
Inmediatamente, empezó a usar Curación Básica sobre sí misma. De lo contrario, podría desmayarse del dolor y ambas estarían perdidas. Y en cuanto sintió que su herida estaba controlada, que podía resistir, paso a tratar a la felina, hasta que acabó con sus reservas de maná. Ambas seguían heridas, pero su estado ya no era crítico, así que se quedaron acostadas la una sobre la otra, recuperando sus energías y su respiración.
–Maldito bicho– masculló la elfa.
No era la primera vez que acababan con heridas graves. No era fácil saber si estaba cerca o lejos antes de salir, pues la babosa a veces alargaba su vuelta y otras la acortaba. De hecho, ya no podía llevar las armaduras de nivel 8 y 9, al estar destrozadas, así que se puso la de 7.
Llevaban diez días allí, comprobando cada uno de ellos que los seres corrompidos seguían fuera, esperando, sin inmutarse. Y, día tras día, trataban de ir debilitando poco a poco a su enemigo, que estaba casi en el 50%.
Al principio había sido fácil, lento pero sin grandes riesgos. Pero después había aparecido una segunda babosa. Concentraba sus ataques en la primera, mientras que la lince se ocupaba de distraerlas. Podía predecir sus ataque con antelación y era muy ágil, así que no le resultaba difícil.
Pero no siempre estaban juntas, y no siempre podían prever dónde estaría la segunda. De hecho, llevaban casi un día sin verla, creían que se había marchado, hasta que la habían encontrado justo al salir.
La miraban con resentimiento, mientras ésta parecía examinar el lugar por donde habían desaparecido, y un rato después se marchaba. Un par de horas más tarde, completamente curadas, volvían a salir con suma precaución, lanzando Detección de Vida cuando se aseguraron que el lugar era seguro.
Detectó a su presa, pero no fueron hacia ella. La segunda estaba demasiado cerca. Corrían el peligro de que les cortara la retirada hacia su refugio, como ya había sucedido en una ocasión. Entonces, habían estado a punto de morir, y no querían repetir el mismo error.
Sólo cuando tuvieron la seguridad de que podrían volver a la seguridad de la zona de descanso, se encaminaron hacia su objetivo.
La lince pasó por delante de la zona de descanso, y al cabo de un rato apareció una babosa. La elfa siguió esperando hasta que pasó la segunda, sólo entonces salió. Llevaban varios días intentando encontrar oportunidades, pero cada vez era más difícil. Daba la sensación de que el instinto de aquellos seres los hacía proteger a sus congéneres heridos. O quizás querían absorber su energía.
El mayor problema era que tenían medios para protegerse. Su Muro de Babas era imposible de atravesar con sus flechas 11 niveles inferiores, duraba diez minutos y podía levantarse cada treinta. Al ser tres, podían alzarlo continuamente. Sin duda, con la aparición del tercer de aquellos seres, se había complicado acabar el trabajo que tanto les había costado llevar a cabo.
Por eso, habían optado por una táctica más arriesgada. Goldmi había querido oponerse, no quería que su hermana corriera tanto peligro, pero ésta no le había dado opción. Simplemente, había salido a llevar a cabo el plan, y la elfa no podía simplemente desperdiciar la oportunidad.
La tercera babosa se acercaba a lo lejos, y la arquera no perdió el tiempo. Lanzó cuatro ráfagas de tres flechas cada una, combinando Flechas Etéreas y Penetrantes, junto a Tres mejor que una, para luego meterse de nuevo en la seguridad de la sala.
Vio como las babas atravesaban el lugar desde donde había disparado, y como las flechas de maná seguían clavadas en el cuerpo gelatinoso, hiriéndolo mientras se movía. Apenas le quedaba un 0'2% de vida. 0'15%. 0'1%. 0'06%. 0'03%. 0.01%.
Parecía que nunca iba a agotarse toda su salud, pero al final murió, colapsando. De repente, Goldmi subió a nivel 10, luego a 11, y no se detuvo hasta llegar al 14, y bastante avanzado en él. Finalmente lo habían conseguido, pero no podía alegrarse, seguía preocupada y ansiosa. No fue hasta que su hermana regresó que se tranquilizó.
La lince estaba herida, pero no era demasiado grave, y también había alcanzado el nivel 14. Ello había reducido ostensiblemente la diferencia de niveles con las babosas, además de aumentar su agilidad.
Había atraído a la primera a un túnel lateral, saliendo de golpe al acercarse ésta, y no dándole tiempo a reaccionar, dejándola atrás mientras, poco a poco, intentaba darse la vuelta. Luego, había corrido hacia la segunda, esquivando hábilmente las babas que ya se había habituado a prever. Y, tras superarla, había corrido al encuentro de su hermana.
–Creo que tenemos que celebrarlo– sugirió la lince, mientras la elfa le curaba la corrosión producida al rozar con las babas esparcidas por el suelo.
–Y supongo que estarás pensando en comida– suspiró la Goldmi, aunque, por mucho que lo intentara, no podía ocultar su sonrisa.
Es cierto que seguían estando varios niveles por debajo de los enemigos de la primera planta de la mazmorra, pero la diferencia se había reducido ostensiblemente y ya no era tan abismal. Tenían la confianza de que, si lo había conseguido con nivel 9, con nivel 14 lo tendrían mucho más fácil.
Habían sufrido durante más de veinte días para eliminar a una sola de aquellas babosas, y quedaban dos más alrededor, a seis niveles por encima, pero eso no les impedía estar eufóricas. Habían ganado fuerza, agilidad, defensa, capacidad de maná y energía, hechizos, habilidades... Incluso la lince había recuperado una habilidad al llegar a nivel 10.
Pronto una cocina se expandió por la sala de descanso, siendo ésta también pronto inundada por la fragancia de los alimentos que eran cocinados por las pequeñas hadas, quienes eran a su vez observadas fervientemente por una lince que no paraba de salivar.
Y aunque no era la primera vez que contemplaba en ese estado a su hermana, la elfa no podía parar de reír. Habían pasado demasiados días al borde de la muerte, de la desesperación, del colapso. Por mucho que quedara por hacer, se sentía relajada y optimista de cara a un futuro incierto.
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Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druida
FantasyCuando muere de una grave enfermedad, aún recuerda a sus amigos de un MMORPG que jugó años atrás, y a un NPC que ha permanecido en su corazón desde entonces. Pero cuando vuelve a abrir los ojos, se encuentra en la solitaria plaza que había sido el i...