Por la mañana estaba muerta, no había podido dormir después de aquella pelea, tampoco había podido concentrarme en nada y tuve que recurrir al ejercicio para distraerme y no pensar en que el mundo se me había caído encima. Me dieron las ocho de la mañana haciendo flexiones, sentadillas, abdominales, dominadas, etc.
Me fui a duchar tranquilamente, me puse el uniforme y vi mis playeras nuevas, las que me habían regalado mis padres antes de venir y me las puse. Se acabó eso de ser la niña buena que todo lo aguanta. Me subí la falda dejando parte de mis piernas a la vista y me abrí la camisa un poco, cogí una cinta para el pelo y lo trencé hacia un lado. Cogí mi mochila, las llaves de la taquilla, y me dispuse a salir de aquella habitación que había visto mi cambio, como después de ese gran golpe me había levantado más fuerte que nunca y con una barrera que jamás se volvería a romper.
Cuando abrí la puerta vi algo que me sorprendió, todos estaban esperando a que saliera, con unas ojeras igual que las mías, además Pau y García tenían los ojos hinchados, se notaba que habían estado llorando. El pelirrojo y Silva me empujaron dentro de la habitación y cerraron la puerta antes de que las demás pudiesen entrar.
-¿¡Estás loca!? ¡En qué mierdas estabas pensando dejándonos toda la noche ahí fuera y encima con ese disgusto que tenían tus dos amigas! ¿Lo ves normal?-Me echó en cara Reynolds.
-¿No te das cuenta de lo mal que lo hemos pasado pensando que ibas a hacer cualquier locura Amuc?-Ahora Silva intentaba apaciguar las cosas pero no tenía intención de ceder, el daño ya estaba hecho y no iban a hacer que se me pasase el gran enfado que me había hecho cambiar, con simples palabras, había perdido toda confianza que tenía en ellos, ya no me creía lo que me decían, ya sabía que me iban a seguir ocultando cosas y eso para mí era lo peor que podían hacer.
-Siento interrumpir vuestro gran discurso de preocupación pero a mí no me interesa vuestro grado de preocupación o lo mal que lo hayáis pasado esta noche ahí fuera, además tengo que informaros de que esta noche ya no estaré en esta habitación solicitaré un cambio a los dormitorios del edificio de enfrente, los individuales, los cuales están disponibles siempre. Gracias por vuestra preocupación, ojalá tengáis la mañana igual de bien que habéis pasado la noche.- Mi mirada era de odio puro hacia los dos, mi voz monótona, sin expresión y mis gestos acentuaban más las ganas de golpearlos que tenía.
Salí de la habitación enfrentando con la cabeza bien alta a los traidores que esperaban al otro lado de la puerta. Sin siquiera mirarles pasé por su lado, y me dirigí hacia la clase de Química, aunque escuché que Reynolds decía a los demás:
-Es imposible, la hemos hecho más daño del que creíamos, ¿en qué momento empezamos a ocultarle información? Deberíamos de tratar de disculparnos de nuevo aunque dudo que vuelva a ser la de antes...
Tras oír eso me quedé en shock, las palabras ¿en qué momento empezamos a ocultarle información? Resonaban en mi cabeza, ¿qué más me estaban ocultando? ¿En qué momento hice que perdieran la confianza en mí como para no contarme las cosas? Ya era el golpe final, me habían estado ocultando información desde hacía tiempo y no uno si no todos. Mi cabeza daba vueltas y las lágrimas amenazaban con salir pero no iba a permitir que nadie las viese, ese aspecto mío había muerto, ya nada podría hacerme daño.
Me alejé del colegió y corrí a los dormitorios donde se encontraban las habitaciones de los entrenadores, saqué la llave que tenía de la habitación de Franc y entré. Necesitaba a la única persona que sabía que iba a estar siempre que lo necesitase, mi fiel amigo.
Estaba todavía durmiendo, medio desnudo, con la única cubierta de unos bóxer. Sin importarme sus vestimentas me tiré encima de él y empecé a llorar. Franc se despertó sobresaltado y al verme llorar se sobresaltó más todavía.
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¿El deporte lleva al amor? (EDITANDO)
Novela JuvenilEsta historia esta siendo editada desde el comienzo y antes de continuar con el final, debido a los fallos que había encontrado y al cambio de forma de escribir que se ha dado en mí durante la escritura de esta. Amaia, una chica de 16 años jugadora...