Después de haber pasado por tantas cosas en los dos ciclos escolares y finalizar la educación superior, Marinette decidió especializarse. Había elegido una de las mejores opciones en la ciudad: Paris College of Art. Una prestigiada universidad que acreditaba título en Estados Unidos, donde sabía que no iba a pisar tierra jamás, pero de lograrlo, estaría preparada para trabajar en el medio de la moda como una diseñadora que pudiera ser presentada tanto nacional, como de manera internacional.
Era por eso que a sus dieciocho años, Marinette Dupain-Cheng había decidido superarse hasta ser aquello que siempre soñó: Una diseñadora de la moda.
Las mañanas soledas eran sus favoritas. No tenía nada en contra de la noche, pero los rayos tibios del sol le hacían sentir que el cielo le deseaba unos buenos días. Se levantó de buen humor, como era de esperar, pues hoy era un día maravilloso, era ese día en el que se presentaría a las aulas para comenzar su camino hacia el título, y era por eso que se había arreglado tanto. Se rizó las pestañas, maquillándolas con rímel, poniéndose un poco de rubor y un brillo labial que resaltaba su color rosa en sus dulces labios.
Sus padres habían hecho un gran esfuerzo, trabajando un par de horas extras diarias para poder obtener un poco más de los euros que normalmente ganaban. Les había costado mucho esfuerzo, y aunque aún no lograban llegar a la meta, realmente estaban más cerca que lejos; era por eso que su hija estaba tan agradecida con ellos que les había prometido que les iba a regresar hasta el más mínimo centavo cuando consiguiera un trabajo estable.
—Bien— se decía a sí misma, tomando su mochila, mirándose una vez más al espejo para asegurarse de no haber despeinado la cola de caballo que se había hecho en el cabello. Había dejado sus típicas dos colitas cuando cumplió los diecisiete, hace un año.
Realmente habían pasado muchas cosas. Alya, su mejor amiga, decidió entrar a especializarse en periodismo, cosa que era obvia desde que estaban en la escuela. Incluso estuvo por declararle su amor a aquel rubio que tanto adoraba, Adrien Agreste, pero no se vio capaz, menos cuando Chloe Bourgeois se encargó de quitarle todas las esperanzas. ¿Cómo era que Chloe había logrado obtener el corazón de Adrien? Nadie lo sabía. Había rumores de que sus padres habían arreglado un matrimonio para preservar la fortuna de ambas familias, mientras otros inventaban cosas como que Adrien tenía que estar soltero por su contrato como modelo, e incluso las bocas sucias aseguraban que en una fiesta Chloe terminó embarazada, obligando a Adrien a quedarse a su lado, pero que después tuvo un aborto espontáneo. Realmente ninguna de las teorías era lo suficientemente confiable.
Al bajar las escaleras, tomó una manzana del frutero, agarró sus llaves y aprovechando que no estaban sus padres, salió de su hogar.
Se puso los audífonos en el camino, tanto cuando caminaba como cuando tomaba el tren. Adoraba la música, era una de sus mayores fuentes de inspiración cuando tenía que diseñar. Realmente dibujaba bien, y su imaginación la hacía volar hacia vestidos coquetos, pantalones cómodos, sombreros formales e incluso vestidos de novia dignos de la realeza. Esperaba sobresalir en la universidad, realmente lo deseaba.
Llegó, encontrando un edificio hermoso y bien cuidado, al que entró con cuidado, buscando entre algún tablón de anuncios dónde podría venir su nombre. Tras una larga búsqueda, finalmente lo encontró: un salón que quedaba levemente lejos de donde ella se encontraba. Miró el reloj de su celular, y tras un leve escalofrío, de cual se daba cuenta que le quedaba apenas un par de minutos para llegar, decidió correr.
Llegó justo a tiempo, sentándose en un especio vacío. Sus compañeros, de todas las razas y todas las alturas, la intimidaron. Marinette se sentía pequeña, diminuta, se sintió como si solo fuera una estrella en el universo entero, una que apenas brillaba. Intentó calmar sus pensamientos, abriendo una libreta que era reciclada. Era una de su último ciclo en el colegio, donde no había utilizado la mitad y había decidido aprovechar las páginas en blanco antes de tomar algun otro cuadernillo.
Lo abrió en una página al azar, descubriendo sus multiples dibujos de Adrien. Marinette sonrió instantáneamente al verlos. Realmente lo había querido mucho, pero no se culpaba tampoco porque no estuviera con ella. Suspiró. Marinette, como diseñadora de modas que iba a ser, sabía dibujar, claro que no tan bien como otros, por ejemplo, su ex compañero, Nathaniel. Él tenía un talento magnífico para las artes, mientras que ella se defendía dibujando ropa.
Su mente regresaba el tiempo atrás, recordando aquellos tiempos que no eran lejanos, pero se sentían pesados. Recordó a Adrien, a Alya, a Luka, a Chloe, incluso a sus compañeros de clase de los que nunca había convivido demasiado.
Cuando, entonces, sonó algo golpear madera, haciéndola alzar la vista. Marinette abrió los ojos con fuerza, sintiendo su corazón detenerse un momento. La confusión invadió todos sus sentimientos y su instinto natural fue cerrar su libreta antes de que alguien se diera cuenta.
Delante de ella, un hombre alto, delgado, con el cabello rubio platinado y alguna que otra cana. El rostro sin arrugas, enormes ojos azules tras un par de anteojos, un traje blanco y un atractivo perfil, donde resaltaban su nariz afilada y barbilla de hombre.
¿Qué hacía Gabriel Agreste en el escritorio del maestro?
—Buenos días, clase. Soy el profesor Agreste— saludaba sin ánimo alguno —Y espero ser un buen guía para ustedes—
Marinette parpadeó un par de veces, con el cerebro revuelto y un montón de preguntas.
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"Especial" ; {Gabrinette - Gabriel x Marinette}
FanfictionTras algunos acontecimientos desastrosos que ignoraba, Marinette había comenzado la universidad, especializándose en diseño de modas como siempre lo había soñado. Entre aquellos pasos de la vida que no tenía ni idea de que habían sucedido, estaba l...