This Could Be Enough (Lams)

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Por supuesto, había sido invitado a la boda y tenía tantas ganas de ir como de despertarme para vestirme. Los días habían pasado demasiado rápidos desde el baile en que Alexander y muchas damas más, incluida la hermana de la Srta. Schuyler, se conocieron; sin embargo y para decepción y gozo de mi buen amigo había logrado enamorar a una de las Schuyler.

Esta familia era reconocida por su estatus social y gran estilo de vida, Philip Schuyler generalmente salía al centro de la ciudad y como la mayoría de las personas de su rango, observaban a los menos agraciados como un mero pasatiempo.

Era extraño, pero para nada sorprendente que Elizabeth Schuyler cayera rendida a los pies de Alexander, al cual atractivo no le faltaba y sin duda alguna conocía tan bien el sector lingüístico que sabía manipular las palabras a su favor, cuando y donde quisiese.

—Bien, de esto es lo que hablaba —susurró Alexander en un suspiro mientras me observaba enderezarme el chaleco.

—Este es tu día, disfrútalo.

—Permanece con los ojos abiertos porque lo haré.

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Luego de que la Srta. Angélica Schuyler diera un discurso conmovedor a su hermana, los instrumentos comenzaron a generar melodías invitando a los presentes al baile, hasta este momento, era casi como lo había previsto, Elizabeth no despegaba sus oscuros ojos negros de Alexander y él por su parte hacía todo lo posible por olvidar viejos hábitos, costumbres que pasaban de esquina a esquina, sobrevolando el salón de baile, a los invitados y músicos, para encontrarse con mi mirada.

Y con el honor que me quedaba, me negué a la silenciosa invitación.

—¿Acaso es un funeral? Porque hasta ahora usted, John, y mi hermana son los únicos con caras de querer estar en otro lugar menos este —la voz familiar de la que guardaba mi secreto en secreto me obligó a voltear para ver a la dulce hermana menor de las Schuyler quien había dicho esa frase sin aparentes segundas intenciones.

—¿Disculpe?

—Es la boda de mi hermana y de su mejor amigo, debería divertirse —mencionó levantando un poco la mirada, solo lo suficiente como para ver mi reflejo en sus pupilas.

—Lamento no satisfacer sus necesidades, Peggy —respondí girando con rapidez y apenas apartando la mirada de los felices recién casados quienes se disponían a bailar.

En una esquina, Hércules y Gilbert observaban la escena de una forma que nunca podría yo hacerlo, o simplemente iban ya por la tercera copa consecutiva y sus ojos no tenían otra forma de mostrarse en sus cuencas.

—Disculpe, parece retraído. ¿Se encuentra bien?

—Podría decirle que sí y yo la invitaría a bailar, olvidaría mis problemas y me dispondría a disfrutar la especial compañía de esta noche —ella pareció esperanzada, como una niña que esperaba ser electa como la hija favorita de su padre—. Sin embargo, no, si le soy sincero, no me encuentro bien y preferiría retirarme.

En ese segundo pude ver su decepción materializada frente a mí, no estaba seguro si era por la forma en que sus ojos dejaron de iluminar la habitación, o quizá debido al paso que retrocedió y pasó casi imperceptible o si simplemente había sido pura casualidad. Era claro que este lugar no era para mí, no celebraba nada que lograra hacerme creer en el futuro ni mucho menos hacía que la esperanza brotara de la planta de higo que cuya semilla había sido plantada por alguien más en mi pecho. Sin embargo, el resultado que esperaba fue diferente.

—Nunca le aseguré que aceptaría su invitación, John. Tampoco fue muy claro en sus intenciones. Pero mírelo como una tregua, concédame una pieza y luego usted decidirá si hablamos o si se retira.

In the Winter's Trail - one shots lamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora