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Me había comido las uñas durante la espera de los partidos del mundial, había esperado con tanta ansiedad verlo cumplir el sueño que desde chico recorría su mente cada vez que llevaba la pelota en sus pies, me enorgullecia verlo entre los mejores del país para el mayor evento del fútbol... Pero como a tantos nos pareció una floja copa del mundo, sufrí como todos (y como ninguno) me dolía verlo no poder demostrar su calidad de juego. Me dolió verlo en una de sus peores actuaciones sin poder hacer nada para ayudarlo o darle animo...
Me dolió no poder estar para el cuando más lo necesitaba.
—la puta madre!— gritó la desencadenada novia de Pavón.
—tiene un cohete en el orto Mbappé — soltó Kevin mientras mirábamos como se iba de a segundos la oportunidad de seguir en carrera.
Yo no decía nada, ni voz tenía ya de tanto que había gritado, durante todos los partidos (y más en ese), porque no podía dejar sanar mi voz.
Literalmente afónica.
—como vamos a jugar sin un nueve— dije con mi voz toda rota.
—che boluda estas hecha mierda— comento Kevin y yo asentí.
《¿Recién te das cuenta?》
Sabri nos había contado de Cristian, que no se hallaba y no entendía el motivo... a lo que todos deducimos un bajón sin porque, aunque, yo tenía una idea y no era por hacerme la que era importante pero creía que era por mi.
Por nuestra no-historia.
Hable muy poco con él, y fue solo antes que empezara el mundial, cuando estaban preparándose en Madrid y la verdad sólo hablamos de cosas sin mucha importancia, como ¿qué se sentía?, si estaba contento (cosa que era muy obvia), ¿cómo se veía? Y si me conseguía el número de Lo Celso o Tagliafico (lo decía en joda, vale la aclaración)
—¿hablaste con él?— pregunte sabiendo de ante mano que Kevin iba a mirarme mal.
—si, pero no me dice nada importante... solo que no entiende el bajón— dijo mi rubia amiga sin sacarle la mirada al televisor —¿vos decis que tenga algo que ver conmigo?— preguntó de la nada como si reaccionará de golpe.
《No sé que decir》
—no...— las manos me temblaban —no sé Sabri— solté y me hundí en hombros.
No quise ni mirar a Kevin porque sabía que me iba a clavar esa mirada reprobatoria que me hacía sentir culpa y ya me alcanzaba con el castigo que vivía a diario como para bancarme otros más.
—y vos Kev, ¿qué pensas?, o sea sos futbolista...— dijo ella intentando completar la frase pero se detuvo por el centro de Meza en el que no pudo terminar en las redes —putaa.
