XXXVI: Dos horas

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Narrador Externo:

—Deberías traducir esto como "Al comiendo", no "Desde el comienzo" —dijo el profesor Michaelis, que ya había acostumbrado a resolver las dudas de los estudiantes acerca de sus trabajos. Ahora, estaba corrigiendo leves errores de la traducción de un poema de un estudiante de primer año—. Es una línea que puede confundirse fácilmente, ten cuidado.

—¡Se lo agradezco! —dijo el estudiante—. La forma en la que explica es muy fácil de entender, profesor Michaelis. ¡Gracias, buenas noches!

Sebastian se despidió de igual forma y el estudiante se fue.

El demonio siempre había sido perfecto en todo lo que hacía, y esta no era la excepción; los estudiantes lo consideraban como el profesor al que mejor le entendían, y el que mejor los trataba.

Él había educado a Samantha de una forma distinta, y hubiese querido educar a todos los del Weston de la misma forma. Pero al final, ser un buen profesor no era su principal objetivo.

El profesor demonio se puso a ordenar su escritorio un poco en lo que no estaba ocupado, cuando otra persona tocó su puerta.

—¡Profesor Michaelis! —dijo el alumno que tocó la puerta—. Hay algo que no entiendo, ¿podría ayudarme?

—Adelante.

Era Samantha, quien sólo pasó adelante y cerró la puerta rápidamente después de entrar. Ella ya se había acostumbrado a fingir bien una voz de chico. Incluso engañó a Sebastian ese momento, pues hasta que la vio entrar, se dio cuenta que era su joven ama.

—Parece que te has vuelto algo popular, profesor Michaelis —dijo la condesa, con una dulce sonrisa. Parecía que traía buenas noticias.

—Así es, Harrelson. Muchos hablan de la forma en la que explico y mi amabilidad. Aunque a veces me dan ganas de mostrarles cómo es en realidad un método de enseñanza, como el suyo, Ojio-chan —dijo Sebastian, preparando un té para la señorita—. ¿Sabe? No soy el único famoso. El nombre de Samuel Harrelson también se encuentra en diferentes bocas.

—Lo sé. De hecho, los 4P me invitaron a reunirme con ellos mañana a las 16:00 horas. ¡Es una gran oportunidad! ¿No lo crees, Sebastian?

—Por supuesto que sí —Sebastian le quitó el saco y los lentes a su ama. Ella se sentó en una silla para estar más cómoda—. Busque agradarles, sacará mucha ventaja.

—Lo sé —empezó a usar su voz femenina natural—. Es lo que he intentado con Clayton, y es algo que molesta a Alois, pero ya le he explicado muchas veces.

—Creo que cualquier chico se sentiría así si viera a su novia intentando agradar a otros chicos —se evitó mencionar los problemas mentales de Alois Trancy—. Puedo preparar pastelillos para que lleve mañana a los prefectos —sonrió.

—¡Gracias, Sebastian! Entonces, es una orden, prepara los mejores pastelillos para los prefectos mañana.

Después de mucho tiempo sin hacerlo, Sebastian se arrodilló ante si ama, diciendo:

Yes, My Lord.

Samantha vio a su mayordomo con cara confusa por un buen rato. Él se dio cuenta del momento silencioso e incómodo.

—¿Cómo me dijiste? —preguntó Samantha.

Lord —dijo como si no tuviese importancia—. Ahora es Samuel, ¿no?

El Sabor de tu Alma [Kuroshitsuji]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora