𝕮𝖚𝖆𝖙𝖗𝖔

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—Eres increíble, y no lo digo en el buen sentido —exclamó Deidara apenas ambos entraron al departamento

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—Eres increíble, y no lo digo en el buen sentido —exclamó Deidara apenas ambos entraron al departamento. 

El rubio no había parado de quejarse desde que salieron del Restauran Bar; las acciones que había tomado la azabache le tomaron desprevenido. 

—Sí, de nada por sacarte a pasear un rato —dijo Dorothy soltando un bostezo. 

—Tú lo tuviste todo planeado, ¡Sabías que ella estaría ahí! 

—Pues claro que sí, te di la oportunidad de humillarla y demostrarle que estás mejor sin su plano trasero. 

—¿Por qué querría hacer algo como eso?

—Se llama dignidad y orgullo, te los presento —expresó con burla. 

El rubio jamás iba a entender del todo a la chica. No quiso darle más vueltas al asunto por lo que se dirigió a la cocina por un vaso de agua, dejando sola a Dorothy en la sala de estar. 

—¿No tienes casa o porqué sigues aquí? —gritó desde el otro lado Deidara. La azabache se había acostado, nuevamente, en el sofá carmesí. 

—Algo así —contestó, indiferente—. Por cierto, Hidan también mencionó que me mandaría mensaje cuando estuviera en casa de su novia. Ya tardó —agregó, peinándose el cabello con los dedos. 

—Sí, la verdad no sé ni me interesa —dijo el ojiazul, entrando a donde Dorothy. 

—Es tu amigo, ¿qué tal si le ocurrió algo malo?

—Dorothy —llamó—, créeme que él es el que debe andar con cuidado de no hacerle mal a las personas. Sabes lo raro que es, ustedes son como gemelos. 

—Ja-ja, muy chistosa, niña. 

El chico tomó de los pies a la azabache, moviéndolos del sillón para poder sentarse. Ésta lo miró con molestia pero no dijo nada, en cambio decidió llamar a su amigo peliplata; a ella sí le importaba. 

—¿Hidan? —preguntó al instante. 

—Estoy ocupado, niña —contestó el mismo desde la otra línea. Deidara observaba expectante, fingiendo no escuchar la conversación entre ambos. 

—Eres un idiota, dijiste que me llamarías cuando llegaras.

—Se me pasó, no tienes porqué preocuparte. Sé que tú amor es inmensamente fuerte, pero aprende a controlarte —se burló el mayor. 

—Vete al diablo —rió la chica, haciéndose cuestionar al rubio del porqué de aquella risa. 

—Tengo que colgar, Kagami me está esperando en la ducha. 

—Diviértanse —y así finalizó la llamada. 

—Hum —articuló Deidara, dándole la vuelta a la página en la revista que "leía". 

—Hidan está bien, me dejó dormir en su habitación. 

—Pero yo no. 

—Podemos dormir juntos, pues —sonrió la mujer, pasando su pie sobre el cuerpo del chico malhumorado. Éste al instante lo apartó en un movimiento brusco, causando que otra risa alegre saliera por los labios rojos de Dorothy.

—Me caes muy bien, rubia. 

—Tú a mí no. 

—Buenas noches —se levantó y dio un corto pero sonoro beso en la mejilla de Deidara para después irse a encerrar en el cuarto de su amigo, ignorando los gritos de enojo que le proporcionaba el otro. 

El ojiazul se quedó fastidiado, limpiándose la parte del rostro que fue contaminada por la chica; él, en definitiva, odiaba a la mujer azabache. Y nada cambiaría aquel sentimiento. 


Les amo, gracias por leerme. 

Si todo está a mi favor, el próximo capítulo lo subiré la próxima semana :D 

SATANIC GIRL || deidaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora