Capítulo 7.

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El miércoles Paula aún seguía indignándose por el no-beso. Cuando la protagonista le había contado la tarde del domingo el lunes en el coche mientras iban a la hípica a la chica casi se le sale el coche de la carretera cuando le dijo que no se habían besado.

En cuanto había conseguido volver a poner recto el coche había afirmado rotundamente que si, que su amiga era homosexual. Y además de homosexual tonta. ¿Para qué tiene una cita con un chico al que no va a besar?

Cada vez que hablaban del tema la conversación era muy similar:

-Guillermo... ¿cómo pudiste tener una cita con Guillermo y no besar a Guillermo?

-No fue una cita.

-Si lo fue. Una cita extraña en donde os disparabais pero él no tiene culpa, es que tú nunca has sido normal.

*Suspiro exasperado de Carolina*

-¿Por qué no podemos quedar solo como amigos?

-¡Por qué es Guillermo!

Y así dos o tres veces al día, cada vez que Paula fruncía el ceño o suspiraba o refunfuñaba y la otra le preguntaba que le pasaba tenían esa conversación. Incluso de vez en cuando se acercaba y lo soltaba sin más.

Llevaban dos días ya de campamentos. La rutina era sencilla: la mayor iba a buscarla al pueblo a las ocho de la mañana para que estuvieran pronto en la hípica y pudieran prepararlo todo antes de que se levantaran los niños, cosa que sucedía a las nueve. Se pasaban el día con los niños hasta la cena cuando la mayor llevaba a su amiga en coche a su casa.

Aquella primera semana solo tenían a seis niños en el campamento, así que se encargaban principalmente ellas dos solas excepto las clases de equitación que lo hacían los padres y la cocina que la comida la hacía la abuela.

Pero controlar a los niños y jugar con ellos era trabajo de las dos muchachas que también tenían que encargarse de todo lo relacionado con los caballos. No sabían que iban a hacer cuando hubiera más críos a los que cuidar.

Todas las mañanas despertaban a los niños y les llevaban al comedor para desayunar, allí se encargaban los padres de vigilar y la abuela de servir la comida mientras las dos chicas preparaban a los caballos y la actividad.

El miércoles Paula tenía algo especial en mente y en cuanto los acampados comenzaron a servirse la leche arrastró a su amiga hasta su cuarto. Buscó en el armario durante un rato mientras tiraba la ropa que quería en cuanto la encontraba.

Le hizo ponerse a Carolina una camisa a cuadros y unos tejanos mientras ella llevaba una falda vaquera y una camiseta por dentro de la misma donde decía: "Yiha" y aparecía una amazona montando a caballo.

-No, así no- le corrigió la rubia. Se acercó a ella y le desabrochó los últimos botones para atarle ambas partes más arriba y que enseñara el ombligo. Acto seguido se apartó un paso y contempló su obra pensativa-. Hazte trenzas.

-¿Por qué te gusta tanto disfrazarme?- preguntó Carolina mientras obedecía.

-Porque a ti no te gusta. Y tus caras de fastidio son muy divertidas- respondió colocándose un sombrero vaquero- ¿qué tal estoy?

-Como para pegarte un puñetazo.

-¿Mejor sin espuelas?

-Quítatelas si quieres pero hasta que yo no me quite todo esto voy a seguir con impulsos asesinos si no te importa- comentó terminando su peinado.

La felicidad no tiene nombre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora