Capítulo 52 - And isn't it ironic, don't you think?

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“Hola morrita…” Susurró Juliana feliz de finalmente estar entre los brazos de su novia pues no veía la hora de finalmente estar ahí para ella. Aunque no tuviesen mucho tiempo, aunque no fueran a hacer nada especial esa noche, aunque no pasaran esas horas recorriendose mutuamente. Simplemente estar ahí para ella, aún en completo silencio. Eso era también el amor para la morena. Estar allí para el otro.

“Ven, vamos al sofá… seguro estás exhausta” Dijo Valentina finalmente separándose del cuerpo de su cocinera. “Algo me dice que tuviste un día súper largo” Agregó notando el cansancio en ese hermoso rostro que estaba aprendiendo a amar en tiempo récord.

“No más que el tuyo… qué pasó hoy mi cielo?” Replicó Juliana rodeando a su novia por la cintura y hundiendo su rostro en ese hermoso cabello mientras avanzaban hacia su destino. Todo el día había fantaseado con hacer eso pues el aroma de su novia era una de las cosas que más extrañaba. También extrañaba su sonrisa, su voz, esos ojos que podrían mover montañas si así lo quisieran, sus ocurrencias, sus brazos, su calor. En esencia extrañaba todo de Valentina, por lo que no podía estar más feliz de estar allí aunque fueran unas horas.

“Me encanta cuando haces eso…” Dijo Valentina literalmente derritiéndose en los brazos de su novia y simplemente dejándose llevar hasta el gran sofá. No podía estar más agradecida con el universo, pues de todas las formas posibles en las que creyó que su día terminaría esta no era una de ellas. Y sin embargo allí estaba su morena, abrazándola y envolviendola con su calor y exquisito aroma a jazmines y lavanda.

Dios… podría hacer esto por el resto de las noches que me queden… Pensó Juliana y los minions mentales de Valentina ya estaban trazando todo tipo de estrategias sobre cómo lograr algo semejante en el menor plazo de tiempo posible.

Eventualmente llegaron a destino y Juliana se sentó con su espalda apoyada en uno de los extremos del gigantesco sofá con Valentina contra su pecho, entre sus piernas. La rubia apoyo una de sus mejillas contra parte  del cuello de su novia y por cómo tenía capturadas ambas manos de la cocinera no parecía dispuesta a perder esa fuente de calor.

Me haces tan bien… “Me haces tan bien…” Valentina suspiró profundo mientras dejó escapar esas palabras y de inmediato abrió sus ojos al doble de su tamaño habitual cuando cayó en cuenta de lo acababa de suceder.

La sonrisa de Juliana no entraba en su rostro cuando sintió esas palabras escapar de esos labios y con tal sinceridad.

Realmente en ese momento entendió  la total dimensión de la palabra felicidad, sintió lo que era no necesitar absolutamente nada más. Sintió verdaderamente que cualquier cosa que pudiese suceder en un futuro no importaba ya, pues su realidad había cambiado para siempre desde el momento en que encontró a Valentina en aquel parque.

Por supuesto que Juliana entendía que nunca nada volvería a ser igual, a sentirse igual después  de Valentina y sin embargo no se arrepentía de absolutamente nada. No cambiaría ni un solo segundo de todo lo compartido hasta ese momento con la mujer que tenía entre sus brazos, independientemente de lo que el futuro les deparara. Ella ya sabía lo que era sentirse feliz, bien desde el centro de su pecho feliz. Y en ese pequeño instante ya nada más importaba pues todo lo que tenía la capacidad de hacerla sentir plena estaba entre sus brazos y se llamaba Valentina Carvajal.

Mientras Juliana tenía su epifanía, Valentina no paraba de sonrojarse pues aparentemente su cerebro le acababa de jugar una mala pasada y si bien no se arrepentía de lo dicho, tampoco quería asustar a su nuevo centro de calor.

Valentina intuía que la morena de los increíbles ojos color café no se dejaba intimidar por la intensidad de un momento tan fácilmente. Después de todo venían de compartir muchos días cargados de sentimientos y en tiempo récord, pero tampoco quería tentar a su suerte. Valentina no tenía la más mínima duda de qué quería con Juliana, pues cada pequeña parte de todo su ser se lo gritaba al unísono, pero a su vez todos sus miedos y embrollos mentales partían del mismo denominador común: cómo lograr todo lo que quería con su cocinera y no regarla en el proceso. Cómo cuidarla de todo lo que vendría en un futuro no muy lejano y a su vez cómo garantizar que aún tendrían un futuro. Y uno lo suficientemente largo para durarle por el resto de sus días. Y por el resto de sus noches también, si no era mucho pedir.

“Qué sucede morrita?” Preguntó Juliana con cierto grado de preocupación pues sintió como la totalidad del cuerpo de su novia se tensaba.

Valentina meditó muy seriamente las palabras que abandonarían sus labios a continuación, poniendo todo su empeño en no verbalizar nuevamente lo primero que deambulara por su hemisferio izquierdo.

Qué puedo decirte amor… cómo explicarte que en poco más de una semana coincidiremos en Playa del Carmen? Tú en tu trabajo y yo en el centro de todos los pinches focos de toda la pinche prensa de este país… ay Valentina… cómo haces para explicar esto y que esta niña no huya corriendo por su vida… Ciertamente los minions de Valentina estaban empecinados en complicarle la noche.

“Amor?” Juliana volvió a la carga luego de varios segundos en los que intentó analizar la actitud de su novia. Cierto grado de preocupación comenzaba a acumularse en ciertas regiones  de su corteza cerebral.

Algo tienes que contestar Valentina, ya chava… que  no ves que estás comenzando a preocuparla? La rubia sabía que tenía que comenzar a esbozar un intento de explicación de cómo era realmente su mundo.

“Es que realmente tuve un pésimo día…” Valentina comenzó a relatar e inmediatamente todos, absolutamente todos sus minions mentales se dieron una palmada en la frente al mismo tiempo. Al punto que la rubia podría jurar que Juliana en esa oportunidad los escuchó.

Eres la persona más cobarde de todo el planeta tierra y de varios planetas más también… cómo crees que lo mejor que te ha sucedido en la vida va a reaccionar si no empiezas a explicar ciertas cosas… ya! Que no puedes darte el lujo de ser tan cobarde!

Para ese momento ya Juliana entendía que por primera vez desde que se conocían Valentina no estaba siendo honesta. Y también por primera vez en su vida no sabía muy bien cómo interpretar la situación, y mucho menos cómo reaccionar. Por un lado no había rincón del universo en el que prefería estar más que en ése sofá y entrelazando sus brazos alrededor de esa fantástica mujer. Pero su otra mitad entendía que la honestidad era uno de los pilares fundamentales para que cualquier relación creciera. Y tampoco había cosa en el universo que quisiera más que hacer crecer su relación con su morrita.

“Val…” Dijo simplemente Juliana de la manera más tierna que pudo, pues no quería que Valentina se incomodara y a la vez necesitaba que su novia entendiera que por sobre todas las cosas podía confiar en ella pues si de algo estaba segura era de que nunca la juzgaría.

Valentina inmediatamente supo por la entonación en la voz más dulce que conocía que esta vez no se saldría con la suya. Intuía, con bastante grado de certeza, que Juliana no estaba comprando su excusa y si bien estaba casi segura de que no la presionaría entendía que la cocinera estaba esperando una respuesta.

Y una que incluyera la verdad.

Se reacomodó en el sofá lo suficiente como para quedar frente a frente con su fuente de luz, pero sin perder el agarre de sus manos. La cocinera instantáneamente supo que era un momento especial, de esos que definen situaciones y tienen la capacidad de marcar nuevos rumbos.

“Juls yo… es que…” Comenzó  trastabillando con su discurso la muchacha de los hermosos ojos de cielo.

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Antes que nada perdón por la tardanza y también por la extensión del posteo de hoy. Prometo otra actualización el sábado 😊
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