Prólogo

16 2 0
                                    

Todo estaba en silencio. Ni el viento soplaba, era como si el mundo se hubiera parado y no supiera como seguir avanzando. La nada más oscura la envolvió y la tragó.

Un enorme vacío se abrió frente a ella.

Su cuerpo se relajó y se entregó a lo que viniera. No tenía esperanzas, sabía que no tenía salvación. Ella misma se condenó. Aceptó su destino sin importar cuál sea.

No supo cuánto tiempo pasó, si serían horas, días, semanas, siglos. Era como si el mundo nunca hubiera existido, como si ella nunca hubiera existido.

De pronto un enorme vacío se instala en el lugar donde debe estar su estómago. Siente que va cayendo y una sensación horrible se forma dentro de ella. Los pulmones le queman no sabe lo que pasa pero siente un ardor insoportable, casi por instinto respira su primera bocanada de aire en toda su larga vida. Casi tan rápido como el ardor desaparece, otro nuevo se instala en su espalda. Siente como si la piel se estuviera quemando y el fuego la estuviera devorando poco a poco.

Nunca había sentido tanto dolor en su vida y nunca de esa manera. Era demasiado. Sabía que se merecía eso pero no podía dejar de pensar que prefería la muerte.

Pequeñas gotas salían de sus ojos, incontrolables. Gritaba con todas sus fuerzas pero no producía sonido, era como si la nada se estuviera tragando todo lo que alguna vez amo . Se sentía vacía y no creía que nada en el mundo pudiera llenarlo.

Los segundos le parecían años y las horas siglos. Lo único que quería era morir, imploraba la muerte, todo era mejor que el dolor, un dolor que le pasaba por las venas como si fuera arena y la convertía en el ser más miserable del mundo.

No se dio cuenta hasta más tarde de que había perdido la conciencia. Una luz cegadora inundó todo, cerró los ojos con fuerza y trató de mover las manos, sintió bajo ellas una superficie suave, fresca al tacto, abrió un ojo y la inundó el color verde. Estaba acostada boca abajo sobre el pasto, la luz no era dorada como la recordaba, sino de un blanco grisáceo que no quemaba.

Quiso mover su cabeza para ver qué había alrededor pero sintió un fuerte tirón en la espalda que se lo impidió. De inmediato la sensación de que la carne de su espalda estaba en llamas la tenso, trato de moverse pero era inútil, el dolor no cesaba. De pronto ya no fue sólo la espalda sino todo el cuerpo, sentía mucho calor, le costaba respirar y la piel le sudaba, casi tan rápido el calor la abandonó y llego el frío. Los escalofríos le subían por el cuerpo como serpientes y temblaba sin control.

Perdió la conciencia nuevamente. Sabía que estaba muriendo. Sabía que la vida se le estaba escapando y casi se sintió aliviada. La muerte era un lugar mucho más seguro, aunque eso conllevará ir al infierno por sus pecados. Se dejó llevar, dejó que a raudales las fuerzas se le agotarán, tratando de que su vida terminará pronto. Sintió como el negro la volvía a envolver y lo recibió como un viejo amigo. Pero estando a punto de ser engullida algo se lo impidió.

Aguanta

Pero... ¿si ella no quería?

Tú puedes. Resiste.

Pero... ¿para qué?

Lucha por ti. Lucha por tu vida.

Algo la jalo y la llevo de vuelta a estar sobre el césped. El dolor seguía siendo insoportable, pero con las pocas fuerzas que le quedaban abrió los ojos.

Todo era muy borroso, los colores se mezclaban y no le dejaban distinguir que había frente a ella. Poco a poco se fue formando una imagen. Unos ojos, los ojos más profundos que había visto en su vida. La miraban, alentándola a seguir adelante a no perder esa batalla.

Todo su mundo se volvieron esos ojos y se dio cuenta de que lucharía, aunque fuera por el solo placer de verlos una vez más.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 17, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Después del CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora