Shophie y Alice

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Sophie se frotaba la muñeca con rabia y a Alice le temblaba la pierna. No se miraban, no se dirigían la palabra. La mañana era agradable, pero no para ellas.

-Se ha dejado el teléfono aquí.

-No quiere que la llamemos- dijo Sophie apartando la mirada del cegador reflejo de su coche que aguardaba fuera al sol del verano.

-Margaret de mierda...

-De mierda tú, Alice, ¿no podías haberle contado antes de lo de los hermanos en lugar de haber titubeado como una niñata?

-Yo...- Sophie la cortó, se notaba una profunda ira y decepción en su mirada

-Ni yo ni nada ¡es tu hermana y se la quieren cargar! ¿En qué demonios pensabas, terrible imbécil?

-Joseph dijo que si evitaba que ella fuese, dejaría a su mujer e iría conmigo...- dijo titubeante la asustada Alice, aunque más que aclarar dudas, esa frase desconcertó a Sophie aún más.

-¿Joseph? ¿Qué haces hablando con Joseph? Sabes de sobra que ese tipo es un cabrón sin escrúpulos- su enojo iba en aumento, ¿te manipula y encima vas y te dejas engañar? ¡A costa de la vida de tu propia hermana mayor ni más ni menos!

-¡No! El me quiere, dejará a Agatha por mi y nos iremos a la costa a vivir...

-Cállate estúpida, ¿tú te oyes?, en todo caso, si de verdad dejase a su esposa por ti, sería pagando la vida de tu hermana como precio, Alice eso no es amor, tenemos que llamar a ese desgraciado y avisar a la policía lo que va a pasar en la casa de verano para que todo esto acabe ahora mismo- el temblor de pierna que acosaba a Alice cesó de repente, y su ceño se frunció, cambiando a una expresión de enojo.

- No lo hagas. Terminaré acusada de complicidad en intento de asesinato e iré a la cárcel, y yo no puedo ir a la cárcel- dijo con un tono intimidante, que por desgracia para ella no tuvo éxito en su objetivo, pues Sophie no se achantó ni un poco.

-Pues tal vez deberías, y así aprendes a no traicionar a tu propia familia. Voy a por el teléfono.

Lo siguiente que ocurrió fue demasiado rápido dentro de la mente de Alice. Un cruce de cables, un forcejeo, un golpe en el cráneo con una lámpara de metal, y una frase fría como el hielo:

-No vas a destrozarme la vida, Soph- el pelo castaño claro de su amiga ahora estaba rojo.

Un Pequeño Drama FamiliarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora