Día 4: Piedra || FACE Family

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Esa tarde, Francis pensó que era una buena idea pasar el día en algún parque con los chicos. Arthur no se negó; era bueno salir del departamento cuando ya llevaban una semana de vacaciones.

Para entusiasmar a Alfred y a Matthew no hizo falta mucho esfuerzo. Se levantaron inmediatamente, desayunaron mientras Francis preparaba algo más para llevar, se lavaron los dientes y se alistaron. El viaje en auto no duró más de diez minutos.

Arthur insistió en que no se fueran muy lejos e incluso pensó en acompañarlos, pero Francis le dijo que no irían más allá de donde sus ojos no los vieran y Alfred asintió. Tomando la mano de su hermano, caminó con él hacia el riachuelo, a unos cuantos metros de donde estaban Francis y Arthur.

Los chicos, mellizos, tenían siete años. Fueron adoptados luego de que sus padres biológicos se deshicieron de ellos. Ahora, quienes los amaban como nadie en el mundo, eran a quienes Alfred y Matthew llamaban orgullosamente "padres". Papá Francis y papá Arthur eran todo lo que podrían pedir, y más.

Se sentaron a orillas del agua, donde unos sauces hacían sombra. Alfred miró hacia atrás y notó que no estaban lejos. Matthew de pronto recuerda su vida anterior. El sufrimiento, el maltrato, cosas que por más tratamiento y amor recibiera en su nueva familia, calaron cicatrices que se quedarían con él para siempre. Esas heridas Alfred también las llevaba, pero las oculta, porque su deber era proteger a su hermano y para eso él debía ser el fuerte, porque era lo que un héroe hacía.

Alfred es quien más lo conoce, y percibe en su mirada violeta la tristeza, el mal recuerdo. Le dice que ya no piense en cosas malas porque no le gusta verlo llorar, y Matthew intenta distraerse. Se ponen a jurar con piedras, a hacer competencia de quién las lanzaba más lejos al riachuelo, hasta que Alfred encontró una de forma muy peculiar.

Tenía forma de corazón. La miró, y por algún motivo no deseó lanzarla.

Después, miró a su hermano.

—Matt —dijo suavemente. Matthew le devolvió la mirada.

—¿Alfie? —Preguntó en respuesta.

El mayor titubeó. Miró la piedra, la tanteó con sus manitos pequeñas y embarradas.

—No estarás triste nunca más —le juró, conmovido —, porque yo siempre te voy a cuidar.

Extendió su mano hasta él, Matthew recibió el extraño objeto entre sus dedos e identificó inmediatamente la forma. Miró a su hermano abrazándolo con fuerza.

—Lo sé —dijo —. Gracias.

—Cada vez que te sientas triste —insistió Alfred —, recuerda que yo siempre te cuidaré. Si guardas esta piedra no lo vas a olvidar.

Matthew sonrió más.

La tarde avanzó, Arthur y Francis dijeron que era momento de regresar. Matthew miró la piedrecita y la dejó en el bolsillo de su pantalón. Al llegar a casa, la metió en una cajita donde solía guardar juguetes pequeños. La almacenó durante años, tal como en sus recuerdos se quedó la promesa de Alfred, para nunca más perderse.

—500 palabras—

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Nota final:

Drabble dedicado a Aoi-no-sora10 por su cumpleaños :') Espero que te haya gustado linda!

APH: Fictober 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora