Única

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Primera Vez.





Gracias papá, por regalarme esos viajes tan increíble.

Gracias mamá, por esas amistades tan bonitas que tienes.








...








   Siempre quise visitar este hermoso país, lleno de artes y teorías sin fin. Italia. Esta calle tan estrechamente bella, decoradas por flores y conversaciones sumamente delicadas. Me encantaba esta gente.

   Podía observar turistas disfrutando el paisaje como yo, realmente satisfecho con este viaje que duraría sólo dos día y una noche.

   Estaba ansioso por esta noche, me esperaba una diversión que quería experimentar hace mucho en un país que no conocía y que tampoco me reconocerían. Camino y camino sin parar, saludando a cualquier ser vivo con una sonrisa respetuosa. Llegó el momento.

   Eran las 6 de la tarde, el sol se iría a saludar otro continente. Empecé a visitar algunos restaurantes y ninguno me convencía, no sentía el deseo de entrar aunque realmente tenía unas enormes ganas de tomar un café italiano. Sí, a esta hora. Que la cafeína entrara por mis venas.

   La localización empezaba a notificarme que había llegado al destino. Una buena pastelería con algunas mesas disponibles fuera de su tienda.


   Sentí un enorme cosquilleo.


   Mi mirada había captado rápidamente una imagen de un chico.


   Leía su libro y luego miró su celular, donde tal vez echaba un vistazo a los mensajes.


   Quería sentarme delante de aquel joven tan elegante y delicado.

   Me senté y esperé a que alguien me atendiera, ya tenía pensado el café iba a pedir. Y serían dos, por supuesto.


— Buenas, ¿qué le puedo ofrecer?

— Dos cafés, por favor. —le pedí,— uno va para el joven que está delante de esta mesa.

— De acuerdo.


   Por un momento sentí que mi corazón se iba a salir de su lugar cuando pude ver que el chico me dedicó una mirada rápida. Ahora que lo pienso, ¿no era demasiado tarde para pedirle un café? De todas formas, lo aceptaría. Estaba seguro.

   Con solo esos segundos pude ver detalladamente los rasgos característicos de aquel pelinegro. ¿Era coreano?

   Sentí una calidez en mi pecho que quería pensar y sentir que éramos dos extraños disfrutando el mismo país; podría estar equivocándome y que simplemente es un estudiante universitario la cual obtuvo una beca increíblemente favorecedor o no más que un simple adulto con un trabajo estable y una vida lujosa. Su reloj no parecía barato.

   Parecía mayor que yo. Su cuerpo me trasmitía madurez necesaria para admitir que era más grande y más fuerte que yo.

   Escuchaba la puerta de la tienda abrirse y vi el mesero con los dos cafés que pedí en su bandeja. Se acercó a mi mesa para dejarme el café, deseándome un buen provecho. Observaba atentamente cómo se alejaba e iba hacia al frente a entregarle el café al señorito.


Creo que no salió como planeaba.


   El mesero al entregarle el café, deseó que disfrutara del café y luego entró inmediatamente a seguir con su trabajo.

Primera Vez [EDITADA] // YoonMin OS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora