Con la mirada en mis botas llenas de agua solté un largo y profundo suspiro, aparte de me despidieron del trabajo ahora tengo que tolerar calcetines húmedos. Con otro suspiro comencé a caminar en dirección a mi departamento con el sonido de mis botas llenas de agua y mis calcetines húmedos provocaban.
Con la mirada baja -como siempre- comencé a enumerar lo malo que me pasó hoy, primero me despiden de mi trabajo, luego me asaltan en plena vía pública para que luego un montón perros me persiguiera por que llevaba conmigo una bolsa de tocino para mi desayuno de mañana, y por ultimo que la lluvia me tome desprevenida.
Diría que fue el peor día de mi vida pero todos mis días son así de horribles, incluso si algo me sale bien hoy lo único que haría seria rezar para que un huracán no destroce Seúl. Me mantuve tranquila hasta que un suave par de brazos afelpados rodeo mi cuerpo.
Un oso de color marrón que me gana en altura -por mucho- llegó a mi visión cuando alce la vista un poco asombrada por tal muestra de afecto por el desconocido disfrazado. Sin previo aviso el oso me alza y me da una vuelta completa para luego soltarme y poner una rosa en frente de mi rostro junto con un cartel que decía: "Si tu día es amargo, sacúdelo un poco. Puede que el azúcar este en el fondo."
Con una pequeña sonrisa tome la rosa y con una reverencia agradecí en gesto muy adorable de su parte. El oso levanto los pulgares y comenzó a saltar con entusiasmo.
- Gracias - solté y caminé en dirección a mi departamento con un poco de ánimo.
Vaya, ahora apenas lleve a mi pequeño hogar tendré que rezar hasta que amanezca por las dudas.