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El alfa le había otorgado un uniforme a la joven sin nombre, un uniforme para la guerra y todo aquel evento que implique la presencia del Alfa. Por algo el hombre la estuvo entrenando, educando y domando a la joven con una bestia salvaje como lobo... al cual logro hacerlo doblegar completamente al haber amenazado a su humana con borrarla de la faz de la tierra con tal de tener su completa obediencia. La joven salio de su habitacion asignada para dirigirse a la oficina del alfa.

Camino hasta estar en la puerta de la misma, ignorando los aromas que salían de la misma. Toco y se le dio permiso de entrar a la dicha habitación, presentandose de manera cabizbaja y sumisa. La ventaja de tener un antifaz en el que no podías ver a sus ojos era el hecho de que podría estar mirándote y tu nunca te enterarías de aquella accion que podría costarte la vida.

El Alfa estaba sentado como era costumbre tras el escritorio de madera robusta, pequeñas y delgadas cicatrices se situaban en la linea de la mandíbula y una de ellas cruzaba su ceja. Ese Alfa había participado en muchas guerras y mientras estuviera respirando seguiria provocandolas. Al lado derecho, estaba sentado su unico varon... el menor de sus tres hijos, con tan solo veinticinco años ya era aclamado por todas las mujeres jóvenes y sin mates de la manada, obviamente... el las rechazaba. Mato a su mate con sus propias manos después de que la marcara ya que le había engañado con otro lobo.

-Como sabes... dentro de unos meses sera el cumpleaños numero veintiseis de mi hijo.- ella se mantuvo en silencio, atenta a sus palabras.- Así que le prepare un regalo ¿Quieres saber cual es?

Ella no respondió, el silencio se instalo y solo se escucharon los pasos del joven cuando se puso de pie y se acerco a la peliplateada.

-Erick... que piensas de este regalo?.- le dijo el Alfa a su hijo.

-Que haré con ella, padre?.- pregunto, el sabia lo que haría con ella pero tenia que confirmarlo.

-Puedes marcarla, tomarla como tuya... he estado pensando como resultaría si pones un hijo tuyo en su vientre ¿tendrá el mismo don? O simplemente nacera siendo normal?.- propuso.- Se que el don es hereditario por que su madre también lo tenia, pero nunca he visto un alumbramiento de uno de estos seres.

-Me parece bien.- sonríe de lado el joven Erick.

Gaiza se empieza a remover inquieta, preocupada y molesta en el interior de la joven. Rasguñando y aullando de molestia, de furia. Ella quería ser marcada por su mate, tenerlos hijos de su mate... no de, aquel hombre hijo del Alfa que maltrata física y psicologicamente a su humana.

-Quédate quieta, haré lo que sea para no morir.- le ordeno a su loba.

-Mas te vale no ganarnos el desprecio de nuestro mate!.- replico.

-Tu mate, Gaiza. El tuyo...- dijo con voz neutral.

-No cuentes conmigo hasta nuevo aviso.- Su loba sollozo de tristeza para esconderse en lo mas profundo de su alma.

No quizo suspirar de cansancio ya que eso le ayudaría a ganarse un castigo. Ademas, no podía concebir un hijo de aquel hombre... ya que no tenían un lazo de mates, pero si es marcada por el... seria su perdición.

-Te recomiendo que te apures... quiero ver a mis nietos corriendo por los pasillos de esta mansión.- sonrió satisfecho.

-Gracias, padre.- agradeció.- Andando.

Puso su mano en la cintura de la joven para que le siguiera. Ahora él era su nuevo amo, aunque el Alfa fuera su "amo supremo".

Fue guiada a la habitación del joven. Una gran y espaciosa habitación, con un enorme set de computadores en una esquina y pintada de colores sombríos y neutros. Erick puso seguro a la puerta para que no tuviera salida, haciendo lo mismo con la ventanas y posibles rutas de escape. Al finalizar, se coloco frente a la joven que un yacía de pie en medio de la habitación.

Silencio (pausada/cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora