Capítulo 14

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Maratón 1/2

Emerson

Tres días. Ya pasaron tres malditos días desde lo que pasó en el club. Creo que debí quedarme petrificada casi media hora cuando Aiden vino a buscarme. Zac me invitó a salir y luego se fue corriendo. Cuando le conté a Tara, casi le da un ataque y le hice jurar que no le diría a Aiden. No habría aceptado salir con él de cualquier modo… ¿O sí? No, no lo habría hecho. No estoy lista y parece una persona un poco inestable. ¿Cómo sabe que me pasó algo? Seguro a Garrett y a su tía se les habrá escapado un comentario y me mandaron directo a la boca del lobo. Zac es curioso, no lo culpo, pero no le mentí cuando le dije que no confío en él.

Con Garrett es diferente porque él pasó por algo igual y con Bridget no tuve opción, ya que la bocaza de mi amiga no sabe lo que es la privacidad. Sin embargo, no estoy lista para salir con alguien y menos con Zac. Parece ser impulsivo y de alguna forma sé que me invitó a salir solo por eso. Me convencí durante horas que solo era eso, porque me siento atraída hacia él y no sé cuánto tiempo más podré ocultarlo. La forma en que me defendió y su cercanía, sus ojos oscuros sin apartarse de los míos y la forma en que reacciona mi cuerpo cuando siente su proximidad. Me siento de una extraña manera, culpable, dado que pienso que no debería estar así. Luego de lo que me pasó, ya no quiero ni pensar en tener sexo con un hombre, pero Zac rompe todas las paredes de mi inseguridad y me asusta mucho.

Patrick vino a verme ayer e intentó llegar a un acuerdo conmigo por el bien del negocio de nuestros padres. Su visita duró diez minutos cuando la discusión llegó al punto de echarlo a patadas del departamento de mi hermano. ¿Cómo se atreve? Sabe él más que nadie, por la maldita situación por la que estoy pasando, y me viene a pedir que siga a su lado o, mejor dicho, a su sombra, solo por el bien de un estúpido acuerdo. Esas son las acciones que me hacen ver que jamás me quiso o por lo menos no de la forma en la que yo quería ser amada.

Termino de empacar mis cosas y cierro la pequeña maleta. Decidí volver a mi departamento esta tarde y luego de discutir con mi padre, me dejé convencer de poner una alarma de seguridad y llevar el gas pimienta que me consiguió.

Debo volver a mi rutina, a mis estudios. El detective Carson logró mostrarme el dibujo que le describí y su imagen se quedó aún más grabada en mi memoria. Cada vez que cierro los ojos, lo veo… se me revuelve el estómago. Me muero de miedo de pensar que está ahí afuera vigilándome o algo por el estilo, mas no me queda otra opción que seguir adelante y confiar en que lo van a encontrar. El dibujo apareció en las principales noticias, pero no hubo mucha información al respecto. Es como si el maldito hubiera aparecido ese día para lastimarme y luego irse del país. 

Mañana volveré a la universidad a terminar mi último semestre, los profesores fueron realmente comprensivos con mi situación, accedieron a darme clases y ponerme al día con mis compañeros para lograr pasar los exámenes finales. Es increíble que esté tan cerca de terminar mi carrera y no podría estar más orgullosa de mí misma.

—Em, voy a entrar. —Aiden se adentra en la habitación donde me quedaba sin esperar mi respuesta.

—Creo que esto es lo último —le digo mientras le doy la maleta.

—No estamos lejos, así que cualquier cosa, por más mínima que sea…

—Lo sé, Aiden. Gracias. —Lo abrazo, lo tomé por sorpresa. Me rodea con sus brazos y suspira—. Gracias por cuidarme siempre.

—Es mi trabajo.

—No lo es, aun así, te lo agradezco. —Le sonrío al apartarme de sus brazos.

—Pues vamos.

Asiento y me despido de Tara por quinta vez en el día. Mi departamento está a tan solo cuatro manzanas del de Aiden y, en cierto modo, sí me infunde más seguridad. Hace un par de semanas que no vengo, pero sé que mi madre mandó a Brenda para que mantenga todo en orden mientras me decidía a volver. El edificio grande aparece en nuestro campo de visión y Aiden se estaciona justo al lado de mi coche.

—¡Mi auto! —exclamo con emoción. Aiden voltea los ojos de forma dramática.

—Aunque no lo creas, voy a extrañar ser tu Uber.

Se me escapa una sonora carcajada que él corresponde. Bajamos las cosas del auto y partimos hacia el ascensor. La emoción de estar en mi departamento es más grande que cualquier cosa en este momento, no hay nada mejor que independizarse. No es que me haya gustado desde el principio. Recuerdo que me sentía sumamente aburrida durante las primeras semanas, extrañaba a mis padres y a Brenda. Es difícil salir de tu rutina de veinte años y comenzar algo nuevo. Los cambios son demasiado duros, pero cuando te adaptas y comienzas a verle el lado positivo, no hay nada que te pueda arruinar.

Las puertas del ascensor se abren y el pasillo iluminado aparece entre nosotros. Solo hay dos departamentos en este piso y me alegra la privacidad. Mi vecina no es muy sociable, pero jamás me dejó de desear los buenos días. Cuando abro la pesada puerta, el olor a aromatizante de jazmín me recibe. El piso flotante color caoba está limpio y agradezco a Brenda por eso. Aiden siempre me reprochó que el abuelo me dejara este bien de la herencia; a él la casa de la playa. En lo personal, este departamento es mi vida, los muebles y la decoración son mi elección, pues mi abuelo tenía un estilo frío y reservado.

Recuerdo cuando les mostré el producto final a mis padres. Greg quedó pálido cuando vio los almohadones en forma de corazón y junto a mi juego de sofá color negro azabache, le daba un contraste único a la estancia. Paso la mayor parte del tiempo en la sala de estar, por eso le dediqué la mayor atención en los detalles. La alfombra es tan suave que dan ganas de dormir sobre ella, en los días fríos no hay como esto. Un libro y una copa de vino, sentada frente a la estufa, para mí no hay mayor placer.
Aiden se adelanta y sigue derecho por el pasillo hasta llegar a mi habitación. Lo ayudo con la puerta y se adentra para dejar la maleta sobre la cama perfectamente tendida. Gracias, Brenda.

—¿No quedó nada en el coche? —Niego con la cabeza y me siento en los pies de la cama.

—Me va a costar adaptarme.

—Lo sé, pero será más fácil cuando comiences a ir de nuevo a la universidad y al trabajo.

—Papá aceptó que vaya al trabajo los días que no tengo terapia ni clases de defensa personal, para no sobrecargarme.

—Eso está bien. Me sobrecarga a mí. —Mi hermano voltea los ojos y no puedo evitar reírme al respecto.

—Es tu trabajo. —Su sonrisa aparece y se sienta a mi lado.

Siento que piensa demasiado lo que me tiene que decir, está incómodo y no lo culpo. Sé lo difícil que es esto para él.

—Em, si algo te pasara… —Su voz se quiebra en ese instante.

—Aiden, nada va a pasar. —Tomo su mano y él asiente para convencerse—. Tú siempre estarás para cuidarme.

—No lo estuve la última vez.

—Pero sé que lo estarás la próxima —lo aliento.

—Te prometo que no habrá próxima.

Asiento y me dejo envolver en sus brazos. No me paré a considerar en ningún momento lo difícil que sería para los demás que me pase algo. No quiero que vivan con ese pesar, con la maldita culpa de que no estuvieron para evitarlo. Lo hecho, hecho está, y no hay forma de revertirlo. Es mi responsabilidad ahora, cooperar en todo lo que pueda para que atrapen al monstruo que arruinó nuestras vidas.

Luego que Aiden se fuera, estuve diez minutos intentando activar la dichosa alarma de seguridad. Me costó más de lo que imaginaba; es lo último en tecnología de seguridad. Mañana ya comienzo con la rutina, estudio en la mañana, después paso por el trabajo para echar un vistazo a mis pendientes y luego lo inevitable: la clase de lucha personal y ver a Zac.

Me pone un poco incómoda la situación y no sé cómo estará él al respecto. Me asusta pensar que comience a tratarme de una manera que no pueda soportar, que lo tome como un error e intente responsabilizarme por eso. Me dirijo a la cocina y abro la nevera para tomar una botella de agua. Sonrío cuando veo una nota encima de un recipiente.

«Pensé en prepararte pastel de pollo para que no cocines en tu primer día en el departamento y porque estás muy delgada. Besos, Brenda».

Solo tengo que decirte, Brenda, gracias a ti, ya no soy delgada. No me molesta mi cuerpo, de hecho, soy bastante segura de mí misma, pero eso lo aprendí hace poco.

Cuando estaba en la secundaria, deseaba ser tan delgada como Tara y fue una etapa muy oscura de mi vida. Llegué al punto de no comer nada más que una ensalada por día y los trastornos de alimentación llegaron después. Recuperarme fue doloroso y aprendí por las malas a querer mi cuerpo, a querer mis estrías o celulitis. Si me cuido e intento hacer lo mismo con los alimentos que consumo. Sin embargo, ya no espero la aprobación de la sociedad para eso. Patrick siempre me hizo sentir segura a la hora de la intimidad, así que no tuve tanto complejo si de hombres se trata. Aunque a los hombres no les importa mucho cómo te ves, si no cómo los complaces.

Agradezco la deliciosa comida. Me tumbo en el sofá y me deleito mirando la serie The big bang theory.






Decidí darles una pequeña maratónasí que ahora subo el capítulo 15. Espero que lo disfruten y muchas gracias por leer ♡...x

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