Vivimos en un momento de confusión, caos y en el que hay muchos problemas. Me llamo Liliana, soy una joven de diecisiete años y vivo con mis padres. Mi mamá trabaja en una oficina en la que le dan un buen salario. En cambio, mi papá trabaja en una industria de bebidas y su sueldo es muy bajo de lo común, por lo que él y sus compañeros salen a la calle a hacer huelgas.
Cuando era más chica, me encantaba leer libros de ciencia ficción, de tal forma que mis compañeros de escuela me hacían bullying, dado que tuve que empezar a hacer tratamiento psicológico porque estuve a punto de caer en una depresión. Era tanto el bullying que me hacían, que ya no quería ni salir de mi casa, me tiraban del pelo, me pegaban hasta dejarme el ojo morado, me rompían las tareas y la maestra me retaba porque yo le decía que me la había comido mi perro y, por último, me rompieron los anteojos de leer cuando salí a jugar al recreo. Claro, con mis amigos imaginarios puesto que nadie se quería acercar hacia mí.
A pesar de lo que pasé en mi infancia, terminé el secundario con un promedio de diez, soy modelo para algunas marcas de ropa en Buenos Aires y actriz. Pude llegar a esto gracias a un secreto que siempre mantuve en silencio. ¿Se acuerdan que mi papá trabaja en una industria de bebidas? Todo empezó cuando lo acompañé a mi querido padre al trabajo, ya que mi madre no estaba en casa y nadie de mi familia me podía cuidar. Tenía alrededor de diez años, me sentía muy emocionada de poder ir a ver como se hacían las bebidas que tomaba la gente y también de ver las enormes máquinas. En un momento, le pedí a mi papá ir al baño, mientras hacía ese recorrido, una puerta me llamó mucho la atención. Era de un color chillón, como un verde flúo y no decía nada, por lo que la curiosidad me llevó a abrirla. Estaba todo oscuro, había olor a humedad, de manera que en ese momento me dio miedo y automáticamente cerré la puerta y fui directo al baño. Después de unos minutos, salí del baño, volví a pasar por esa puerta llamativa y escuché un ruido como si fuese un grito de una persona. Ese grito me impulsó a abrir de nuevo la puerta, bajé las escaleras a oscuras y cuando ya estaba abajo, se prendió la luz. Detrás de una pila de cajas se asomó un extraño y horroroso ser, era una especie de fauno con figura humana, orejas puntiagudas, cuernos y patas de cabra. Me quedé quieta unos segundos con la mente en blanco, el fauno cada vez se iba acercando hacia mí. Levanté la vista un poco más y pude observar unos ojos con un brillo tan vivo que nunca había visto. El fauno me miró a los ojos y habló. –Hola, buenos días niñita.
Estaba confundida. –Hola, ¿Quién sos?.
-Soy Pogobo el fauno de este terreno. Te diré que hago aquí cuando me cuentes un poco sobre ti.
-Me llamo Liliana- Respondí tartamudeando. –Mi padre trabaja en esta gran fábrica y lo estoy acompañando.
-Bien Liliana, como me has preguntado, voy a responder qué hago aquí. Todo empezó aquella mañana cuando estaba jugando en la aldea con mis primos, dado que no tenía amigos porque me burlaban por ser feo y no ser como ellos, me afectó mucho esa situación, pero en definitiva, lo pude superar con el tiempo. Como te he contado, estaba jugando con mis primos y encontré un agujero en un árbol, mientras que investigaba qué había ahí, unos de mis primos se acercó y sin querer se tropezó con una piedra y me arrojó. Era un agujero muy profundo y oscuro. Cuando llegué al final, había una puerta. De curioso la abrí y he pasado a otro mundo, la puerta se cerró sola y ya no había vuelta atrás, necesitaba una llave por la cual abrirla. Estaba muy asustado, tenía hambre, no sabía qué hacer. Después de una horas de recorrer ese mundo, me di cuenta que era el mundo de los humanos. Seguí recorriendo y llegué hasta aquí, hace 22 años que no veo la luz del sol, me alimento de las cajas que hay aquí y bebo el agua que cae de la gotera del techo.
-Muy buena tu respuesta, pero algo que me llamó la atención es que te pasó lo mismo que me está pasando a mí.
-¿En serio tu primo te arrojó por un agujero y llegaste a este mundo?
Riéndome contesté. –No, eso no.
-¿Y entonces qué?
-Que sufriste bullying.
-¿Eso qué es?
-Bullying es cuando tus compañeros de escuela te maltratan de forma psicológica, verbal o física de manera reiterada o a lo largo de un tiempo determinado.
-Ah, ya entiendo. Pero, ¿Qué quieres decir con eso?
-Necesito a alguien que me ayude con esto porque la estoy pasando muy mal, ya no quiero ni salir a la calle-. Respondí llorando.
-Bueno niña, calma. Yo te ayudaré, pero con una condición.
-¿Qué tipo de condición?
-Si me ayudas a salir de aquí, quizás te pueda presentar a alguien.
-Acepto. ¿Me prometes que me vas a ayudar?
-Sí, claro. Y, ¿Tú me prometes que iré de regreso con mi familia?
-Claro, ya tengo la solución. Iremos recorriendo todo el vecindario hasta que podamos encontrar la misma puerta. Se supone que si salís de un lugar podes entrar de nuevo. Pero... ¿te acordás cómo era esa puerta?
-Mmm, no recuerdo mucho el diseño o su color, pero sí sé que queda cerca de aquí. Esto será lo último que haremos, la ayuda la necesitas tú primero.
-Muchas gracias.
-Empezaremos hoy. ¡Brandi!- gritó el fauno con mucha fuerza.
-¿Quién es Brandi?- Pregunté.
-Brandi es una pequeña oruga con mucha inteligencia y le gusta mucho la psicología, quizás te pueda ayudar con esta situación. A él lo conozco hace catorce años y me ayudó a pasar todo este momento sin mi familia, pero ya la extraño, ha pasado demasiado tiempo sin saber nada de ellos.
-¿Una oruga?- Respondí sorprendida.
-Sí, ahora lo llamaré de nuevo para que se presente. ¡BRANDI VEN!
-Hola Pogobo, ¿qué se te ofrece?- Contestó la oruga.
-Mira Brandi, esta niña se llama Liliana, le dije que tú la puedes ayudar con un tema por el que ella está sufriendo.
-Hola Liliana, ¿con qué tema te puedo ayudar?
-Mis compañeros de escuela me burlan porque dicen que soy la chica rara, la que le gusta leer libros de ciencia ficción y la inteligente, no quieren acercarse hacia mí, no quiero salir más a la calle por miedo a que me digan algo o me peguen.
-Bien niña, por el tipo de problema que tienes, tendrás que venir sólo por nueve sesiones aquí, los martes y jueves a las 18:00HS para hacer tratamiento psicológico. Este tratamiento consiste en que tú me tienes que hablar sobre el tema que estás pasando y yo te tengo que dar consejos.
-Muchas gracias señor Brandi. Entonces, ¿mañana empezaremos con el tratamiento?
-Sí.
Al día siguiente era martes, empezaba con mi primera sesión. Estaba nerviosa, nunca había ido a un psicólogo. Pero... se preguntarán cómo hice para ir a la fábrica de mi padre, ya que esto lo sabía nada más yo. Bueno, ese día llegué del colegio y me escapé de mi casa, dado que la fábrica en la que trabaja mi padre, queda cerca de mi hogar. Volviendo a la primera sesión, todo salió bien, terminé con mi tratamiento y ya me sentía libre. Ya no me importaba lo que decían mis compañeros sobre mí, lo único que me tenía que concentrar era en mis estudios, debido a que cuando llegaba a mi casa después de tener un largo y duro día en la escuela, lo único que hacía era llorar y no estudiaba. Con el tiempo me fui adaptando y sintiéndome una persona normal, porque ninguna persona es perfecta y tiene derecho a tener distintos tipos de hobbies.
¿Y con el fauno? Bueno, a Pogobo lo ayudé a volver con su familia. Estuvimos días y días buscando esa puerta. Finalmente, la encontramos, estábamos tan contentos que nos pusimos a llorar de la emoción. La puerta necesitaba llave. Recorrimos todo Buenos Aires y la llave se encontraba debajo de la alfombra que había debajo de la puerta. Me despedí del fauno y le agradecí un montón por todas las cosas que hizo por mí, por ayudarme a salir de esa situación que tanto me dolía. Gracias a él pude ser esa chica de diecisiete años que está escribiendo este cuento, sin su ayuda, quizás en este momento no hubiese estado escribiendo esto.
Nos despedimos con un fuerte abrazo y nunca más lo volví a ver. Ojalá se haya encontrado con su familia y volver a vivir momentos juntos sin ninguna preocupación.
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Nada es para siempre
FantasyUna chica de 17 años llamada Liliana cuenta su profundo secreto de cuando tenía 10 años, el cual con la ayuda de una persona muy valiosa, pudo combatir su problema que tanto le afectaba.